23 noviembre 2004

Si no está roto...

¿Porqué, señor, me castigas con estas letras infames?- Fue la imprecación que, impotente, lancé al cielo por vía directa al jefe inmediato del maese semigod, esta mañana aciaga en que, hojeando publicaciones culturosas (uno de esos placeres culposos), me encontré con cantidades ballenescas de algo que se hace llamar "nueva poesía" y que, me alivia un poco decirlo, apesta.
Y no apesta en un sentido simplemente crítico, no, bueno fuera que lo único malo en ella fuera la técnica, la métrica, el estilo, ni madre, la poesía es mala ad honorem, al carecer además de calidad, de personalidad, de actitud. Los ocho o nueve autores (y autoras) que tuve a mal leer, caen en el juego infausto de utilizar figuras grandilocuentes para expresar nimiedades, en el eterno vicio de pegar palabras con resistol 850 donde el recurso no cabe, en jugar al misterio donde ni chiste trae. Si no está roto, no lo arregles. En fin, en una poesía groseramente mala.
Esto es más preocupante todavía que darse cuenta de que se tienen 20 años y se está escribiendo poesía de chavito de 15, dolido por desamores y soledades estilo querido diario. Y lo es a niveles todavía más profundos cuando uno descubre entre esa fauna sobrevaluada de culturosos "genios innovadores" a algunos becarios de instituciones culturales gubernamentales.
Pregunto: ¿Quién decide los nombres del Olimpo Becario en la onda Culturosa? Este servidor quisiera intercambiar un par de impresiones con aquel servidor público que, al parecer, se apantalla de que le junten 4 palabras cuyo significado deba buscar en un diccionario, y eleva una aliteración exageradamente estética a categoría de sine qua non para otorgar una mensualidad hecha vaquita de mis impuestos (y de los tuyos, estimado único lector) al autor en marras.
No voy a ejemplificar por la razón simple de que me da una pereza descomunal transcribir la porquería de una pocilga a otra como esta. Baste decir que el gran Villaurrutia, padre de todos ustedes, y el bienaventurado Sabines, abuelo vuestro, deben estar como tlaconetes en sal dentro de sus tumbas, si es que a sus profanos oídos llegaron alguna vez ecos de esta onda seudopoética que impera en las publicaciones de mi pobre (snif) estado.
Todavía más nauseabundo me resulta el contemplar desde la barrera la actitud de divas de los letrosos locales, que se empinan la caguama con estilo, dejándose contemplar por las letrositas nuevas, seguidoras de cualquiera que pueda ostentar su nombre en alguna revista o diario nativo, al pie de su última publicación. Me resulta patético (esa es la dichosa palabra) la onda elitista del "club de los elogios mutuos" que los círculos de culturosos locales tienen que armarse grupito a grupito, para no arriesgar sus diatribas a críticas malas, sino solazarse en los espaldarazos y análisis viajados de sus poesías de cristales amatistas y pisto pisto pisto.
Lo peor, comentario con el que cierro mis amargas escupitinas contra los cultudivos, es que ya me ha tocado leer, en este mes, a 3 muchachos (2 hombres, 1 damisela) que tienen un talento muy bien trabajado y que son prolíficos a aceptables niveles. Pues estos 3 en cuestión no han podido ver su trabajo plasmado en papel de imprenta por causa de la cerrazón testaruda de los grupos de la esfera culturosa ya consagrada, los clubs de tobi, los veintitantos conocidos que celebran año a año el Horas de Junio y que siempre son los mismos con otra rotación.
Deberíamos de escuchar al sumo pontífice Batiano y comenzar a aniquilar culturosos a granel. Se me ocurre organizar un nuevo Fire Island pero para divos letrosos en lugar de divos gay (creo que hay diferencias) y ya reunida toda esta peculiar fauna, recurrir a la siempre confiable Ojiva nuclear. Yo no extrañaría a ninguno.

