30 enero 2009

Cuestiones del contexto.

Aceptémoslo: si te digo Puta mientras inclinas con esa forma un poquito severa que tienes de inclinar la tacita de porcelana en la que bebes tu té de azahares (¿del destino? lo dudo), es probable y casi diríamos que seguro que el 75% del ardiente contenido de ese pocillo blanco termine sobre mi ropa o peor aún, la piel de mi rostro, con esa forma también un poco severa que tienes de ni aguantar nada, mientras tú te levantas, me gritas algo como "estúpido de mierda" y te largas para no volver pronto, aunque quizá vuelvas.

Pero si por el contrario te digo, como te dije, Puta, grandísima puta, reverenda puta, mientras sujeto la casi totalidad de tu cabello sobre tu nuca en un apretado puño y con mi mano libre te pongo rojas las nalgas a golpes mientras nos enredamos en un polvo salvaje, tu cara apretada contra la pared, tu saliva corriendo despacio hacia el mentón, tus ojos girando como las máquinas tragamonedas de aquella noche en Atlantic City, dudo mucho que te vayas, más bien la probabilidad mayor es que te vengas, o por lo menos te quedes, y que en lugar de tu "estúpido de mierda" me grites como entonces "ay, sí, papito".

Y no es que enrojecerte la piel de los glúteos a nalgadas sea un acto más amistoso que tomar el té, por supuesto -aunque yo no tomaba té, sino un clericot malísimo- o que agregarle al Puta una grandilocuencia como Grandísima o Reverenda sea aderezarlo, edulcorarlo o en forma alguna reducirle el contenido. No. De lo que se trata es del contexto. No es de putas ese acto casi aristocrático que no sé de dónde carajos heredaste, de sentarte y beber té con madalenas en ese café sobre la avenida del parque y sí es mucho de putas el coger como desesperada con un casi desconocido a cambio de algo que no necesariamente es el amor.

No eres una condesa de Yorkshire ni una talonera de Bangkok, de la misma forma que yo no soy un duque de Bruselas o un padrote de Tijuana. Pero ambos podemos ser cualquiera de esas cosas sin dejar de ser nosotros. Ese es todo el punto.

28 enero 2009

Hallazgos.

1.- No hay felicidad más absoluta que enamorarse de la persona equivocada.

2.-No hay alegría más completa que darse cuenta que en el segundo inmediato anterior, uno acaba de dejar de estar feliz.

3.-No hay nada que te haga más fuerte que descubrir, a las 9:30 de la noche, mientras esperas un autobús en una parada que no conoces, en una calle que no conoces, en una ciudad que no conoces, que no tienes el dinero suficiente para subir.

4.-Y que justo entonces empiece a llover.

5.-Sólo hay una cosa mejor que el sexo, pero implica sexo.

6.-Si un día te descubres capaz de matar a alguien, házte ver del médico.

7.-Procura no hacer el amor con alguien que tiene necesidad de cariño.

8.-En general, los miembros de las corporaciones policiacas sienten miedo de la población civil.

9.-Puedes comer gratis en casi cualquier buen restaurant de casi cualquier ciudad. Sólo come la mitad del plato, llama al gerente a tu mesa y convéncelo de que la comida no te gustó.

10.-Puedes sentir amor por ti mismo o por alguien más, pero muy rara vez puedes sentirlos al mismo tiempo. Cuestiones de la modernidad.

19 enero 2009

Parrafadas.

A veces me encierro en mí mismo, en mi preciosa colección de manías que guardo en una estantería limpia y bien catalogada en algún lugar de mi cerebro y sólo salgo de ahí para comer un bocado, darme quizá un regaderazo, si el clima y mis pendientes del día lo permiten, antes de regresar a regodearme en eso que si yo fuera italiano llamaría dolce far niente.

No tengo nada qué aportarle a la vida. Si sigo reencarnando es sólo porque la muerte me resulta tremendamente monótona, y la vida, aún con su sinfín de altibajos, no carece del elemento sorpresa. Lamentablemente esto de existir de siempre y para siempre lo arriesga a uno a asistir a eras como esta, en las que lo más productivo que se puede hacer es contemplar sin humor la descomposición del ser humano.

La verdad es que ser común me ha resultado tremendamente agotador. No deja de conmoverme lo profundo que llevan la cabeza metida en el culo la mayoría de las personas con las que he cruzado valiosos minutos de mi vida que bien pude haberle regalado al ocio. Practico la misantropía desde entonces y tengo que admitir, sin falsas modestias, que he llegado a extremos de virtuosismo comparables a grandes como Nietzche (ese pillo incestuoso) o Kant (ah, Kant, un cuarentón virgen que se sentía tan inteligente y nunca encontró la forma de conseguirse una mujer para su cama).

Supongo que mi cinismo es o pretende ser un detonador emocional. Yo soy un declarado adicto al sabotaje emocional. No al mío, por supuesto, pues incluso en esas raras ocasiones en que he llegado a odiarme me he conocido lo bastante como para saber que soy irrompible y me reservo el derecho de hacer intentos vanos. Boicoteo, en cambio, a los demás. No lo hago por maldad, faltaba más, si yo soy un tipo con un corazón grande y acolchonado, sino porque es la única forma útil que he encontrado para que otros encuentren su verdad.

