27 noviembre 2011

Patos de mar

Hay en mi armario una puerta que uso siempre. Todos los dias me procuro de ahí reloj, cartera y algún otro ítem. Esa puerta protege o guarda, no lo sé de cierto, una foto donde nosotros (aunque ya no deba usar esa palabra) nos besamos. Cada vez que abro esa puerta la imagen me mira y yo la miro. El portarretratos fue un regalo suyo, y lo compró para mí en ese mismo viaje.

Detrás la playa, que atardece y va tornándose roja, un par de aves que vuelan quién sabe a dónde. En primer plano ella, su cabello siempre hermoso jugando con el viento, su boca adherida a la mía, con esa dulzura y esa entrega completísima que siempre supo poner cuando la unía con la mía. Y yo, víctima insalvable de uno de esos besos con los que ella podría haber obtenido de mí lo que quisiera, incluida toda la sangre de mi cuerpo.

Sé que ya no debería tener esa foto. Que pronto será un año sin ella. Que no más. Pero yo guardo esa foto y sigo soñando todas las noches con ella. La única diferencia es que ahora eso significa despertar cada día un poco más triste. Es decir, viceversa.




24 noviembre 2011

Hola, gente del internet. Noticias del mundo: Me he unido al universo del Kindle, así que a partir de ya, pueden comprar mi más reciente libro (Crucigrama, Novela, 2011) en amazon.com para el maravilloso aparatito ese. Les dejo el enlace en la barra de la derecha, dando click en la portada de Crucigrama.

El libro cuesta 1 dólar, por la maravilla del e-book que no requiere papel, tinta, ni nada mas que bytes. Cómprenlo, léanlo, vuelvan.

En aproximadamente una semana o dos estará disponible también mi novela anterior (Dos píldoras azules, 2007) y quizá me decida también con mi cuentario (Equívocos y Ficciones, 2009).

Saludos vulcanos. Cambio y fuera.

20 noviembre 2011

El elemento Pop

Nada de lo que escribo es nuevo. Nada de lo que escribo es nuevo porque utilizo un idioma que yo no inventé, siguiendo reglas gramaticales que tampoco inventé y queriéndolo o no, sigo de forma inconsciente con muchas de las influencias de grandes maestros de la narrativa a la hora de ejecutar mi propia prosa. Nada de lo que escribo es nuevo, porque remo en un mar finito de palabras y mi único mérito es buscar combinaciones estéticamente afortunadas para que esas palabras se lean de una forma rítmica y tengan una melodía coherente, un sentido último al lector.

 Dicen que soy un creador, pero yo sé que no tengo el don de la vida. No puedo crear a la manera divina (existir viene literalmente de ex sistere: salir de la nada) y acaso puedo aspirar a contar historias que no se han contado de esta manera (muchas veces descubro que sí, ya se habían contado, y hasta mejor). Sin embargo escribo porque soy un poco necio y un poco perezoso. Un poco necio para dejar de hacer algo para lo que siento que tengo aptitudes y un poco perezoso para dedicarme a la música, las artes plásticas o el macramé.

Hay un elemento secreto, un gramo de locura en todos los que decidimos dedicarnos a lo creativo y hacer piruetas mentales un día sí y otro no, con el afán de describir realidades secretas, y es ese elemento el que no suele dar reposo, un poco a la manera del hambre, que uno trata de ignorar yéndose temprano a la cama o fumando un cigarrillo, pero que sigue ahí, clavándose de a pocos en el vientre hasta que uno la sacia con comida y no otra cosa que comida. Un poco así.

Soy muy infeliz cuando no escribo. Puedo escribir esa frase al revés. Cuando soy muy infeliz, escribo. Realmente la frase al revés debía ser Cuando no escribo, soy muy infeliz. Pero creo que todo es cuestión de sintaxis. Una conocida filóloga y lingüista local sigue burlándose de mí porque alguna vez dije en un taller que yo sólo escribo de lo que me da rabia. Quizá sea cierto que es risible, pero no es menos cierto que es verdad. Muchas veces he escrito como una forma de reclamo hacia mí mismo.

Mi primera novela, ya olvidada gracias a los cielos, era un bofetón en el rostro de mi cobardía adolescente (un amor frustrado por nada más que indecisiones), y mi segunda novela una sucesión de quejas hacia mi existencia veinteañera (nunca probé las drogas, nunca fui un desenfrenado, nunca maté a nadie). No fui un tío divertido, ni lo soy ahora. Mi novela más reciente (Crucigrama, editada este año) es una catarsis desde el humor negro de todo lo que me molesta en la actualidad de mi país. Mi país del que tanto me quejo. Juro que no es pose. Pero no odio al país. El país no existe mas que como una abstracción. Odio a la gente que lo habita por los mismos motivos que suelo odiarme a mí. Por indolente. Por perezoso. Por abúlico.