19 noviembre 2004

Pobres intentos de explicación

Viernes, mañana nublada, siendo las 8:00 a.m y al ritmo de las horas torpes que preceden al mediodía, intercalando sorbos al capuchino mientras hablábamos, Buffon y un servidor sostuvimos una charla largamente aplazada sobre un tema que en alguna ocasión comenzamos a discutir y que, por angas o mangas, dejamos inconcluso. Aclarando puntos, Buffon, para empezar, estudió un par de años para Ingeniero Minero, ilusionado por una momentánea bonanza que en esa rama de la producción vivía el norte del sonora, entiéndase Nacozari, Cananea, Benjamín Hill, por mencionar algunos municipios benditos por la abundancia de metales comerciables; con el trágico deceso en los índices de producción experimentados en la década de los 90's y específicamente en su segundo lustro, mi buen amigo se inclinó por la Licenciatura en Derecho por dos razones: La primera de ellas, la fuerte consistencia social del programa de estudios, en cierta forma compatible con alguien que, siendo parte activa de la escena rock local, guitarrista y voz de Los Tercermundistas, vato movido, comulgaba con las ideas social izquierdistas comunes a los miembros de esa otra corriente ideológica llamada rocanrol a la mexicana. La segunda razón es más simple: Todos los que no saben qué maldita carrera estudiar se inscriben o en Administración o en Derecho.
Este servidor, por su parte, ha marchado con paso constante por la vida académica. Si bien mis aspiraciones de cursar medicina fueron frustradas por un truculento fraude bancario del cual mis progenitores fueron víctimas y en el cual mis primeros 3 semestres en la UAG fueron a parar a manos de unos vivales gandallas, en el estudio de las leyes encontré un campo que, aunque no proyectado en mis años de preparatoria, me ha resultado proporcionalmente interesante e inteligible. Lector voraz de casi cualquier cosa que se haya escrito sobre los sistemas de producción y administración de la riqueza, seguidor de la idea marxista sin caer en el dogma soviético, defensor de la idea de la revolución pacífica, no puedo menos que aclarar mi visión lamentablemente parcializada de lo que es mi pobre país ahora y en el futuro inmediato.
La plática se abrió por un hecho cotidiano: Un trámite burocrático que, proyectado administrativamente para durar 15 minutos, se prolonga hasta la náusea por el tan cacareado problema de la apatía de los burócratas, esa especie que muchos quisiéramos en extinción.
Burócrata, como tal, no es realmente una mala palabra (en serio), de hecho en países como Alemania o Inglaterra, un burócrata es tan bien visto como un médico o un profesor, una persona cabal, trabajadora, que por añadidura sirve a la patria en las maneras tan diversas que la administración pública le permite y faculta. El problema es La burocracia a la Mexicana. El nuestro es, aceptémoslo, un pueblo apático. Nuestra gente tiene un ingenio que ya quisiera