16 diciembre 2005

sefiní

Amable lectorio: mi semestre ha terminado.
Anoche recibí mi último promedio, no sin cierto pánico puesto que un mal resultado me hubiese condenado a acortar mis vacaciones en casi quince días, lo cuál, tomando en cuenta que planeo pasármelas al lado de mi hermoso heredero, hubiera sido un castigo peor que escuchar un lápiz sin punta rayando un cuaderno durante esas dos semanas. Afortunadamente aprobé y ahora estoy dando los últimos ajustes a mi viaje, que será mañana a las 4:30.
En unos minutos me lanzo a la lavandería, luego tengo que ir al banco a hacer un par de trámites, de ahí a la facultad a hacer un trámite más y a las 2:00 tenemos cita en el Scratch du Ouro con la banda ñoña de la carrera para una comida de despedida. Para quienes no son de Guanatos, el Scratch es un restorán tipo buffet de comida brasilera, en particular de esa variedad llamada "espadas" que consiste en cortes de jugosa carne ensartada en largas varillas de metal. Suena, bien, ¿no es cierto?
Por la tarde quiero ir a Taiwán de Dios a mercar la última piratería del año. A mi esos comerciales de "me saqué un 10 pirata" me invitan a cagarme de la risa de sus débiles intentos, que no succionen, si quieren que compre las películas originales no las pongan a más de $200. Estaría dispuesto a pagar si acaso $150 y eso sólo por películas que venero. Como lamentablemente esas películas no rebasan las 10 y hay otras muchas que me agrada ver como entretenimiento sin llegar a la obnubilación (o sin sufrir comportamientos esquizoides como cuando vi matrix o LOTR) pues seguiré acudiendo al mercado corsario. Lo siento, IP.
Por cierto, tuve dos 100 en mis resultados de este semestre, además de un 95. Lo demás pues fue igual aprobatorio, pero nada sobresaliente. (Mano sobre el Silmarilliön) Pero prometo que el próximo semestre lo haré mejor y estabilizaré mi promedio lo suficiente como para poder entrar de intercambio a Alemania o Tokio. He dicho.

13 diciembre 2005

De espirales, círculos y otras curvas innecesarias

Cada vez me convenzo más que la frase del coronel Aureliano Buendía en Cien Años de Soledad era cierta y que el tiempo no pasa, sino que da vueltas en redondo.

Hay eventos, ciertos eventos, que por su continuidad marcan una especie de hito en etapas de nuestra vida. Eventos como una escuela, un tipo de gente, una actividad cualquiera, que conforman lo que llamamos un parteaguas. Tan pronto como ese evento termina, se cierra un ciclo, una vuelta de la espiral y se abre uno nuevo.
Sin embargo, irremediablemente esos círculos dan la vuelta en redondo, la espiral cambia su sentido y uno se encuentra de pronto viviendo esa época de su vida, pero ahora con conocimiento previo de móviles y causas y quizá hasta dones premonitorios para los que la viciosa retroactividad del tiempo lo ha preparado.

La vida no es una línea como la recta numérica que nos enseñaban en la primaria, aquella de los saltitos de rana que marcaban momentos, números, y que de ser nuestro modelo de vida marcaría fechas, eventos. Siguiendo con la analogía, la vida es más bien ese círculo enorme en el que señalar un punto es algo tan impreciso como buscarle esquinas. Hay fechas, concuerdo, hay momentos, concuerdo, pero discurro totalmente de la idea del antes y el después. Lo dudo. Creo que existe un solo instante y que ese instante único es el que se vive ahora y ahora y ahora y ahora.... tienen la idea.

¿Se han dado cuenta a cuántas personas sigue importándoles algo? Es patético, carajo. Hoy tripulaba un 258A rumbo a la facultad, 12:30p.m. tráfico bastante pesado, un chofer que seguramente fue traído desde el Destruction Rally y un camión atestado. Parada en Alcalde, aborda una señora con un bebé en los brazos y otro en proceso de gestación (estaba embarazada, por favor díganme que este paréntesis es inútil). Bueno, en condiciones normales uno diría "alguno de los muchos jóvenes que van cómodamente sentados se preocuparon de darle su asiento a la buena mujer que está próxima a traer al mundo a una personita que quizá revolucione este gigantesco depósito de heces fecales que llamamos país" ¿Cierto? Pobres ilusos. Por supuesto que no, bastó que la señora contemplara las filas de asientos llenos para que todo mundo hiciera un revire que hubiera envidiado Fernando Valenzuela y se pusieran a mirar disimulademente por la ventana. En derecho procesal, eso se llama "alegar demencia", en castellano vulgo eso se llama "hacerse muy pendejo"
No sé porqué hago bilis. Ya debería haberme acostumbrado a que "este mundo es este mundo" (op. cit. mafalda), a que la gente va en una recta descendente hacia el más puro de los darwinismos y a que por más que uno se intranquilice, cada vez importa menos.
No quiero caer en clichés ni mucho menos en sermones, así que declaro oficialmente censurado el choro mareador y moralizante que iba aquí <<<>>>

Desahogado como me siento, procedo a una larga noche de estudio. Mañana se decide mi calificación de Histología y junto con ella la duración de mis vacaciones. Se aceptan rezos y buena vibra.

12 diciembre 2005

De paralelos, bisectrices y otras rectas inútiles

Si tuviera un centavo por cada vez que he decidido ser una buena persona, tendría 3 centavos.
-Cita escuchada en algún lugar que ya olvidé.

Han de saber, oh caros lectores (sí, ustedes dos) que el que escribe estas líneas tiene ya oficialmente cuatro meses viviendo en Guadalajara, una de las ciudades más bellas de México, enorme como corresponde a su calidad de "área metropolitana", de un clima tan agradable como nosotros los sonorenses sólo somos capaces de soñar y con gente tan amable que a veces a uno se le olvida que el D.F. está a menos de seis horas.
Ayer domingo, mientras regresaba del partido de futbol, comentaba con Gabo y Omar que quizá esta sea la ciudad con más parques del país. Por supuesto no tengo el dato exacto (dudo que ese dato exista) pero vamos, aquí hay, por lo menos en la zona céntrica un parque cada dos cuadras. Saquen cuentas. Además en el meritito corazón de Guanatos, entre la catedral, plaza de armas, rotonda de los hombres ilustres y etcétera, hay por lo menos diez parques en un área de quizá dos kilómetros cuadrados. Esos son muchos parques.
Tristemente, cada parque de esa zona, tiene además de su quiosco, su estatua, sus palomos y su vendedor de jericallas, a uno, dos o diez mendicantes, seres de esos a los que la vida les pasó por encima, metió reversa y luego les patinó hasta que terminó de hacerles cachitos toda alegría de vivirla.
Uno que se pone emotivo a veces (sí, tengo un corazón, aunque no lo uso mucho) tiene que tragar saliva cuando ve a la parejita de ancianos que tocan una guitarra y una armónica en el callejón que lleva a la plaza de armas viniendo por pedro moreno, viéndolos cómo tocan a pesar que apenas pueden tenerse en pie, derrotando a cada segundo la fragilidad ya demasiado evidente de sus cuerpos cansados, la erosión casi audible de sus huesos roídos por el tiempo, la cicatrización de los ojos sin luz de él, las arrugas marchitas que circundan los labios de ella. Pero todo termina de explotar cuando uno los ve terminar su canción, alargar la mano que sostiene un vaso de hieloseco donde habrán de caer una o dos monedas y tomarse la mano para comenzar a caminar. Sí, tomarse de la mano.
Entendamos: Son ancianos, son pobres hasta extremos lastimeros, seguramente están bastante enfermos. Pero están juntos. Se tienen. Y esa mutua pertenencia, les aseguro, no la cambiarían ni por juventud, ni por salud, ni por fortunas inmensas.

