Derivado de no se que tiznado vocablo antiguo, el cinismo hace alusión al perro. Más en concreto a "La plaza del perro alegre", lugar donde Diógenes tenía a bien exteriorizar sus elucubraciones para solaz y esparcimiento de sus fieles discípulos. Hoy, lo sabemos, el cinismo no es una corriente ideológica, sino un deleznable cojeo en la virtud de un individuo. Decirle a alguien cínico es, pues, ofenderlo, o al menos intentarlo (si el sujeto es en realidad cínico, fallarás miserablemente).
Diógenes, buen tipo él, debe estar revolcándose en alguna cripta su desacreditado y helénico país.
Por mi parte, divago esta mañana en el cinismo gracias (sarcásticas gracias) a una versión moderna de Gestas, el ladrón mala leche, que ayer, después de abrir mi coche estacionado a dos calles del despacho, rebuscó por cosas de valor, encontrándose con que ya otro jovenzuelo más avispado le había ganado el jalón para robarme las bocinas, algún otro se había llevado mi mochila con la legislación sonorense en tres materias, uno más le había dado el golpe con el estéreo, y para no hacerles el cuento largo, habían dejado al pobre muchacho en la difícil situación de robarse los asientos o volver a su casa con las manos vacías.
Muchacho humilde, seguramente iba a pie, por lo que la perspectiva de ir cargando con los pesados y voluminosos asientos de mi Garrari no era una idea afortunada. Tenemos así al joven ladron en ascuas, ante la inevitable situación de tener que marcharse de ahi sin haber cumplido con su trabajo, una deshonra para el gremio. Entonces, de pronto, Oh suerte de los dioses, en el tablero del carro, ahi, a escasos centímetros de sus ojos, el hallazgo: Un bolígrafo punto medio Bic y hojas de papel.
De tal suerte, el noble mozalbete no se fue sin dedicarme unas líneas, chico atento, y me dejó en una delicada, sutil y caballerosa misiva el siguiente mensaje:
NO MAMES, CIERRA BIEN TU CARRO, NO TRAIS (sic) NI MADRES (resic)
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