Tolkien o Julio Verne cuando se trata de inventarse pretextos para no trabajar. Todo es una buena excusa. ¿Qué hay una marcha sindical? Unámonos; ¿Qué si es día de San Mateo? Celebrémoslo; ¿Qué si no se trabaja el Jueves? Tomemos también el viernes; ¿Qué si tenemos un leve resfriado? Reposemos en casa, no se vaya a complicar. Todo se convierte en un pie para fundamentar legal, campechana y socialmente nuestra ausencia del trabajo o, en casos inevitables, nuestra escasa productividad. Este es el semblante de un burócrata mexicano:
8:25 am- Llega el (la) burócrata con casi media hora de retraso a ocupar la ventanilla o escritorio en el que todos los días desparrama su generalmente obesa humanidad. En el camino tropieza con la fila de 30 personas que le esperan desde hace 35 minutos, esperando en actitud de sueño guajiro, que su trámite sea expedito y fácil. El burócrata, faltaba más, no saluda ni da los buenos días, qué humos los de los pobres ciudadanos comunes que piensan que él, iluminado por el poder de un sello que nadie más posee se rebajará a darles los buenos días; no, el burócrata pasará de largo, todavía enfurecido por el tráfico del demonio que le ha agriado el sabor del primer café y el primer cigarro de la mañana, mientras recorría en su auto que le paga el estado (o sea tú,yo,todos) el camino desde la primaria donde sus dos rozagantes hijos se preparan para heredarle el puesto. Una vez asentado en su puesto, el burócrata se tomará el tiempo del mundo para abrir la ventanilla. Acomodará primero la pocilga en que el día anterior dejó convertido su espacio laboral, tirará al papelero la media torta de jamón que, verde y babosa, ha dormido sobre el escritorio, enjuagará los asientos negros semisólidos del café con que se la bajó, saludará a medio personal y compartirá con ellos chispeantes y amenas anécdotas de la mañana de tráfico como si no se hubiesen visto en meses y entonces, sólo entonces, siendo casi las 9 de la mañana y con un linchamiento público en plena gestación, berreará con voz de claxon de panadero: "Páasele, oiga, que hay mucha geeente".
Durante espacio de hora y media, el tipejo o tipeja en cuestión, atenderá, grosero y de mala gana, a la tercera parte de la fila, en su mayoría despidiéndolos con largas, negativas, "dése la vueltecita el lunes" y otras desilusiones, y a las 10:30, cuando el organismo impreque la necesidad de cafeína y nicotina, instalará el terrible letrerillo de "ventanilla fuera de servicio", dejando así en un palmo de narices durante fatídicos treinta minutos a la ya desesperada gente. Esto, señores y buenos amigos míos, es caldo de cultivo para prácticas tan dañinas a la economía personal como el coyotismo, la gestoría fantasma y el tráfico de influencias entre otros.
Hasta aquí el apartado de la conversación dedicado a la burocracia. En entrega posterior, el dedicado a la negativa actitud del común del pueblo meshica ante este y otros vicios.