He visto muchas cosas que mis ojos de provinciano no habían visto antes.
Lo frívolo: centros comerciales donde encuentras desde un tattoo place hasta un cine de catorce salas, desde un dunkin'donuts hasta una sucursal de radio shack.
Lo extravagante: Sex Shops que incluyen cafetería, servicio de bar, desfiles de pasarela y filmaciones "calientitas" para que te animes a comprar.
Lo beato: templos católicos que llegan a estar a menos de dos cuadras de distancia uno del otro (aunque no hay ciudad mexicana que le haga la competencia a Morelia, hay más iglesias que cantinas, dicen).
Lo económico: Bara, bara, tiendas alrededor de San Juan donde te llevas 5 camisetas por $100, 3 pares de calcetines por $25, un paquete de 4 pilas DuraSel (sic) por $10, 5 tacos y un refresco por $15 (varios microorganismos incluidos sin costo).
Lo variopinto: Punketines de pelos verdes de 40cm de altura (los pelos, no los punketines) con unas botas que pondrían verde a Robocop y tantos aretes en la jeta que me encantaría acercarles un gigantesco imán.
Lo sublime: Gente que te hace mil recomendaciones y te da consejos desinteresados cuando se da cuenta que eres un pueblerino con cara de perro extraviado en plena autopista.
Lo urbano: Un tren ligero, que es lo más parecido que este servidor ha visto al metro, y que va tan rápido que el otro día me bajé antes de subirme (estupidez patrocinada por empresas Gabo).

Y bueno, para los que no están muy enterados, vivo en una casa bastante guapa, en una colonia muy tranquila y bonita bastante cerca de La Minerva (qué chiquita es la Minerva cuando uno ya no tiene 14 años y la ve todos los días). La casa es de dos plantas, tiene ocho recámaras, tres y medio baños (medio significa sin regadera, no crean que tienen que evacuar de aguilita o que el agua se tira por la mitad que falta, neófitos). Tiene cochera que espero utilizar el próximo semestre, tiene un balcón muy agradable para ver amanecer o anochecer, un jardín interior que si estuviera en Sonora sería el punto perfecto para una carne asada; tiene piscina, pero ya tiene un par de años sin usarse porque se rompió una tubería.
La gente que vive en las otras habitaciones me es casi ajena. Verán, yo estoy en casa de nueve de la noche a diez de la mañana, hora que no es precisamente la más adecuada para presentaciones, diálogos y esas cosas. Generalmente estoy encerrado en mi habitación, ya sea escribiendo algo en la computadora, leyendo alguno de los libros que me presta Vidhi o escuchando agradable música. Sin embargo, me he ido enterando del resto de los asistidos que son:
1.-Vidhi, una mujer hindú que andará por los treinta y tantos, pequeña como salario mínimo, pero bastante culta. Vive acá porque está haciendo una maestría en literatura hispanoamericana en la Universidad de Guadalajara. Como ya mencioné, es mi fuente gratuita de literatura.
2.-Alicia, otra otoñal damisela, ciega como un murciélago, que se dedica a la venta de medicina naturista y milita en las filas de la cientología.
3.-Yesenia, una jovenzuela que estudia diseño de modas (gran futuro el suyo<-sarcasmo gratis) gorda como la cartera de Montiel y fea como su reputación.
4.-Nadia o Nidia, quién sabe, que hace de hostess en un restaurant y a la que he visto una vez en mi vida. Su historia me es tan ajena como indiferente, pero sospecho que está bastante pirada y eso me basta para cerrar con seguro en la noche. No quiero despertar y verla con un cuchillo en la mano tratando de abrirme otro ombligo.
5.-Pepe, un tipo que fue rico y que lo perdió todo apostando. Uno de esos infelices cuya historia podría contarse en una novela si no fuera tan reservado y lo viéramos más.

Mi vida en casa se puede resumir con la palabra Ermitaño. No hablo con nadie y trato de que me correspondan en la misma forma. No es ni petulancia ni nada por el estilo, simplemente sé que no congenio con ninguno y no quiero desgastarnos en hipocresías. Cuando mucho nos damos los buenos días /tardes/ noches y ahí te ves.
Intentaré continuar este tema otro día, hoy la idea se difuminó.

11 diciembre 2005

pausas

Siempre he preferido el tequila a las certezas, por ser aquél menos amargo. Creo que el mundo está hecho de muy pocas cosas y estoy seguro que esas pocas se desentienden en forma continua de su orden y se revuelcan de pálidos dolores en un rincón cualesquiera. Alguna vez fui rico y ahora soy pobre hasta la miseria, pero en ninguno de los dos extremos encontré lo necesario para existir en forma independiente.
Me detengo. Respiro. Exhalación. Respiro. Soy conciente de estar reescribiendo el mismo párrafo, la misma sucesión de trivialidades que a nadie habrán de interesarle o de robarle los mínimos dos minutos necesarios para leerlo de cabo a rabo, respirar, exhalar, respirar otra vez y luego conmiserarse de la debilidad de espíritu que no le permitió hacer una bola amorfa con este desventurado papel que porta estas desventuradas letras en las que ahora plasmo que sigo escribiendo el mismo párrafo que he escrito muchas veces, totalmente conciente de estar haciéndolo y totalmente adivinando la multitud de futuros que habrán de tener estas palabras aleatoriamente concatenadas sin fines distintos a la repetición eterna de este párrafo tantas veces repetido y nunca comprendido, este párrafo sucesivo, glorioso, blasfemo, en el que me quejo y me gozo y me siento de pronto como flotando en espesos mares de líquenes anversos, de lirios marchitos y tétricos coágulos de sangre cardiaca.
Pausa. No hay respiro ni exhalación ni nuevo respiro. Se ha marchado para siempre el instante en el que dilato mis fosas nasales y ejercito los músculos aspiradores para atascarme de ese oxígeno enrarecido y el aire nauseabundo de esta habitación saturada de una fetidez oculta, de una humedad acumulada en las venas mismas de las paredes, del tabaco podrido y añejado en cientos y cientos de sudores que alguna vez mojaron las sábanas de la cama, toda esa multitud de humanidades diseminada en moléculas ínfimas viajando por mi nariz, mi faringe, la tráquea, un pulmón y de regreso, purificadas, contenidas en la molécula nueva, absuelta y renacida de la exhalación.
Bebo un trago largo y ansioso al café que ondula en el tazón junto a la libreta de notas. No tiene azúcar. Detesto el sabor ácido y algo metálico del café sin azúcar en la parte trasera de la lengua. Lo bebo porque es lo único disponible en esta casa además de licor y no he podido encontrar endulzante en ningún lado.
Respiro. Gusto el aire que se mete hasta el fondo de los pulmones y lo paladeo como si se tratara de un sorbo de vino. No encuentro los resabios de humedad, ni de tabaco ni de sudores ocultos. Exhalo.

10 diciembre 2005

¿y qué?

No niego que esto, el sólo hecho de sentarme aquí, frente a este papel en blanco, sin más armas que este bolígrafo de tinta generosamente negra, teniendo tan cerca que puedo olerlo un tazón de café caliente cuyo exquisito aroma anticipa un sabor agradabilísimo y cometer el acto egoísta de desentenderme de cuantos problemas puedan estar aquejando en este instante simultáneo a tantos y tantos habitantes como tiene este sórdido y venido a menos planeta que nos tocó en suerte habitar sea en modo alguno distinto de la vanidad, esa vanidad inherente a los seres humanos que, como yo, han tenido la suerte de que un personaje perdido en las brumas del pasado se haya tomado un par de meses de su también sórdida y venida a menos existencia para enseñarnos a escribir y consecuentemente a leer, acto ese también, si no de una vanidad pura, si por lo menos de un conato de ella, puesto que la lectura, ese paréntesis en las vidas de cualquier manera sosegadas, esa introspección de los ojos a una ventana siempre abierta, ese fisgoneo inacabado de nuestras secuestradas infancias, no es sino la manera que tenemos los insignificantes seres vivos de consolar nuestros patéticos espíritus con el ficticio recorrido de vidas menos áridas.

