26 enero 2005

En uno de esos interesantísimos monólogos acompañados que la gente egocéntrica y vanidosa como yo tiene a bien llamar conversaciones, discurrí largamente sobre el Universo, el Tiempo y eso que, para no herir susceptibilidades, llamo simplemente Esencia Suprema (sí, lo mismo que ustedes, humanitos, llaman Dios, Buda, Alá, Krishna, Ra, Quetzalcoátl o Dólar).
El tema, cosa no fácilmente explicable, surgió de una interrogante puramente científica acerca de la composición y estado fisico del centro de la tierra. Va: La teoría generalmente aceptada es que el centro de la tierra es una masa ígnea perpetuamente móvil, lava pues, o magma, o comotiznados la quieran llamar, compuesta en un 85-90% por Hierro en gran proporción y níquel en cantidad algo menor, el resto, azufre, cobalto, carbono, oxígeno y esas otras cosas bellas, completan el redondo 100%. ¿Cierto? Pues no. En realidad, eso constituye una capa de alrededor de 2,225km de densidad llamada núcleo externo, en las profundidades de esa impenetrable capa del más efectivo derretidor conocido, se encuentra un esferoide totalmente sólido compuesto de los dos primeros metales reseñados en una aleación durísima y teóricamente casi invulnerable a las temperaturas extremas (considerando que llega a tolerar 6,650°C) dicho esferoide tiene 1,275km de radio, y es llamado núcleo interno. Esto todavía puede ser del dominio de muchos de ustedes. Lo que tal vez no sea tan conocido es el hecho de que, desde hace un par de años, se ha deslizado en los medios investigadores de la mayoría de los institutos "serios" de fisicos y geólogos, la propuesta del Dr. Adam Dzienwonsk y su colega oriental Miaki Ishii (doctora, por favor). La teoría, sustentada por algunas probanzas no perfectamente concluyentes, es que dentro de este esferoide se encuentra un esferoide más pequeño (de alrededor de 576 km de radio) constituído en un 100% de hierro sólido. La teoría, vista así de lejecitos, suena completamente aceptable en el sentido de que ese diseño de esferoides metálicos contenidos, en perpetuo movimiento, con componentes moleculares parecidos y cargas magnéticas totalmente variables de uno a otro, ¿ no les recuerda esto a algo? por ejemplo al diseño del átomo que les enseñaron en coloridas maquetas en la secundaria. La validez de esta teoría puede muy bien sustentarse en la lógica natural de la repetición de modelos de la más pequeñísimamente ínfima escala hasta la más multitudinariamente inconmensurable. Puede muy bien, también, explicarse así la existencia de las corrientes magnéticas, los cambios de cada 250 años en la intensidad y sentido de carga de los polos, la variación climática y muchas otras cosas que, de comprobarse el modelo de Dzienwonsk, encontrarían un pedestal de apoyo difícil de mejorar.
¿Porqué estoy hablando de esto ahora? ¿Porqué, más aún, estuve hablando de esto esa noche?
Me acuerdo perfectamente que en mi todavía cercana época preparatoriana compartía créditos con un grupo de sesudos muchachos, todos ellos brillantes, y la diversión en ese grupo consistía -más que el futbol o la cerveza- en proponer problemas físicos, matemáticos, algebraicos, en general científicos y darle respuestas lo mejor fundamentadas posibles. Existía un "club" (no de Tobi) llamado Eppur Si Muove, por la inminente influencia científica de la vieja escuela, que tenía sesiones de ajedrez, camisetas grabadas y golpizas aseguradas todas las mañanas. Sí, éramos ñoños y nos sentíamos orgullosos de serlo. Como buenos ñoños, éramos además unos menudos alfeñiques, por lo que no oponíamos gran resistencia. En parte por eso, en parte porque, dicho sea sin falsa modestia, éramos chicos muy simpáticos, realmente no nos molestaban (lo de las golpizas fue por louro cliché, saben que amo los clichés), mas bien gran cantidad de nuestros compañeros se interesaban por saber en qué merequetembe andábamos metidos cuando nos veían pasar con telescopios de cuatro lentes, con plaquetas de cristal con muestras de ésporas infinitesimales, con modelos aerodinámicos capaces de emular el sistema de planeación de los cóndores y en general con toda clase de bártulos experimentales.