16 noviembre 2004

un submundo de pacotilla

El mundo del cómic, tienda de la que hablé, si no mal recuerdo, en alguna entrada anterior, es un expendio bien surtido de buenas revistas de superhéroes, camisetas decentemente diseñadas para botanear y botanearse de algunos íconos modernos, figurines de colección de varios entrañables personajes de la historieta y la caricatura más o menos moderna y alguno que otro producto ocasional que está disponible sólo hasta agotar unas no muy abundantes existencias. Es, pues, una tienda bastante agradable a la vista, con paredes muy originalmente decoradas y mejor pintadas por algún tipo con mucho talento en la imitación del estilo de Rob Madureira y Todd McFarlane, con unos estantes de hierro que parecen fabricados en algún yunque de mala calaña y con un monitor donde habitualmente se está proyectando o algún buen Anime o una película tan pasable como Kill Bill, La lengua de las mariposas, Amèlie o Memento. En fin. Uno pensaría que este lugar es una cueva de lo más agradable para pasarse un rato, ver las portadas de los cómics del mes, disfrutar la nueva entrega de todos los cortes de Marvel (Avengers, Fantastic Four, X-men por supuesto) y cruzar alguna charla entretenida con los dueños, que son bastante amenos y sencillos. Pero la puerca pasa a torcer el rabo cuando se dan las 3 de la tarde y una jauría no clasificada en los tomos de Ciencias Naturales del sabio Mendehlson entra en escena. Describo: El prototipo en cuestión es alto como vara de bambú y con la misma complexión, cabellos de saiyan estilo gokú pero más parado, una proliferación alarmante de acné en el rostro y un aviso de bigote lechero -o en su defecto cantinflero- sobre el labio superior. Excepcionalmente, el sujeto lucirá una humanidad descomunal de lonjas sobrepuestas. En todo caso, lucirá ropas o de un gótico de lo más empolvado, o con camisetas alusivas a su personaje favorito (en muchos casos, snif, de Bob Esponja).
Cómo!! Pero si ese es un geek de lo más normal!! -dirán ustedes- Pues sí, este muchacho estereotípico se ve como un geek normal, un compufreak coleccionista de chingadera y media cuyo contacto sexual más erótico ha sido con una botella de crema Hinds, PERO, a diferencia del geek tradicional, especie encantadoramente conocedora de temas de interés como cine subterráneo, el futuro cercano de los mangas más vendidos, el nombre del actor que dobla a sutano o mengano en la versión en español de Caballeros del Zodiaco, este seudogeek tiene sólo un interés en la mente, tres sílabas funestas y mezquinas que emputan hasta niveles patológicos a un ser pleno de bondad y misericordia como yo: Yu Gi Oh (gritos ahogados de la concurrencia).
En efecto, la trastienda de la tienda (sé que la frase es pendeja) está destinada (pósters y bancas incluídas) al intercambio de tarjetitas del mamonsísimo juego ese que con el fin de vender cartitas hechas en taiwán, zaguán o uno de esos países que le deben a la piratería el 99% de su producto interno bruto, crearon hasta una caricatura, dos o tres videojuegos y toda una campaña mercadológica que haría llorar a un estudiante de Merca del Tec. A la hora mencionada, docenas, manadas, jaurías enteras de los cuasifenómenos estos dejan sus apasionantes vidas frente al televisor que proyecta un show en el que puedes decir con el poder de tu click quien es Sexsí y quien Sexno para ejercer el derecho de reunión consagrado en nuestra carta magna (maldito juicio de amparo) y regodearse en la poquitez de anhelos, ambiciones y proyección exterior, catafixiando junto con sus cartitas, hologramas y esas jaladeras, su autoestima, su futuro solitario y rechazado, y gestando con esto a un nuevo poeta de la onda desgarravenas de los cuales, siento decirlo, está llena esta tierra de dios.
Pobres muchachos- dice mi alma misericordiosa- Si tan sólo conocieran del verdadero mundo, el mundo que los dioses nos han dado. No ese submundo de pacotilla llamado Yu Gi Oh, donde los seres poderosos tienen nombres tan estúpidos como Mago Poderoso del Triángulo de Fuerza y Poder Místicos del Santo Niño de Atocha; no esa cloaca de erogaciones, donde tus puntos de popularidad son directamente proporcionales a lo voluminoso, centelleante y difícil de conseguir de tus cartitas, NO, sino al mundo verdadero, ese mundo donde todo es hermoso, donde tu fuerza te hace popular, donde evolucionas cada día y cada vez más conforme tengas aventuras y resultes airoso de las misiones que emprendas. Sí, ese mundo de recompensa a tu esfuerzo, de preocuparte por aniquilar a quienes te estorben y ayudar a aquellos que comparten tus causas, ese mundo de Luz y Sabiduría llamado DUNGEONS & DRAGONS.
Pero como siempre, pobres humanitos, están tan lejos de mí.