08 diciembre 2005

11:11

A veces uno simplemente se queda sin nada qué decir.
A veces uno se encuentra con que, a pesar de que podría decir tantísimas cosas, ninguna tiene sentido.
A veces uno se encuentra solo, en la más absoluta y pura de las ausencias, preguntándose cómo fue que eso pasó.
A veces uno ve que es jueves, que son las 11:11 de la noche y el mundo le ha dejado fuera.
a veces uno no entiende, por más que se rompa la cabeza y se exprima el alma, no entiende una maldita cosa.
A veces uno aprecia lo que despreció y desprecia lo que apreció.
A veces uno olvida que no hay riesgo mayor que enamorarse.
A veces uno recuerda que no hay sacrificio peor que reprimirse.
A veces uno simplemente escribe para evitar las ganas de llorar.
A veces uno quisiera estar más allá de lo terrenal, para poder exorcizarse de sentimientos, de lágrimas y risa, de corazones ajenos y propio, de vida, de muerte, simplemente desalojarse de este cuerpo ancla que lo mantiene sujeto a los vaivenes de la humanidad y desprenderse como una libélula, volando, brillando, difuminándose.
A veces yo no entiendo y me da rabia.
A veces, sin embargo, entiendo, y eso es peor.

05 diciembre 2005

miénteme

Hay mañanas -como la de hoy- en las que me despierto simplemente con la inquietud recorriéndome las fibras del cuerpo como pequeñas descargas eléctricas. Es un calambre juguetón que se siente de pronto en la espalda, luego en los brazos y después desaparece para volver a aparecer en la piel del rostro. Es el impulso de contar lo que sucede, lo que ya ha sucedido o lo que no ha de ocurrir jamás, pero que me gusta suponer que sí lo hizo.
Mi madre dice que fui un niño muy preguntón. En honor a la verdad, debo decir que no lo recuerdo. Las cosas que más recuerdo de mi infancia no son en realidad recuerdos míos, sino memorias de cosas que ella misma me ha contado a lo largo de nuestra coexistencia. Mi infancia, a diferencia de muchas otras infancias que conozco, es una bruma cenagosa en la que pocas fotografías son fáciles de ubicar en un contexto de nostalgias comprimidas. Para infortunio de aquellas personas que han llegado a quererme, esta es la raíz de la mitomanía que ha condenado la mitad de mis relaciones al fracaso y la otra mitad al sinsentido.
Aprendí a mentir muy joven, impulsado no por el instinto malsano de disfrazar verdades que me incomodaran, sino por una descomunal pobreza de espíritu que me impedía averiguar esas mismas verdades. Poco a poco fui aprendiendo a tejer historias para resarcir los huecos entre un retazo y otro de los eventos de mi vida y así me encontré un día con que la invención se me había vuelto una herramienta tan preciosa que me era casi imprescindible. Entonces empecé a escribir.
La escritura es un oficio de mentirosos. Quien escriba y opine lo contrario, está mintiendo, por lo tanto tiene potencial. También es, para desgracia de muchos, oficio de locos. Nadie en su sano juicio escribe algo digno de ser leído. Ninguna mente estéril puede producir frutos sabrosos. Las mentes desviadas son mucho más fértiles.

tres

El miércoles parece que los días no pretenden sino volverse peores. Despierto después del mediodía, arrullado por el ruido del aire acondicionado y en la modorra de la oscuridad casi total de la recámara. La garganta me duele más que ayer, a pesar de que antes de dormir me tomé dos cápsulas de antibiótico y un té.
Comienzo a hilar mis pensamientos contra la voluntad del cuerpo y la primera idea que me viene a la mente es la del paquete de carne que dejé anoche en el fregadero para descongelarlo. Veo la hora en el despertador: 02:30 p. m. Una imagen nítida se me dibuja entonces en el revés de los párpados, un paquete de carne verdosa, con una baba espesa y cubierta de pequeños gusanos blanquecinos. El asco me retuerce las tripas.
Lo primero que hago es toser tres veces. El dolor de la garganta se hace más obvio, se junta con una oquedad en el pecho y el eco grave de los bronquios casi cerrados. Cierro los ojos y me tapo los oídos con las manos para escuchar el ritmo de mi respiración. Entonces siento la presencia casi olvidada del chillido del asma. ?Puta? pienso.
El inhalador no está en el armario, aún cuando no suelo moverlo de ahí. No me preocupo, después de todo el episodio no parece grave, el chillido no aumenta en profundidad. Tengo tiempo para encontrarlo y ahora hay que ver si la carne del fregadero sigue siendo comestible.
Sobre la mesa del comedor hay tres libros mal acomodados y el recibo del teléfono con fecha de vencimiento de hace tres días. Olvidé pagarlo, por supuesto. Las flores del jarrón están secas, marchitas y arrugadas. Fúnebres. Creo que eran margaritas, aunque no sé porqué habría margaritas en el jarrón de la mesa. Lo único distinto es el sobre amarillo y pardo del correo expreso. Lo veo por tercer día consecutivo entre los libros y reconsidero la idea de abrirlo para saber qué ha respondido María Luz a mi súplica de conocernos. Termino dejándolo para más tarde.
La carne se ve sana, sonrosada y sanguínea. Se ha descongelado por completo y los coágulos que había formado el frío se han convertido en pequeños yacimientos de sangre en los ángulos del hielo seco. Pero no hay coloración verdosa, viscosidades ni artrópodos carnívoros en vías de metamorfosis, y con eso es suficiente. Enciendo el piloto y pongo el sartén con aceite antes de salar la carne. Mientras la cocino me auto compadezco por tener este resfriado de mierda y no percibir ni lejanamente los aromas del guiso a ver si con eso se me despierta un poco el apetito.
Pienso en la mujer que escribe las cartas, esos papeles azafranados que desde hace tres años de dejan de llegar el segundo martes de cada mes, siempre a las diez de la mañana. Intento formar en mi mente, con los ojos cerrados, la imagen precisa de su rostro, pero no encuentro uno solo de sus rasgos en la memoria para comenzar.

03 diciembre 2005

dos

Son cerca de las cuatro cuando Julia vuelve a pronunciar palabra. La bocina sigue a medio metro de mi oído, en el naufragio blanco de la almohada de junto, y sin embargo su voz es clara y sus palabras breves:
-Habríamos de ir a ver el mar.
-¿Ahora?- Pregunto por mero formulismo.
-Ayer. Ahora parece demasiado tarde.
-Son las cuatro de la mañana- digo.
-Me gusta el color del mar cuando la luna se va perdiendo- responde- Pero de todos modos el mar que quiero ver no existe.
-¿Quieres que vayamos en la mañana?
Pero Julia calla, porque sabe que esa oración que pareció pregunta lo es cada vez menos. Dos chasquidos y humo: Julia ha encendido un cigarrillo. Huelo el tabaco virgen que empieza a crepitar en el ánima blanca de papel arroz. Siento los dedos ávidos de Julia pasando el cuerpo cilíndrico entre sus cinco dedos. Inhala una bocanada profunda, el humo denso, terroso, atraviesa el vacío de la boca cerrada, acaricia la lengua con un picor ligero, calienta los pulmones y sale en una exhalación abrupta, disipándose entre el edredón y las sábanas limpias.
-Estás fumando.
-No- dice Julia- No me gusta fumar en el cuarto. El olor del humo se queda en el edredón y las sábanas.
-Pues yo me estoy fumando el primero del día- digo en voz muy baja para no despertar al gato.
-Tú ni siquiera fumas- me dice con esa voz de humo y madrugada.
Sonrío antes de responderle: No veo el inconveniente.
El farol de la esquina cubre las cosas de una luz rojiza y lúgubre que contrasta con la coloración azul marina de las nubes. La luna, por su parte, es una plenitud de blanco.
-Es un fraude- digo, pero no estoy seguro de estar diciéndoselo a Julia- Esta madrugada tiene demasiados colores.
-Te lo advertí- responde ? Cierra las ventanas de noche si no quieres más chascos como este.
Ahora el silencio se siente más cercano, más tangible. La madrugada avanza dando tumbos, como una hora torpe, indecisa. Ningún perro afuera husmeando, ningún muerto que yazga sin futuro. Una hora torpe.
-Julia- murmuro. Julia calla ?Hasta mañana.
-Espera- dice por fin la voz de Julia- Aquí estoy. Trataba de escuchar a los grillos.
-¿Los escuchas?
-No. Hoy no vienen, hay luna llena. Se me había olvidado.
-Julia- digo de nuevo, musitando.
-¿Sí?
Aspiro profundamente antes de hablar.
-¿Haremos el amor?
-Tal vez. Pero será de día, en una habitación enteramente blanca, con las ventanas abiertas y un espejo grande. Quiero vernos las caras.
No respondo. En el fondo esperaba que Julia entendiese que esa oración que pareció pregunta lo es cada vez menos.
-Hasta mañana- digo de nuevo, pero esta vez Julia es un eco.

