Al parecer hay bastante tema para este post: Tengo ya dos semanas en mi nuevo empleo, el martes regresaron Angelito y su mami de Huatson, el sábado nos vamos todos para celebrar las fiestas... Bueno, no es tanto como parecía. A veces uno se deja llevar por la idea de que no postear en un rato significaría soltar un inmenso choro a la hora de volver a las andadas. Y no.
Mi trabajo nuevo es la chingonada. Estoy de pasante con un abogado que trabaja en su mayoría con juicios ejecutivos mercantiles y pues la neta es bastante bueno el vato, le puedo aprender un buen por si algún remoto día me llega a interesar el cochino litigio. Aparte, cosa obvia, fluye un buen de lana por el despacho. La semana pasada, sin ir más lejos, me tocó contar así a mano pelona dos fajos de billetes, puro verdecito (o sea de a doscientos) y cada fajo con veinte mil lanas. Mucha pinche envidia? a huevo. El pedo es cuando me toca ir a depositar una lanísima al banco, ando con el asterisco diminuto ante la posibilidad de un atraco. Gajes del oficio.
Ya en mayo termino la carrera, a menos que algún maestrillo se pase de listo y me quiebre, caso en el cuál me tendría que aventar algún veranito o de plano una pasantía. Pero quiero evitar todo eso y ya salirme de ese pantano llamado licenciatura en derecho, maldita la hora en que la escogí. Añoro mi frustrada carrera de medicina. El verano que terminó me hubiera recibido.
Bueno, en temas menos tristes, mi hijo ha vuelto tras casi un mes en tierra de generales, y regresó por sus fueros, con muchos gramos de más, cosquilludo, risueño y sabiendo bailar rolitas de los beatles. Anoche, mientras los dos bailábamos twist & shout lo rebauticé como el quinto y medio bitle, uno más a su larga lista de apodos que incluyen "quesito" "jerry" "bolita" "patín" entre otros. Mi hijo es chido, pero me frustra mucho mi incompetencia como padre, la impotencia que me ataca cuando llora y no tengo la idea más remota de qué le molesta, no saberle medir la tempratura a su leche o al agua con que lo baño, ser un lelo para cambiarle de pañal, todas esas vicisitudes propias de mi nueva condición.
Bueno, ahora reinicio mis labores diarias.
16 diciembre 2004
13 diciembre 2004
Altruismo y Status
Corran como el diablo a comprar su camiseta culturoso , están chidas y las ganancias serán para una causa noble.
He dicho.
He dicho.
11 diciembre 2004
Pobres miedos
Estoy considerando la idea de comprarme un Rottweiler para traerlo arriba del carro y que lo cuide de tanto pinche rata que hay en la ciudad. Pero luego pienso que a lo mejor me encariño demasiado con el perro y me voy a aguitar cuando se lo roben.
Que haré?
Que haré?
Un cínico que no conoce a Diógenes
Derivado de no se que tiznado vocablo antiguo, el cinismo hace alusión al perro. Más en concreto a "La plaza del perro alegre", lugar donde Diógenes tenía a bien exteriorizar sus elucubraciones para solaz y esparcimiento de sus fieles discípulos. Hoy, lo sabemos, el cinismo no es una corriente ideológica, sino un deleznable cojeo en la virtud de un individuo. Decirle a alguien cínico es, pues, ofenderlo, o al menos intentarlo (si el sujeto es en realidad cínico, fallarás miserablemente).
Diógenes, buen tipo él, debe estar revolcándose en alguna cripta su desacreditado y helénico país.
Por mi parte, divago esta mañana en el cinismo gracias (sarcásticas gracias) a una versión moderna de Gestas, el ladrón mala leche, que ayer, después de abrir mi coche estacionado a dos calles del despacho, rebuscó por cosas de valor, encontrándose con que ya otro jovenzuelo más avispado le había ganado el jalón para robarme las bocinas, algún otro se había llevado mi mochila con la legislación sonorense en tres materias, uno más le había dado el golpe con el estéreo, y para no hacerles el cuento largo, habían dejado al pobre muchacho en la difícil situación de robarse los asientos o volver a su casa con las manos vacías.
Muchacho humilde, seguramente iba a pie, por lo que la perspectiva de ir cargando con los pesados y voluminosos asientos de mi Garrari no era una idea afortunada. Tenemos así al joven ladron en ascuas, ante la inevitable situación de tener que marcharse de ahi sin haber cumplido con su trabajo, una deshonra para el gremio. Entonces, de pronto, Oh suerte de los dioses, en el tablero del carro, ahi, a escasos centímetros de sus ojos, el hallazgo: Un bolígrafo punto medio Bic y hojas de papel.
De tal suerte, el noble mozalbete no se fue sin dedicarme unas líneas, chico atento, y me dejó en una delicada, sutil y caballerosa misiva el siguiente mensaje:
NO MAMES, CIERRA BIEN TU CARRO, NO TRAIS (sic) NI MADRES (resic)
Diógenes, buen tipo él, debe estar revolcándose en alguna cripta su desacreditado y helénico país.
Por mi parte, divago esta mañana en el cinismo gracias (sarcásticas gracias) a una versión moderna de Gestas, el ladrón mala leche, que ayer, después de abrir mi coche estacionado a dos calles del despacho, rebuscó por cosas de valor, encontrándose con que ya otro jovenzuelo más avispado le había ganado el jalón para robarme las bocinas, algún otro se había llevado mi mochila con la legislación sonorense en tres materias, uno más le había dado el golpe con el estéreo, y para no hacerles el cuento largo, habían dejado al pobre muchacho en la difícil situación de robarse los asientos o volver a su casa con las manos vacías.
Muchacho humilde, seguramente iba a pie, por lo que la perspectiva de ir cargando con los pesados y voluminosos asientos de mi Garrari no era una idea afortunada. Tenemos así al joven ladron en ascuas, ante la inevitable situación de tener que marcharse de ahi sin haber cumplido con su trabajo, una deshonra para el gremio. Entonces, de pronto, Oh suerte de los dioses, en el tablero del carro, ahi, a escasos centímetros de sus ojos, el hallazgo: Un bolígrafo punto medio Bic y hojas de papel.
De tal suerte, el noble mozalbete no se fue sin dedicarme unas líneas, chico atento, y me dejó en una delicada, sutil y caballerosa misiva el siguiente mensaje:
NO MAMES, CIERRA BIEN TU CARRO, NO TRAIS (sic) NI MADRES (resic)
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