13 noviembre 2004

please stand by

No sé, tal vez porque no me importa gran cosa, si alguna vez han llegado ustedes a esos momentos en los que uno se siente parado de puntitas en la cornisa de la Chicago Tower con unas ganas infinitas de brincar al vacío y caer eternamente. Esa sensación de vértigo en el estómago, el viento mesándote los cabellos hacia el cielo con la fuerza que te dan tus 65 kilos de caída libre y los 9.8 metros sobre segundo de la fuerza de gravedad, la irritación en los ojos porque tus párpados no resisten cerrados a la presión de la caída y te ves obligado a contemplar, en forma difusa y acelerada cómo desciendes en superchinga a romperte la madre. Y de repente empiezas a caer hacia arriba... y a volar, a recorrer en la mente los lugares más ocultos de un terreno vedado al cuerpo desvalido: el de los cielos. Caes, imprimiendo, es cierto, ritmo a la caída, dirección, velocidad, caes pero no caes de veras, más bien estás caminando sin los pies, con la pura descomunal y traidora fuerza de tu subconsciente que te insinúa, pero tú no lo aceptas, que estás soñando. Cuando sueñas que vuelas, dicen los entendidos, es porque estás en una situación muy agobiante y que añoras libertad, pero te ves dificultado a conseguirla o a que recientemente se te ha hecho asequible y tu hipotálamo te lo traduce en su habitual lenguaje binario diciéndote que ahora vuelas y que tu espacio se vuelve tan inmenso como lo ha sido siempre en fábulas y lugares comunes el espacio.
Como dije antes, no sé ni me importa gran cosa si les ha pasado, pero a mí me ha seguido toda la vida este sueño y otro igual de cliché que es el de los maremotos. En este segundo sueño, que habitualmente en mitad del film mental se torna pesadilla, este servidor camina por alguna playa hermosa y soleada en el momento justo en el que a las placas tectónicas de la tierra se les pone en los cojones causar un sismo submarino de10 grados richter de intensidad, provocando que un tsunami (ola grandota) de 200mts. de altura se cierna amenazante sobre mi frágil humanidad. Huelga decir que, narcifan como soy, me despierto siempre en el momento en que la ola me causaría la muerte de permanecer dormido. A veces en este sueño aparecen personas muy queirdas por mí (las hay) y en lugar de amenazarme a mí, ellas son las que están en peligro, y en esos casos mi rol es tratar de salvarlos. Sólo lo he conseguido una vez, en una ocasión en que la persona desvalida era mi padre. Cabe mencionar que la escena de la salvación fue algo muy parecido a Cliffhanger o a cualquier churrobrusco jolibudense de ese estilo, por lo que desde entonces tengo a mi subconsciente en demanda legal y artística para que tenga sueños originales y no se ande fusilando mamadas.
Otro sueño recurrente en mis noches de adolescente era aquél en el que tenía que conducir el automóvil dart de mi señor jefe para salvar el día ya fuera de godzilla, mothra o los power rangers y como no sabía conducir, los sueños no llegaban a feliz término. Ese sueño desapareció en cuanto me consideré facultado para conducir sin asistencia.
Hum! Como tal vez ustedes habrán comenzado a notar para este punto, si es que no quedaron inmersos y embelesador por mi sosa narrativa, el propósito de este post no era hablar de los sueños, sino más bien de algo que los trágicos y tripeados sicólogos de los 90's dieron en llamar "crisis existenciales" (los mismos que dispararon las ventas de revistas como Eres, Tú, 15 a 20 y toda esa basura) pero, como suele pasar, este blog a veces tiene voluntad propia.

03 noviembre 2004

Stoopid gags

Hará cosa de cuatro o cinco meses que comencé a notar, horrorizado, el génesis de una de esas estúpidas muletillas que los fresas (cremas, popis, bonis, o como los llamen en tu ciudad) argullen cada tanto tiempo con el fin de ser "distintos" "cool" "únicos" y que sólo consiguen hacerlos ver "idénticos" "pendejos" "borregos". Los tipos y tipas en cuestión, y muy en especial los wannabes que nunca escasean, han agarrado de ponerle a todo el sufijo "ON". Es cosa de todos los días conectarme al mensojero y ver no uno ni dos, sino al menos a un pentagrupo de tarados con nicks que hacen referencia a:
1.-El lugar geográfico en donde andan, kinda :
(chingo de monitos) Fulano...Cancún Onnnnn(chingo de monitos).
2.-Los planes para la siguiente noche de juerga y algarabía, for example:
(kilo de jetas) Sutana... 2nite Antro Onnnn(jetitas de nuevo).
3.-Su estado anímico, tipo:
(jetas tristes) Mengana....Tristecita On(jetitas cortándose las venas).
4.-Y bueno, el menos estúpido, porque al menos tiene un significado traducible:
(caras idiotas) Perengano, salí a las tortillas, Cel On(siguen caras y status away).