02 diciembre 2005

uno

El viernes, un viernes de preámbulos abiertos -el cielo en la ventana, nubes de lluvia en el anverso de la noche- me percaté que era Julia la voz en el teléfono, respondiendo a otra voz, que era mía.
-Yo no creo que estemos tan de acuerdo como dices- decía.
-Yo tampoco.
-Entonces estamos de acuerdo. Qué romántico.
-Cuidado. Recuerda que el romance es una fórmula riesgosa.
-Qué interesante.
Sin embargo la depuración esforzada en su tono de voz no fue suficiente para burlar mi oído. Era el mismo interesante que yo utilizo para desenfadar tantas trivialidades cotidianas, un recurso salpicado en cierto residuo de parodia.
-E incierto- completé.
-Siempre es buena una certeza, aunque sea la de la incertidumbre.
-Suenas a Heisenberg. Pero de todos modos?
-No creo que de todos.
-No discutamos: de algunos modos.
-Mejor, mucho mejor.
Acomodo el cuerpo lo mejor posible mientras pienso en lo distinta que es esta Julia de la Julia que se fue. No recuerdo que fuera tan ingeniosa antes de que le faltara infancia, cuando se trepaba en el álamo del patio sin que le importara rasparse la piel con la corteza, la misma piel que ahora es una sola cosa tensa, uniforme y vasta por la que los ojos y las manos resbalan y se caen como en un hueco de aliento entrecortado.
No. Antes las cosas no tenían un trasfondo, las palabras eran lo que decían y trasponerlas era apenas cosa de juego, una afición sin consecuencias. Eso era cuando Julia era Sandra, nada más. Ahora Julia dice todo dos veces, una con la voz y otra con la mirada, y uno tiene que entender las dos al mismo tiempo, si no quiere el agua helada de la risa de Julia por la espalda, esa risa que tampoco es aquella con la que se llenaba el cuerpo de lodo en cualquier charco de recuerdos posibles, la risa que no tenía nada de frío, pero que sí era líquida y vibrante, como estanque en donde caen montones de piedrecillas.
El silencio me avisa que Julia también comienza a ausentarse.
-Háblame- suplico- Háblame horas.
-¿Porqué?
-Porque no sabes el tiempo que he pasado imaginando tu voz en el desvelo de las tres y media, ni las súplicas mudas que hago a veces por un pedazo de palabra tuya, aunque sea sólo para dormir un poco. Sé que Julia sonríe en su habitación oscura, y sé que ha cerrado las persianas para no ver el cielo porque le tiene miedo a los fantasmas.
-No se me ocurre nada- dice.

30 noviembre 2005

Una rola

Sin pecar de azotado, tengo que decir que la trova, ese vilipendiado y mariconizado género musical en el que basta una buena lira para tener un toquín, me gusta a niveles cósmicos. No estoy seguro si fue Fernando Delgadillo el primero de los trovadores que me llegó a los oídos (había escuchado antes algo de Cortés y a Cabral, pero digan lo que digan a mi no me suenan a trovadores), pero creo que sí fue con la rolita aquella de "Julieta" que me empezó a llenar la trova. Debo haber tenido unos 19 o 20 años. Luego luego me puse a bajar todo lo que encontraba de este género que -lo reconozco sin ninguna pena- hasta entonces me fue tan ajeno como muchísimas cosas que mi adolescencia en un pueblo bicicletero me negó.
Eventualmente me encontré con Entre pairos y derivas, una rolota que expresaba en forma casi telepática ideas que yo tenía meses tratando de escribir en poesía y que F.D. pudo poner en música con una melodía bastante llevadera y figuras que -tampoco tengo empacho en aceptar esto- jamás se me hubieran ocurrido.
Pero bueno, ese no era el punto de todo este merequetembe. El punto es que, hace un par de años, rolando por la universidad, me llegó a las orejas (mis orejas son bastante flojas y nunca van hacia los ruidos, siempre esperan a que sean ellos los que recorran el camino) un dulce y armonioso afinar de guitarras. Corrí a buscar la fuente (no mis orejas, ellas sólo se dejaron llevar) y me topé con que frente al edificio de rectoría tocaba un colectivo llamado NorTrova, un grupúsculo (esta palabra me agrada, tiene tanto de despectiva) de jóvenes (y no tan jóvenes) obviamente norteños (de Sonora, pues) que andaban queriendo coquetear con la idea de ser músicos para (mal)vivir y que -oh, prodigioso milagro- habían tenido la osadía de juntarse con otros iguales y fundar algo con pies y cabeza.
Tocaban, pues, en sillas bien dispuestas para el efecto, ocho trovos, seis de ellos varones, dos de ellas guapas mujeres. A algunos ya los conocía porque tocaban en cafés culturosos a los que ya alguna azotada vez había ido, otros de plano eran rostros desconocidos. Pero todos me agradaron. Sin embargo, el punto alto de la noche (era de noche, by the way) fue cuando el que hacía de lidercillo de los portaliras anunció que tenían a un par de invitados especiales.
Eran un par de desarrapados (ah, el desdén) con más pinta de Caifanes en los 80's (flacos, despeinados, caras de viajados). Uno era veracruzano, el otro culichi.
"Bueno" dije yo, "por lo menos no pecan de regionalistas estos rasca-cuerdas"
2 minutos después tuve que callarme el hocico y tragarme mis palabras, porque el culichi en mención se trepó, afinó, y tocó una de las rolas más chingonas que he escuchado en mi (no muy) melómana existencia: Eco.
La canción en sí tiene una letra bastante simple, lo que me gustó en gran manera fue el recurso. Este tipo hizo una especie de aliteración, pero que no se parecía a nada que yo hubiera visto (ya después me encontré con que Villaurrutia lo había hecho antes, pero no tanto) y armó una canción compacta, de 4 estrofas (bis) que vale mucho la pena.
Por azares del destino, ese día no traía un maldito centavo en los bolsillos y no me pude hacer de alguno de los discos que el culichi traía en el morral. Mala suerte. Pero esa mala suerte se corrigió cuando Zinho (omnisciente de los lugares baratos, las tiendas de artículos chafas y los libros raros e inencontrables) llegó un día a la facultad con un compilado de la música de este wey, que por cierto, se llama David Aguilar.
Me quemé el disco, lo escuché hasta la náusea y luego lo olvidé en algún punto de mi mudanza Hermosillo-Guanatos, quedándome de nuevo sin manera de hacerme del cd.
Pero hoy, por recomendación de un buen compa, entré a una página donde se pueden bajar en versión mp3 algunas de las rolillas de Aguilar y prestamente me las agencié. Lo que podría resumir toda la idea de este post a "qué contento estoy porque ya tengo música que me gusta en la lap, snif".

Por cierto, la rola pueden bajarla de aquí (sólo si tienen una mente entre abierta, de lo contrario perderán su tiempo y sus pocas ganas de seguirle cayendo a este antro de perdición).

Coman tierra.