No los voy a aburrir con mi reseña trillada de lo que pienso del país. Lo resumo muy fácil: tenemos uno de los peores gobiernos del continente con los peores gobiernos. Fin. Crucigrama trata eso desde la burla sesgada. Lo hice así porque trato de que mi narrativa sea sincera y sinceramente de esa forma es como lo llevo. No puedo evitar ser sarcástico con los policías que me detienen tres veces por semana para ver si voy manejando borracho y pueden llevarse una tajada. No puedo evitar violentarme ante sus comentarios burlones cuando les digo que no pruebo el alcohol. Me molesta que duden que pueda pagar mi camioneta con el trabajo que tengo y también que necesiten ver mi licencia y documentos cuando no he cometido ninguna infracción. No le están haciendo un favor a nadie. Seguro que en marzo, mientras me robaban mi carro de afuera del departamento, había una patrulla parada a menos de cinco cuadras molestando a otro trabajador honrado y cansado como yo cuando vengo de la chamba. Son una mierda. Todas las autoridades judiciales de este país lo son y yo los detesto desde lo más profundo de mi corazón. Si alguno de mis hijos decide ser policía, lo mataré antes de que entre a la academia o lo convenceré de volverse transexual, narcotraficante o cantante pop. Lo que sea, menos policía.

Lo mismo pienso de la clase política (municipal, local y federal, es lo mismo). Estoy en ese momento vital en el que, siendo graduado de la escuela de leyes, mi generación universitaria empieza a ocupar los cargos de mediana importancia en el aparato estatal. ¿Y qué veo? Obvio: todos los ineptos, ebrios consuetudinarios, cocainómanos, cabezas huecas, pedantes hijos de papi, son los nombres elegidos. Los pocos compañeros brillantes que tuve, están atascados en el aparato judicial: actuarios, secretarios, con miras a la eternidad. Ser un lamehuevos es el camino al éxito. Si esa es verdad, no conoceré el éxito en esta vida.

Ser rico está muy bien. No hace calor cuando se es rico. No hace hambre cuando se es rico. Las distancias son cortas, las enfermedades llevaderas. La comida sabrosa y veloz. Las sobremesas largas. La muerte es igual de infalible, claro, pero dice un buen amigo: si te vas a matar en un choque, trata de que sea en un ferrari. No le tengo miedo ni asco al dinero, pero definitivamente quiero que llegue limpio. Sin sangre y sin mierda, que son dos fluidos muy infecciosos.

Pero divago: Crucigrama trata de estas cosas y además del germen de la revolución, del terrorismo social, de la nueva realidad que existe en estas burbujas de irrealidad que se crean en los que "viven bien", y en las que es facilísimo abstraerse de las tragedias que se siguen forjando y el caldo de cultivo que sigue fermentándose detrás de los cerros, en la vida real de perros sarnosos y días sin comer. Ahí es donde está el ochenta por ciento del país al que nadie se está ocupando de educar ni alimentar. Cuando los pobres enloquezcan, lo primero que harán será comerse a los ricos y cagar en sus albercas. Así me dijo un amigo sociólogo y yo decido creerle y además, esperar que tenga razón.

Por eso escribí Crucigrama estando enojado. Por eso espero que, como me sucedía a mí cuando releía pasajes, rían un rato, pero la sonrisa se les vuelva una mueca de rabia o por lo menos un chasquido de la lengua.

Sé que no voy a cambiar al país, pero no pienso morirme sin darle una buena patada en los huevos.

14 noviembre 2011

noticias de la frontera

El blog ha estado en coma porque todo ha estado en coma. Las cosas se han ido por los caminos que les ha dado la gana y la vida en general ha seguido pasando. A nadie le han hecho falta mis palabras y tampoco les hacen ahora, pero el caso es que a mí de repente me sobra el ego y juzgo que compartir aquí, en esta bitácora ya casi inexistente aquello que me pasa es terapéutico, responsable y casi, sólo casi, útil.

