22 agosto 2006

Bonjour.

Este blog ya tiene como esencia definitiva las ocasionales desapariciones de su autor. Forma parte de su idiosincracia (si es que tal cosa es permisible en un weblog) el que de vez en cuando yo lo deje ahi, yaciente, tirado, monotonamente detenido en el mismo post, por mas que dia tras dia alguien lo abra en su pagina de direcciones, siempre ve el mismo encabezado, la misma fecha encima de este y la misma inane parrafada debajo.

En general mi blog se parece mucho a mi. A pesar de ser un tipo al que le gusta venir y escribir cosas aquí para que la gente las lea y probablemente opine algo al respecto, debo reconocer que con demasiada frecuencia lo abandono. No tengo, ni necesito, ni voy a dar excusas. Simplemente sucede, como simplemente suceden cosas en la vida de todos, y realmente no creo que haya consecuencias negativas ni que nadie haya tenido que pagar sicólogo por esta inesperada ausencia.

El punto es que este blog dice cosas de mi, y eso lo hace hasta cierto punto peligroso. Cuando uno escribe, o por lo menos cuando yo escribo, lo convierto en un ejercicio de honestidad, de introspeccion y de busqueda por el equilibrio y sobre todo por la emotividad, la obtencion final de una consecuencia mental, la que sea, en aquel que lee mis textos. En este blog en particular, he publicado cosas de mi infancia, de mi adolescencia, juventud y mi actualidad (nótese que evito decir senectud, ah, dificil vejez) y eso lo convierte en algo especial para mi. La verdad es que la mayoria de las veces no lo leo con un sentido critico, sino con los ojos de alguien que se asoma al diario de un desconocido.

Y me hago reir, pensar, a veces me admiro y a veces me burlo muchisimo del orate que divaga con sus letras en esta bitacora electronica. Pero siempre me la paso bien. Y espero que eso signifique algo bueno. O malo. O algo.