10 noviembre 2005

Jueves

Hoy es uno de esos días en los que nomás no traigo ánimos de hacer nada de lo que tengo que hacer. En primer lugar tuve que venir a la escuela, cosa de la que martes, jueves y sábados no me dan ganas porque llevo puras materias de las llamadas "paja", es decir nada con huesos, músculos, células, fármacos y esas cosas que me va a servir saber a la hora de ayudarle a alguien a morirse.
Además de eso tengo que exponer a las 5 de la tarde con un maestro que me cae peor que la carne de puerco con diarrea, de un tema más estúpido que ver ventaneando y durante dos horas (lo cuál para seguir con las analogías es más largo que el curriculum de Ignacio Burgoa, q.e.p.d.). Huelga decir que tampoco tengo ganas de eso. Lo malo del asunto es que ya me hice un prestigio de buen expositor (la modestia no es lo mío, la neta sí expongo muy chingón) y no quisiera perderlo viéndome balín aunque el tema sea una idiotez bastante soberana y el maestro el soberano de todos los idiotas.
Juegos de palabras aparte, el día de hoy se me antoja muchísimo para estar con mi hijo en la playa de mi pueblo jugando con su pelotita de fútbol y viéndolo correr, caerse de nalguitas y reír como solamente él tiene la capacidad de reír. Se me antoja para que toda mi familia y la de su madre estuviera también ahi (la familia de Angie es genial) y mi jefecito estuviera preparando su famosa carne asada (que es la mejor del universo y lo demás son mamadas).
Falta cosa de un mes (exactamente 37 días) para estar por allá, sé que es un poco apresurado para empezar a contar los días, pero qué le voy a hacer, son mis raíces y el mayor porcentaje de mi existencia los que me jalan.
En las noticias deportivas, nuestro equipo juega el domingo a las 10 a.m. y parece que mi pierna ya está en condiciones de jugar, por lo que quizá sí sea parte del cotejo. Los pumas ayer sacaron las agallas que les habían faltado en el torneo mexicano pero lo hicieron en la copa sudamericana y le dieron sopa de trola al corinthians du brasil 3-0 con dos goles de Marioni y uno de Leandro Augusto. Bien por el equipo de mi heredero que debe estar bastante contento (si es que alguien tuvo la idea genial de ponerle el partido, porque el todavía no sabe encontrar los canales en la t.v.)
Buen fin de semana.

08 noviembre 2005

mañanas, mañanas...

Me gustan las mañanas que se anuncian frescas, colándose por los quicios más angostos de ventanas y puertas cerradas con ese hálito de renovación y ese aire de cosa nueva, de vida sin estrenar que tienen las mañanas en el viento, en la luz, en el sonido mínimo de la vida floreciendo en el jardín.
Me gusta también la comodidad perfecta que se siente al recostarse sobre una alfombra de pasto que ha recibido el rocío matutino y el sol de las nueve de la mañana. Nada más recostarse y contemplar por larguísimos minutos las nubes que cambian de forma en el cielo, indiferentes a todo.
Me encanta amanecer sentado en la orilla de un océano cualquiera. Sentirme en el extremo exacto de algo tan enorme como el mar y verlo ir y venir en ese recorrido sigiloso en el que lleva siglos, ver ese mecanismo como de respiración de la marea, ver todos los colores que pueden percibirse sobre el horizonte y sentir hasta las fibras más hondas el escalofrío de estar viviendo la vuelta a la vida de un mundo completo.
Me gusta caminar por una calle desierta en el momento que precede a la lluvia. Ese instante preciso en que el viento es más frío, en que puede sentirse una garúa finísima en la piel y un claro aroma de tierra mojada y ver un cielo gris y conmovedoramente triste.
Lo que no me gusta es despertar y no ver su rostro a mi lado, plácidamente dormido, con las mejillas sonrosadas y rubicundas, la boca pequeñita ligeramente entreabierta y los ojos enormes cubiertos por los párpados delgados. Lo que no me gusta es despertar sin ver a mi pequeño heredero. Va desde aquí un beso a su madre que estos días está sintiendo lo que yo tengo casi 4 meses de padecer. Ojalá que no te dure tanto como a mí.

07 noviembre 2005

Little boy, you're going to hell

Es de todos sabido que yo soy un gran tipo. Soy un muchacho bonachón, generoso, caritativo, que gusta de ir por las calles repartiendo abrazos a los niños pobres y que dona cobijas a las colonias marginales, ayuda viejitas a cruzar la calle y compra cientos de cajas de galletas a las niñas exploradoras.
Lamentablemente, nada de esto es acertado. En realidad soy uno de los más grandiosos hijos de perra que ha dado la humanidad (Hitler me la pela), un ojete, malaentraña, abusivo, gandalla y demás adjetivos dignos de una rola del Tri.
Por eso este día me ha alcanzado la idea del infierno como próximo destino turístico. Y junto a esta idea me han alcanzado muchas dudas. Por ejemplo:
1.-Qué tipo de transporte es el encargado de llevarte al infierno? El avión sería una estupidez, puesto que (cualquiera lo sabe) el infierno está pa'bajo, el avión va pa'rriba y esa ecuación tendría inevitablemente malos resultados. Descarto el tren porque es demasiado lento para conducirme a un destino tan lejano. En barco o submarino, imposible, no hay agua en el infierno (usted sabe, el fuego la evapora).
2.-Si pago una tarifa lo suficientemente alta, podrán darme una suite con aire acondicionado? El calor me pone de un humor insoportable. Además quiero renunciar a la parte del paquete que incluye latigazos a las 9, 11, 3 y 7. Lo mismo para la sesión de acupuntura con astillas de bambú bajo las uñas. Gracias pero no, gracias.
3.-En realidad se escucha un rock agresivo y buena onda en el infierno? Digo, a mi se me hizo muy buen pedo la rola que escucha Kenny en South Park Bigger Longer and Uncut cuando cae a las llameantes llanuras del inframundo.
4.-El diablo es accesible? Teniendo que aparecérsele a campesinos y viejitas todas las noches en desolados parajes, jalarles las patas a niños traviesos, chupar la comida que se cae al suelo en todas las partes del mundo. El pobre tipo tiene alguna vez 5 minutos de sentarse a ver la tele?
5.-Esta pregunta no es mía, la vi en alguna fuente impresa y no recuerdo cuál: ¿El diablo acepta sobornos? Partimos del principio de que no puede ser un tipo de lo más honrado, ¿o sí? Si la respuesta es afirmativa, ¿cómo de cuánto estaríamos hablando?
6.-Habiendo tanta gente a la que quiero conocer en el infierno, ¿Tendrán una sección amarilla? o por lo menos algún tour por las casas de las estrellas (Me interesan particularmente Santa Anna, Víctor Hugo -no resisto las ganas de abofetearlo por dedicarle tantísimas páginas a monjas y conventos en Los Miserables- y Marilyn Monroe -no resisto las ganas en general-)
Les garantizo que si hay algún medio de comunicación online en el averno, publicaré un extenso artículo contándoles los resultados a mis dudas y a otras que por falta de tiempo me quedaré sin externar hoy.
Ah, y por supuesto, les guardaré un campito.

04 noviembre 2005

De evaluaciones y otras complicaciones

Hoy viernes, dentro de exactamente cuatro horas, debo presentar mi segundo examen departamental de morfología (antes anatomía) y debo confesar que no me siento listo.
En el primero no me fue mal, considerando que la mitad del grupo (16 de 30) lo reprobaron miserablemente y que yo lo pasé, aunque no con un puntaje muy presumible. Pues hoy es el segundo y a pesar de haber jurado y perjurado que llegaría a él más filoso que diente de tránsito, no me siento así.
No necesito replantearme muchas cosas. Desde hace como once años decidí que voy a ser médico (y no un medicucho cualquiera, sino un excelente médico) y ésta no es una cuestión académica. La carrera me encanta, esta materia es quizá mi favorita y el maestro es formidable. El problema soy yo y mi eterna falta de disciplina. Por ejemplo, anoche me propuse dormirme temprano (después de una estudiada, claro) y despertarme hoy a las 6a.m. para seguirle dando. Pues sí, puse el despertador a esa hora, me dormí temprano (todo lo que no tenga a.m. es temprano) pero saben a qué hora me digné salir de la cama? a las 10:21 a.m.
Así no se puede.
Ahorita estoy en la facultad esperando a que se reúna el grupo con el que estudio más a gusto para darle un buen rato a los aparatos respiratorio, cardiovascular, renal, digestivo, linfàtico, reproductor y si tuviéramos nosotros los mugres humanos aparato reproductos de discos compactos, tengan por seguro que este examen lo incluiría.
Lo voy a pasar, me cae, pero esto de "pasar" los exámenes tiene que dejar de ser suficiente.
¿Que si me lo prometo a mí mismo? Déjame pensar... No me gusta mentirme.