¿Por qué volver justo ahora? Bueno, creo que es una respuesta complicada, pero voy a intentarla. Porque soy un hombre cíclico. Porque casi siempre regreso después de que mi vida da un golpe de timón y me pasan cosas que jamás creí que me fueran a pasar pero que sin embargo de modos muy extraños provoco que me pasen. Así ha sido siempre y creo que ya soy muy viejo para cambiar. Aunque eso no es un pretexto porque yo soy demasiado viejo para cambiar desde que tenía doce o trece años y entonces no había blogs para abandonar.

Pero ese no es el punto. ¿Cuál era el punto? Quizá el punto era decir que tengo otra novela. Ustedes pueden recordar o no que yo trato de escribir y además tengo la desfachatez de pretender vivir de ello. Y para lograr ese utópico deseo publico las cosas que escribo y le cobro a gente que tiene más dinero que yo por publicar mis cosas. La novela se llama Crucigrama, se trata de muchas cosas, pero si quieren algunos spoilers se los regalo entre paréntesis. Por supuesto si no quieren los spoilers, sáltense los paréntesis. Y ahora, los paréntesis (en el primer capítulo se muere el presidente y medio gabinete, luego narra el personaje principal que es director de un periódico/noticiero digital; enseguida un comando armado toma por asalto el congreso de la unión y secuestra a todos los diputados y senadores y los encuera; luego pasan cosas muy divertidas y yo los hago reír a todos con mis grandes recursos narrativos) y ya. Compren mi novela.

Es mi segunda publicación formal (es decir, en forma de libro, pues he estado publicando en revistas y otros medios) y la verdad es que no ha sucedido de la forma que esperaba ni con la obra que esperaba, pero así se dio y estoy conforme. Lo he dejado ahí donde está y por lo pronto empiezo a mover en las editoriales mi proyecto nuevo que quiero ver publicado el próximo año, cumpliendo así con el plan original de tener tres libros publicados a los treinta.

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En temas relacionados, quisiera decir que la semana pasada asistí como invitado al Festival de Literatura del Noroeste, en la ciudad de Tijuana. El Festival reunió a un centenar de autores de Chihuahua, Sonora, Sinaloa, Durango, Guanajuato, Las BajaCalifornias y varios otros puntos del orbe (lo cual no entendí en un festival del noroeste, pero bueno). De esta experiencia aprendí varias cosas, entre ellas:

1.- Los escritores somos personas terribles. Nuestros egos son demasiado grandes, nuestras costumbres higiénicas son trágicas, nuestras inteligencias mínimas y nuestros modales pésimos. Ser escritor debería ser penado por la ley.

2.- Darle de comer a cien escritores puede consumir el PIB de un país tercermundista. Ser escritor, al parecer, está íntimamente relacionado a ser gorrón, conchudo y columpio. Del gusto por el alcohol mejor ni hablamos, es más fácil separar la grasa de la estufa que a los autores de las copas.

3.- Todos los escritores viven bajo una misma verdad. Y esa verdad es “yo soy el único escritor que vale la pena y todos los demás escriben mal”.

4.- Los poetas no se enteraron que la poesía se murió junto con Jaime Sabines. Neta, poetas, supérenlo. Busquen un trabajo, córtense el pelo y báñense. Todo va a estar bien.

5.- Las instituciones culturales del estado fracasaron. La cultura y las artes están igual de muertos e ignorados a nivel orgánico en todos los estados de la república. Todo lo bueno que se hace en todos los rubros es A PESAR del gobierno. También en eso este régimen es una vergüenza.

Podría seguir hablando por horas de todas las cosas que vi y entendí en este viaje, pero sería un esfuerzo estéril considerando que es una experiencia vital que todo autor debe tener alguna vez aunque sea solo para entender que la literatura como la masturbación, son ejercicios de amor completamente individuales. Me queda la grata compensación de haber hecho un puñado de nuevos amigos y haberme desentendido por un tiempo de la dinámica cotidiana. Buena falta que hacía.

Tijuana sigue siendo la vieja fea pero bien buena que todos se quieren coger, applebee's abrió su cuarta tienda en la ciudad (fui parte del equipo que inauguró la primera en el 2007) y me encontré con los directivos de la empresa en el restaurante del hotel. Eso le dio un sabor extraño al viaje, como si todo pasara por segunda vez. Quizá la idea poética no está muerta del todo y el tiempo también sea un producto de reuso. Quién lo sabe.

Sí.En fin. Voy a estar publicando con mayor frecuencia el resto del año y también todo el año próximo. Reciban un abrazo desde el espacio imaginario donde los desencantados nos reunimos a conspirar.