Tengo frescos en mi mente los recuerdos de todos aquellos a quienes alguna vez les rompì algo dentro y tengo al alcance de la mano las consecuencias. En todo caso son positivas. Alguna vez le corté los naipes a un gran amigo sobre su concepto bobo de fidelidad y ahora es un tipo feliz con su pareja. Alguna vez le hice cachitos el corazón a una mujer que pensaba que la vida era escrita por guionistas de televisa y ahora es una de las desalmadas más felices que ustedes llegarán a conocer. Alguna vez amé a alguien que merecía como muy pocas personas que le escupieran a la cara, y ahora sufrir por el recuerdo de ese amor es mi forma de escupirle todos los días. Yo soy, ante todo, un tipo justo.

Pero me queda bien poco por decir. Mi fe en el mundo se reduce a un par de personas y a ambas las reconozco como totalmente falibles. He creído y descreído en el amor y ahora me siento tentado a hacer con él una paz de armisticio y cada cuál por su lado y todo lo demás. A fin de cuentas, nací solo, he vivido igual y seguramente muera de la misma forma. Todo lo demás, como siempre, son única y sencillamente notas sueltas para mis memorias.


Tomado de mi biografía no autorizada escrita por un periodista ficticio que nunca me ha seguido los pasos.

16 enero 2009

Mírame, soy tú.

¿Cómo va esa vida, lector ocasional? ¿Qué cuenta de nuevo la familia? ¿Cómo sigue el padre del azúcar, la madre de la reuma, la hermana de su novio? ¿Cómo va ese clima allá en tu ciudad, querido lector ocasional? ¿Qué tal te trata la gente allá donde radicas desde que inventaste un nuevo exilio? ¿Cómo va el trabajo? ¿Ya ganas suficiente como para leer estas líneas amables en tu casa y no en el sórdido café con internet a donde acudes a ser un poco yuppie y un poco hippie? ¿Cómo va esa dicotomía que le agregas a todas tus otras viejas dicotomías, estimado lector ocasional?

¿Cómo va la otra vida, hermano-hermana, ésa que te inventas aquí frente a la máquina y donde conoces a gente que no conoces y tal vez nunca conozcas pero aprecias, admiras y quizá hasta, en el colmo de los masoquismos, amas un poco? ¿Ya saben que no eres realmente tan alto, ni tan rubia, tan rico ni tan casta, tan súper ni tan cool? ¿Cómo va esa honestidad contigo mismo, respetado lector ocasional?

¿Cómo van los días? ¿Llueve todavía por las tardes o ya se ha despejado un verano radiante en tu cabello? ¿Se ha aliviado tu perro de esa tos persistente? ¿Te has acordado de alimentar a las tortugas? ¿Arropas al canario a las ocho como te pidió tu madre? Recuerda que hoy es viernes y toca regar la madreselva y las dos patas de elefante, pero no el bambú. No olvides nunca los rituales, anarquista lector ocasional.

05 enero 2009

Jaque Matas

Él insiste mucho en su literatura (o ha insistido, a mí -carajo- me da lo mismo el tiempo en que conjugue su insistencia), y en particular en El viajero más lento, El viaje vertical y El viento ligero en Parma (aún no leo Bartleby y compañía, aunque fue, supongo, el motivo númen de que empezara a leer su obra), en el tema del viaje no geográfico.

Sus personajes -que, como mis personajes, son todos él/yo tergiversado- son viajeros "verticales". En esa verticalidad, que no puede/debe asumirse física, se entiende que no viajan a través de kilómetros y fronteras orográficas, sino a través de días, meses y años de recuerdos ciertos o falsos. Son aventuras turísticas a través de la memoria y la mente de uno mismo, confrontaciones entre aquello que fue, lo que uno recuerda de aquello que fue y lo que uno anhelaría que aquello hubiera sido.

A mí me aburre un poco, lo confieso, aunque admiro su ingeniería gramatical y algunos de sus recursos líricos, la verborrea innecesaria con la que adereza el fondo de sus historias generalmente intrascendentes fuera de sí mismas. No es un tío particularmente interesado en el resto del mundo, sino un clásico ególatra como lo son/somos muchos de los que nos atrevemos a enseñarle nuestro trabajo a un puñado de desconocidos y esperamos que se sumerjan en el vómito de nuestra psique y salgan de él habiendo comprendido un todo enteramente distinto del todo que efectivamente fue en el momento de su regurgitación mental.

Pero de cualquier modo, hoy me desperté pensando inevitablemente en Vila-Matas, quizá porque mañana vuelo y hace seis meses que no vuelo, hacia un destino que parece ser siempre el mismo destino y que, cosa curiosa, tiene maravillosamente bien puesto el nombre "destino" en mi pase de abordar. Yo realmente quiero creer que ahí está mi destino, no sólo geográfico y transitorial, sino mi destino vertical, ése en donde está mi paso del tiempo, los días que imagino largos y pacíficos y blancos y plenos del resto de mi vida, y donde sin duda estará ella, esa ella que también ha sido una viajera vertical desde siempre conmigo.

Me voy del mundo, literalmente, voy a eliminar durante una semana todo contacto con mi vida cotidiana y a recorrer uno por uno todos los caminos de regreso hacia el yo mismo que a veces dejo olvidado para que el yo diario pueda hacer bien las cosas que tiene qué hacer.

Por supuesto, no sabrán ustedes, caros lectores, nada de este servidor en esos días. Pero les prometo que los compensaré cuando regrese con muchos y muy variados renglones de cuanto suceda en este viaje mitad vertical, mitad geográfico, con el que pretendo endulzarme la vida desde mañana a las 12:10 p.m.

Ah, y no les voy a traer nada.