01 noviembre 2005

Renacer

Si existe un poder superior, nunca me cansaré de reconocerle algo: Tiene el mérito envidiable de haber creado a una criatura tan compleja como el ser humano.

Esta mañana me desperté con una nube en la cabeza, una nube completita de ideas opuestas entre sí, ideas deprimentes, ideas muy alegres, ideas pesimistas abrazadas con otras idealistas, ideas oscuras manchadas de ideas luminosas. Es decir que esta fue una buena mañana.

Llevo ya meses sumido en un letargo que no puedo permitirme continuar, por pura y simple ansiedad de seguir viviendo como un humano y no como un vulgar autómata, necesito prenderme fuego, hacerme polvito negro y caliente y luego aspirar con las fuerzas que me puedan quedar e intentar, como cursi ave fénix, renacer nuevecito.

Angel, te extraño, gracias por existir y por transmitirme a tantos cientos de kilómetros todo el amor que llevas dentro. Eres mi motivo y te amo.

19 marzo 2005

mafalda dixit

La escuincla argentina del cabello esponjoso nos legó (autoría de Quino, por supuesto) una frase sin desperdicio:
Nadie es buen Sherlock Holmes de sí mismo

En efecto, nadie a quien le interese investigar aspectos ocultos de su propia personalidad, hacer un autoanálisis o simplemente comprender uno de sus más recónditos miedos puede elegir a un investigador peor que su propia psique. Es simple, la psique siempre estará viciada, parcializada por factores tan diversos como el amor propio, la vanidad, el egocentrismo y un sinfín de estupideces de esas de las que ninguno está exento. El resultado, por supuesto, será en casos normales que la investigación arroje halagadores resultados, filtrados -claro está- por todo lo anteriormente mencionado. Peor aún cuando uno tenga ya una pobre visión de su persona y realice la investigación con afanes de mejora. Craso error, encontrará todavía más defectos y deyecciones de las que creía conocer.

Es recomendable entonces no meterse en ese embrollo. Mejor, si usted tiene alguna duda sobre si es un miserable y vomitivo infeliz, pregúnteme, yo se lo confirmaré. Si usted duda de su belleza interna o externa, hágamelo saber, yo le diré que esta es tan insignificante como un pelo en las nalgas de Ari Telch. En resumen, déjeme a mí juzgarle y condenarle, aún con mi desgraciadez, mi cinismo y mis corrosivos comentarios, lo haré mejor que usted.

En las noticias locales, hoy no pinta nada bien, a excepción de la tarde futbolera parece que las horas vespertinas serán aburridas como la voz de Sarmiento. Todo mundo ya ha emigrado o está en proceso de dirigirse a sus respectivos terruños o a buscar playita, por lo que la ciudad se va quedando desierta. No me quejo.

En los deportes, mi equipo volvió a perder, esta vez 6-1, me queda el consuelo de que yo no jugué porque programaron el juego muy tarde. Como ya dije, hoy hay futbol de la liga mexicana, me compraré un bonche de botanas y soda y me regodearé en la pereza mientras veo sudar como cerdos a la bola de weyes.

Queda usted informado, como decía algún buen presentador de noticias (o no tan bueno, pues no me acuerdo ni de su nombre)

12 marzo 2005

Donyons

Hoy pinta bien.
Tenemos sesión para jugar Dungeons a las 5 p.m. Dante, el wizard de cabecera, acaba de confirmar su asistencia, y con ello la buena marcha de la roleada. Todos mis players son buenos, me gusta el estilo de cada uno, pero reconozco con la mano en el corazón que cuando me faltan Otto o Dante, hay un rol mucho menos desenvuelto. El Bárbaro semiorco y el wizard son los que le ponen esa chispa tan necesaria para que además, de emocionante, la campaña sea divertida.
Ojalá que todos traigan lana para poder comprar pizza, traigo un chingo de antojo de pizza.
Estoy esperando a mi jefe, al parecer hoy será un día de chachas, el director general nacional de la empresa que representa nuestra cuenta más grande estará por acá el lunes y creo que nos va a tocar dejar la oficina impecable. Adiós trabajo intelectual. Me pregunto porqué en la facultad nunca me dieron materias como Plumero 1, Análisis del Trapeador, Métodos de Pulido y otras como esa. Al parecer hoy me harán falta.

07 marzo 2005

no reason to try

La vida, señoras y señores, carece de un fin último.
No se rompan la cabeza, rasguen vestiduras e imprequen al firmamento por la iluminación; no hay secretos, el fin de la vida es vivir, vivir lo mejor y más cómodamente posible y luego tratar de morirse con una cantidad suficiente de dignidad para no ser recordado como un bastardo miserable. No hay más.
Así que por favor, si usted me conoce, ha oído hablar de mi o alguna vez nos hemos topado nuestras horribles jetas, ahórreme en lo futuro todo indicio de drama, molestia, pujido o lo que sea que se le haya atravesado en su podrida mente para hacer mi vida un poco menos llevadera. No funcionará. Verá, yo vivo la vida esperando que termine, así que no hay muchas cosas que me preocupen. Está mi hijo, por supuesto, y mi familia, y mi constante preocupación de que se extingan los manatíes, las focas arpa, las tortugas gigantes de galápagos y los tiranosauros.
Fuera de eso, todo lo que usted haga, incluyendo dejar mensajes en mi tag-board, no logrará mayor mérito que una mentada mental de mi parte y nuevas amenazas de asesinato cuando descubra quién eres, pedazo de miserable.
So, now you know, i don't give a fuck about anything, there is no reason to try.

10 febrero 2005

Lo que se escucha en los pasillos de la Facultad

-Me parece totalmente inverosemen (?).
-Por ese método a lo único que llegaremos es a un desarrollo mal desarrollado (??).
-Estudien, muchachos, nada afecta tanto al país como la falta de buenos abogados (esto no está mal dicho, pero lo propongo como el mejor chiste del año, y apenas estamos en Febrero).
-¿Viste la película de Cien Mexicanos?- (Refiriéndose a "Un día sin Mexicanos").
-No we, no seas pendeja, no estaban casados, vivían en abigeato (pff).

Personajes que dicen diariamente frases como las anteriores se graduarán y titularán como abogados en los próximos meses. En un plazo de 5 a 10 años serán Empleados Públicos, Legisladores, Alcaldes y otras linduras. Ampáranos, Señor.