No sé si en sus respectivas ciudades tengan el mismo problema, pero lo que es a mí, me cuesta mucho abstraerme de las costumbritas pendejas de la gente que me rodea y sobre todo de las que encuentro tan irritantes como esa. Me hacen recordar lo difícil que fue sobrellevar 3 episodios de meses cada uno, en los cuáles todos los estúpidos clientes del sushi bar donde tuve a bien prestar mis servicios hablaban única y exclusivamente de Big Bodrio, como si fuera una situación internacional de proporciones cataclísmicas y más aún, como si de sus pobres pronósticos y opiniones imbéciles dependiera el resultado final de la burda estrategia mercadológica cortesía de teidiotiza y pendemol.
Irritante, sin duda.

Don't forget to leave a comment on your local stupid people's costumes.

02 noviembre 2004

Feeling strangely fine

Me fui abruptamente a un viaje de autopista de cinco horas para darle un no muy fuerte abrazo a mi amada bisabuela en su cumpleaños no.94. Por ese motivo no había posteado (yo sé que estaban preocupados aunque finjan indiferencia). El viaje salió de la nada el sábado en la mañana durante una conversación telefónica con mi sr. padre en la que me aplicaron el viejo truco del desangramiento emocional para convencerme de dejar mi cómodo apartamento superequipado, mi harém de 17 odacuzcas, mi colección de mafaldas y a mini me a cambio de cinco lapsos de sesenta minutos detrás del volante con rumbo al pueblecillo encantador de crepúsculos arrebolados donde (sobre)vive la linda viejecilla que engendró a 14 escuincles, la mayor de las cuales engendró, a su vez, a siete escuincles, la mayor de las cuales engendró a este escuincle, que, si bien, no cuenta con el sistema reproductivo necesario para alojar durante los nueve meses protocolares a un escuincle, sí trajo ya al mundo a la quinta generación desde aquel lejano 31 de Octubre de 1910 en que mi bisabuela dio sus primeros berridos.
Sólo la primera hora de camino estuvo tranquila, pues antes de llegar a Guaymas ya la lluvia había comenzado a hacer de las suyas y Dante -fiel copiloto- tuvo que hacer uso de sus mejores anécdotas e imitaciones de voces de caricaturas para evitar que me quedara dormido al timón, arrullado suavemente por el fresco viento y el monótono chipi chipi del agua en el cristal. En Cd.Obregón llamamos a mis jefes que casualmente habían ido a hacer el super a Wal Mart y andaban en la misma ciudad, por lo que decidimos hacer convoy el resto del camino, idea que resultó providencial, pues adelantito de Navojoa los parabrisas del tsuru valieron pa puras verguenzas y tuvimos que guiarnos por las luces del pickup de mi jefe durante casi una hora en una carretera que parecía superficie lunar pantanosa de tanto bache y lodazal. Pero bueno, por obra y gracia de alguna inteligencia superior todo salió bien y aquí estamos todavía.
Anoche me quedé a dormir en casa de Angie, con mini me, que a últimas fechas tiene complejo de compañía petrolera gringa y se la pasa confundiendo a su madre con el medio oriente. Lo bueno es que se ha puesto muy robustito y estoy planeando alquilarlo para comerciales de pañales, comida para bebé y otros artilugios de esos que te venden la foto de un bien alimentado y aspectado humano amateur.
Y pues hoy la neta pinta para una hueva de lo más absoluta. Es día de los fieles difuntos, y como es costumbre, no hice nada. Gracias a Buda no se me ha muerto nadie tan cercano como para acordarme de ir a limpiar su cripta, llevarle dos panes, un tamal y un panal de Costeño, por tanto, cuando llego a acudir a un camposanto en compañía, generalmente, de mis papás, me dedico en exclusiva a la ingesta desmesurada de ponche y cocteles de elote, una debilidad remanente de mi infancia cada vez más empolvada.
Mañana otra vez a clases después de cuatro días de feliz asueto. Hoy me quería cortar el cabello pero no hay nada abierto. Pinche gente improductiva. Afortunadamente me pasaron 3 libros nuevos de dungeons, y como planeo organizar sesión para este fin de semana, me voy a checar el Monster Manual 3. Ehh, pásenlo bien.