Lo realmente, no sé, ácido de todo este asunto, es que ahora, de aquella alineación del Eppur Si Muove, uno es Ingeniero Electrónico y está especializándose en robótica con miras a irse a Tokio un día de éstos, otro es a los 23 años, un Ingeniero Industrial con un puesto jugo$$o en la C.F.E. (y sin parientes influyentes), otro de ellos ha desarrollado varios programas soporte para videojuegos comerciales, lo que también le ha redituado una lana, el penúltimo de ellos sufrió tres tragedias familiares en menos de un año y entró en una depresión tamaño nomames que lo alejó del camino de la ciencia y lo acercó al de la peda casi a niveles de fusión. Pobre cabrón.
El último de ellos soy yo. Pregunta: ¿Soy Ingeniero? No
Ya sé! Fisico!... pues No.
Ingeniero genético?... fríos fríos.
Médico?.... Desgraciadamente no.
¿Saben que he hecho a 5 años del Eppur Si Muove, esa gloriosa cantera de genios? Estoy por terminar, apenas, una carrera llamada Licenciatura en Derecho.
Si yo fuera Condorito, en este momento todos ustedes deberían estar haciendo un onomatopéyico PLOP, y pasando sus tobillos por encima de sus ojos.
Pero así es.... yo soy el único, el oveja negra, el repudiado, el pestilente, que no ha hecho migas con la ciencia a no ser que sea para impresionar a alguien mucho más lego que yo.
Recuerdo que cuando un profesor de la preparatoria iba a entrar al salón donde el Eppur Si Muove llevaba clases (aquel mítico 401 matutino), la reacción esperada era un escalofrío, la mirada elevándose al cielo, la persignada, implorar al santoral que los muchachos no vinieran muy preguntones. Y es que el Eppur no estaba a ese nivel, el Eppur era para Universidad desde dos años antes... el Eppur no necesitaba que le explicaran la composición del átomo, sino su descomposición... no estaba para teoremas empolvados, sino para experimentación vanguardista. El reo, nuestro gurú, brillante físico y sensei del Eppur, se sentía orgulloso, sonreía detrás de sus cabellos largos y ralos y sus barbas grises de genio distraído cada vez que alguno de nosotros llegaba a una conclusión acertada tras un arduo trabajo de hipótesis-experimentación-comprobación.
Ahora no sé dónde está mi genio, dónde el brillo, dónde la capacidad de imaginar. Me he dejado podrir por un sistema de mierda en una escuela de mierda con gene de... ustedes entienden.
Esto tengo que cambiarlo pronto, porque cada vez me deprime más el saber, y que me echen en cara, que mi potencial (me cago en la palabra Cornejesca) lo estoy tirando al caño. No seamos decadentes, yo no quiero quedar como el pendejo de Matt Damon en Good Will Hunting, Ni madres, si yo soy avispado, si en verdad tengo cabeza, quiero aprovecharla, quiero descubrir algo, quiero triunfar, y obviamente quiero, como resultado de ello, tener un chingo de lana y comprarle una carreola Porsche o Ferrari a mi pequeño geniecillo de 3 meses (quien por cierto, dice el pediatra que ya va a comer papillas, Albricias), una casa a lo mejor no enorme, pero... No, mejor que sí sea grandota, para poder invitar a mis amigos a dormir sin que tengan que tirarse en el suelo.
Apechugando el hecho ya innegable de que en 3 meses me gradúo, pues creo que tendría que empezar a vislumbrar las perspectivas de éxito en el campo del litigio, pero la triste verdad es que no puedo, no me siento con el estómago de reverendo hijo de puta que se necesita para hacer harina a cuanto pobredesgraciado me paren enfrente en un juicio.
Cuántos pedos existenciales para una sola mañana y yo ni siquiera he desayunado.
Aléjense, No me vean, ¡No me vean!

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