26 enero 2005

En uno de esos interesantísimos monólogos acompañados que la gente egocéntrica y vanidosa como yo tiene a bien llamar conversaciones, discurrí largamente sobre el Universo, el Tiempo y eso que, para no herir susceptibilidades, llamo simplemente Esencia Suprema (sí, lo mismo que ustedes, humanitos, llaman Dios, Buda, Alá, Krishna, Ra, Quetzalcoátl o Dólar).
El tema, cosa no fácilmente explicable, surgió de una interrogante puramente científica acerca de la composición y estado fisico del centro de la tierra. Va: La teoría generalmente aceptada es que el centro de la tierra es una masa ígnea perpetuamente móvil, lava pues, o magma, o comotiznados la quieran llamar, compuesta en un 85-90% por Hierro en gran proporción y níquel en cantidad algo menor, el resto, azufre, cobalto, carbono, oxígeno y esas otras cosas bellas, completan el redondo 100%. ¿Cierto? Pues no. En realidad, eso constituye una capa de alrededor de 2,225km de densidad llamada núcleo externo, en las profundidades de esa impenetrable capa del más efectivo derretidor conocido, se encuentra un esferoide totalmente sólido compuesto de los dos primeros metales reseñados en una aleación durísima y teóricamente casi invulnerable a las temperaturas extremas (considerando que llega a tolerar 6,650°C) dicho esferoide tiene 1,275km de radio, y es llamado núcleo interno. Esto todavía puede ser del dominio de muchos de ustedes. Lo que tal vez no sea tan conocido es el hecho de que, desde hace un par de años, se ha deslizado en los medios investigadores de la mayoría de los institutos "serios" de fisicos y geólogos, la propuesta del Dr. Adam Dzienwonsk y su colega oriental Miaki Ishii (doctora, por favor). La teoría, sustentada por algunas probanzas no perfectamente concluyentes, es que dentro de este esferoide se encuentra un esferoide más pequeño (de alrededor de 576 km de radio) constituído en un 100% de hierro sólido. La teoría, vista así de lejecitos, suena completamente aceptable en el sentido de que ese diseño de esferoides metálicos contenidos, en perpetuo movimiento, con componentes moleculares parecidos y cargas magnéticas totalmente variables de uno a otro, ¿ no les recuerda esto a algo? por ejemplo al diseño del átomo que les enseñaron en coloridas maquetas en la secundaria. La validez de esta teoría puede muy bien sustentarse en la lógica natural de la repetición de modelos de la más pequeñísimamente ínfima escala hasta la más multitudinariamente inconmensurable. Puede muy bien, también, explicarse así la existencia de las corrientes magnéticas, los cambios de cada 250 años en la intensidad y sentido de carga de los polos, la variación climática y muchas otras cosas que, de comprobarse el modelo de Dzienwonsk, encontrarían un pedestal de apoyo difícil de mejorar.
¿Porqué estoy hablando de esto ahora? ¿Porqué, más aún, estuve hablando de esto esa noche?
Me acuerdo perfectamente que en mi todavía cercana época preparatoriana compartía créditos con un grupo de sesudos muchachos, todos ellos brillantes, y la diversión en ese grupo consistía -más que el futbol o la cerveza- en proponer problemas físicos, matemáticos, algebraicos, en general científicos y darle respuestas lo mejor fundamentadas posibles. Existía un "club" (no de Tobi) llamado Eppur Si Muove, por la inminente influencia científica de la vieja escuela, que tenía sesiones de ajedrez, camisetas grabadas y golpizas aseguradas todas las mañanas. Sí, éramos ñoños y nos sentíamos orgullosos de serlo. Como buenos ñoños, éramos además unos menudos alfeñiques, por lo que no oponíamos gran resistencia. En parte por eso, en parte porque, dicho sea sin falsa modestia, éramos chicos muy simpáticos, realmente no nos molestaban (lo de las golpizas fue por louro cliché, saben que amo los clichés), mas bien gran cantidad de nuestros compañeros se interesaban por saber en qué merequetembe andábamos metidos cuando nos veían pasar con telescopios de cuatro lentes, con plaquetas de cristal con muestras de ésporas infinitesimales, con modelos aerodinámicos capaces de emular el sistema de planeación de los cóndores y en general con toda clase de bártulos experimentales.
Lo realmente, no sé, ácido de todo este asunto, es que ahora, de aquella alineación del Eppur Si Muove, uno es Ingeniero Electrónico y está especializándose en robótica con miras a irse a Tokio un día de éstos, otro es a los 23 años, un Ingeniero Industrial con un puesto jugo$$o en la C.F.E. (y sin parientes influyentes), otro de ellos ha desarrollado varios programas soporte para videojuegos comerciales, lo que también le ha redituado una lana, el penúltimo de ellos sufrió tres tragedias familiares en menos de un año y entró en una depresión tamaño nomames que lo alejó del camino de la ciencia y lo acercó al de la peda casi a niveles de fusión. Pobre cabrón.
El último de ellos soy yo. Pregunta: ¿Soy Ingeniero? No
Ya sé! Fisico!... pues No.
Ingeniero genético?... fríos fríos.
Médico?.... Desgraciadamente no.
¿Saben que he hecho a 5 años del Eppur Si Muove, esa gloriosa cantera de genios? Estoy por terminar, apenas, una carrera llamada Licenciatura en Derecho.
Si yo fuera Condorito, en este momento todos ustedes deberían estar haciendo un onomatopéyico PLOP, y pasando sus tobillos por encima de sus ojos.
Pero así es.... yo soy el único, el oveja negra, el repudiado, el pestilente, que no ha hecho migas con la ciencia a no ser que sea para impresionar a alguien mucho más lego que yo.
Recuerdo que cuando un profesor de la preparatoria iba a entrar al salón donde el Eppur Si Muove llevaba clases (aquel mítico 401 matutino), la reacción esperada era un escalofrío, la mirada elevándose al cielo, la persignada, implorar al santoral que los muchachos no vinieran muy preguntones. Y es que el Eppur no estaba a ese nivel, el Eppur era para Universidad desde dos años antes... el Eppur no necesitaba que le explicaran la composición del átomo, sino su descomposición... no estaba para teoremas empolvados, sino para experimentación vanguardista. El reo, nuestro gurú, brillante físico y sensei del Eppur, se sentía orgulloso, sonreía detrás de sus cabellos largos y ralos y sus barbas grises de genio distraído cada vez que alguno de nosotros llegaba a una conclusión acertada tras un arduo trabajo de hipótesis-experimentación-comprobación.
Ahora no sé dónde está mi genio, dónde el brillo, dónde la capacidad de imaginar. Me he dejado podrir por un sistema de mierda en una escuela de mierda con gene de... ustedes entienden.
Esto tengo que cambiarlo pronto, porque cada vez me deprime más el saber, y que me echen en cara, que mi potencial (me cago en la palabra Cornejesca) lo estoy tirando al caño. No seamos decadentes, yo no quiero quedar como el pendejo de Matt Damon en Good Will Hunting, Ni madres, si yo soy avispado, si en verdad tengo cabeza, quiero aprovecharla, quiero descubrir algo, quiero triunfar, y obviamente quiero, como resultado de ello, tener un chingo de lana y comprarle una carreola Porsche o Ferrari a mi pequeño geniecillo de 3 meses (quien por cierto, dice el pediatra que ya va a comer papillas, Albricias), una casa a lo mejor no enorme, pero... No, mejor que sí sea grandota, para poder invitar a mis amigos a dormir sin que tengan que tirarse en el suelo.
Apechugando el hecho ya innegable de que en 3 meses me gradúo, pues creo que tendría que empezar a vislumbrar las perspectivas de éxito en el campo del litigio, pero la triste verdad es que no puedo, no me siento con el estómago de reverendo hijo de puta que se necesita para hacer harina a cuanto pobredesgraciado me paren enfrente en un juicio.
Cuántos pedos existenciales para una sola mañana y yo ni siquiera he desayunado.
Aléjense, No me vean, ¡No me vean!

22 enero 2005

No entiendo el humor fácil. Me di cuenta anoche, cuando me descubrí callado y serio mientras todos a mi alrededor reían de un comentario que no entendí hasta después de una pronta explicación.
No entiendo porqué no entiendo el humor fácil, simplón y de consecuencias inmediatas, pero así es. Por el contrario, entiendo y me desternillo de risa con un humor complejísimo, de entreveraciones intrincadas, significaciones subyacentes y sutilezas de guante blanco y camuflaje.
Esto, de lo que me di cuenta anoche y que sigo repasando esta mañana aciaga, me causa un par de conflictos, el primero y más fuerte de ellos es la contradiccón de que, mientras esta lentitud para el humor me hace parecer un pendejo a la hora que todos se ríen mientras estoy callado, a la vez me hacen pensar que todos los demás son los lentos por encontrarle tanta gracia a comentarios de la simplicidad más elemental.
Claro, no es igual para todo. La excepción más clara a esta particularidad de mi quisquilloso humor es Polo Polo. Estoy de acuerdo con todos aquellos que piensan que los chistes de este comediante consisten en decir tres peladeces por cada cinco palabras, lo cual no obsta para que escuchar uno de sus chistes me haga doler el estómago de risa. Tal vez sea esto la excepción que confirma la regla, para hablar con frases hechas. El punto es que el humor fácil, pelado, crudo de los chistes de Polo Polo me carcajean a pesar de su rusticidad.
El sarcasmo, por otro lado, me causa un cosquilleo en la boca del estómago que es una de las cosas más parecidas a la risa silente. Lo mismo me pasa con el humor negro, ácido y cruel, al estilo de algunos buenos stand up comediants norteamericanos (Mark Oedekerk por ejemplo). El humor simplón de Jerry Seinfeld, por el contrario, me causa más gracia por el tono irritante de su voz que por el contenido neto de las palabras con las que arma sus rutinas.
No estoy muy seguro si esto pretendía llegar a alguna parte. Tal vez lo único concluible aquí es que hacerme reír es a veces demasiado complejo como para que valga la pena intentarlo, y a la vez, si alguien no lo está intentando muy probablemente lo consiga. No sé, ando muy desvelado.
Ojalá que les aguarde una buena carcajada el día de hoy, por ahí, agazapada en alguna parte, esperando para alegrarles la jornada.

15 enero 2005

Buena idea, mala idea

Buena idea:
Pistearte bien chido un viernes en la noche y dormirte a las 5 a.m. del sábado.
Mala idea:
Hacer lo anterior sabiendo que a las 8 a.m. entras al trabajo.
Buena idea:
Aprovechar las últimas existencias de cheve Nochebuena en los expendios y beberte algunas unidades.
Mala idea:
No revisar la fecha de caducidad hasta DESPUÉS de haberte bebido cinco.
Buena idea:
Acompañar una buena charla de seis horas con cerveza o tequila.
Mala idea:
Acompañar la misma charla con cerveza Y tequila.
Buena idea:
Portarte noble y llevar a tus compas a sus casas para que lleguen seguros, puesto que eres el menos pedo.
Mala idea:
Olvidar que tus compas viven en polos opuestos de la ciudad y que aunque seas el menos, de todos modos andas pedo, imbécil.
Buena idea:
Decidir que estás joven y que tienes que vivir y hacer de vez en cuando todo lo anterior.
Mala idea:
Olvidar que quieres llegar a viejo y hacer diariamente todo lo anterior.

Y parodiando a maese chango100::
Jalea mi cerebrum est.

13 enero 2005

Estoy casi 100% seguro de que fue en el blog de maese Manuel Lomelí donde leí en mis inicios blogosféricos una crítica dura a los lamebotas blogueros que son capaces de casi cualquier autodenigración con tal de conseguir un link en algún blog medianamente visitado. No me engaño, todos los orgullosos poseedores y maquiladores de una bitácora en internet rinden o han rendido en algún momento pleitesías a alguien que, ya sea por su trascendencia (cosa que, aunque al buen chango se le antoje ridícula, yo pienso existe), o en su defecto, por la simple permanencia que, al final de cuentas le rinde como tributo una cifra obesa en el visit counter, razón suficiente en la mini mente de un lameblogtas para doblarse en la conocida posición de pinicuchi a ofrecer su pureza al blogmaster en marras.
Servidor mismo, en su momento, le ha rendido sinceras pleitesías tanto a maese Lomelí como al gran Semidios, un tal manuel y un tal christian a quienes en mi vida he visto o quizá veré, puesto que el chango posterga su viaje a Hermosillo cada vez para más lejos, y sin embargo un par de tipos que, junto a ricardo cucamonga y su hilarante estilo de hacer web sites (el patíbulo, pelangocho.com, y ahora perra vida) puedo considerar sin pensarlo fuentes seguras de inspiración para hacer mi propio weblog, este que ustedes ven ahora.
Así, no me haría sonrojar que alguien me dijese: "Tú quieres hacer algo como lo que hacen el Chango o Semidios" o cualesquier otro miembro de la muy venerable iglesia Batiana. A todos los he leído y todos me parecen muy buenos narradores, humoristas y críticos. Así que go ahead, make my day

04 enero 2005

El descanso ha terminado. Las agradables, esperadas, ansiadas y breves vacaciones han terminado de doblar la esquina y ahora son sólo una memoria que poco a poco se desvanece junto al olor de alcohol, tabaco y lociones caras que tanta y tanta gente me embarró en el cuerpo al darme su abrazo de rigor y sus palabras originales de todos los años.
Del año que termina hay tal vez mucho que decir, pero la verdad es que diré muy poco. Soy y creo que seguiré siendo conocido como un tipo con muy poca gracia para resaltar virtudes, mostrarse agradecido o imprecar al cielo en medio de loas y alabanzas por los dones recibidos. Sin embargo, dos cosas vale la pena mencionarlas por su trascendencia: La primera de ellas, en orden e importancia, es el nacimiento de mi primer hijo Ángel Gerardo, el 24 de Octubre a las 11 de la mañana. Su venida al mundo fue, es, y será motivo suficiente para que todas mis quejas, la amargura que me hace el tipo encantador que soy, la lista interminable de razones para odiar al mundo, todo eso, se disipe, pues al charlar con él, esuchar sus intentos desesperados por articular como un adulto, sentir en los oídos el timbre de su voz mal modulada, me hace detestar el silencio. Al tenerlo en los brazos, dejarlo que me apriete el dedo índice mientras prueba toda la gama de posibilidades que le dan sus propios deditos, al cantarle Twist & Shout y verlo sacudir su cabecita como un Paul McCartney en miniatura, me hace sentir que vale la pena soportar al resto del mundo.
La segunda razón para estar agradecido, es el saber que las cosas no han llegado a un punto de no retorno. Piénsenlo: ¿Están dispuestos a pasar una eternidad en el infierno (todos ustedes van para allá, resignación) llevando en la consciencia la idea de haberse muerto sin haber hecho nunca algo para mejorar el mundo miserable, corrupto, puerco, materialista, podrido, nauseabundo y hambriento que nos tocó como hábitat?
YO NO, carajo, claro que yo no. Todos los días, en un punto u otro de la jornada me encuentro viendo a la nada y pensando en forma silente una manera de dejar, cuando me vaya, un cambio miniatura, no importa que sea diminuto, siempre que sea positivo. Y cosas se me ocurren bastantes: Desde el darle los buenos días a todo mundo, sonreírle a extraños, darle asiento a las señoras y ancianos en el autobús cuando lo uso, darle monedas a los niños que piden caridad para comer. Lo triste es que hay mañanas, días, tardes, semanas enteras en las que me lo pongo como sistema de vida y al final, derrotado, acepto que nada ha cambiado. Es difícil pelear solo, es complicado encontrar gente que desee de veras lograr algo bueno, y cuando se le encuentra es más complicado que estén dispuestos a sacrificar la mínima cosa propia en aras de ese logro. Queda poco en el mundo para ser salvado, pero la constante es clara: el cambio, la regeneración. Nosotros ya nos jodimos, los niños tienen chance si nos morimos todos los más grandes, los no natos tienen chance si nunca se dejan influenciar por nosotros.
Señor, háznos mudos.
El planeta me sigue gustando. Todavía hay rincones, incluso muy cerca de esta ciudad de mierda en la que vivo, que no están llenos de ruido, que no tienen la mala vibra de la gente estresada, mala leche y gandalla que ronda las oficinas y lugares públicos en que trabajo, todavía está la playa de mi pueblo, deshabitada y hermosa, en la que me puedo tirar de cara a la arena a tostarme la espalda durante siglos sin que alguien me venga a joder, todavía existe el arroyo sobre el que pende el tronco oblongo de un árbol gigante en el que puedes recostarte a ver por días enteros cómo el agua se pasea por los predios agrícolas del valle del mayo, nutriendo trigo, maíz, sorgo, tomate, calabaza y frijol sin preguntar porqué. Todavía está la biblioteca del museo, en un salón oscuro, oloroso a papel de imprenta, a prensas y a tinta, a libro viejo, con largas mesas en donde te puedes sentar por horas sin que nadie NADIE te fastidie.
Eso me hace pensar que todavía hay chance, que no está perdido el mundo. Pero la gente, la gente que ya rebasa los veinte años, duele decirlo, se jodió.
Demuéstrenme lo contrario y disfrutaré de que bailen en mi tumba.