23 febrero 2009

Abril rota.

Hace muchos, muchos, en realidad ni tantos años, una casi conocida letrosa tituló uno de sus cuentos "Gabriela rota". El cuento era regular tirándole a bueno, pero recuerdo que el título me gustó mucho. Muchísimo.

Era una época en que nombrarlo todo era relevante. Nombrar al dolor hacía que doliera, nombrar la soledad la invocaba, nombrar la ausencia condenaba a la extinción.

Yo ensayaba mis primeros cuentos y nombrarlos me hacía a veces doler la cabeza, retorcer las meninges, sudar. Mi proceso perfecto era empezar un cuento por el título y escribirle luego una historia a modo, tratando de que al final pareciera haber inventado primero el cuento y luego su nombre y no al revés, como en efecto sucedía.

Años han pasado y cada vez que veo a la cuentista a lo lejos, en un bar atestado, en medio del slam en un concierto, en una lejana mesa del café, pienso irrevocablemente en que ella en mi cabeza se llama Gabriela rota y no Alba, como en realidad se llama.

Alguna vez les conté de la mujer que le puso nombre a mi computadora. La recuerdo en la sala de su casa, en idas y vueltas a la cocina con esa sonrisa que sabía tan bien componer para parecer atenta aunque no lo estuviera, y respondiendo a mi pregunta con el sencillo nombre Abril. Abril. Desde aquel día de octubre del 2007 mi computadora se llama así y todos o casi todos los que se refieren a ella no le dicen "tu laptop" o "tu compu", sino Abril. Como si fuera una mascota, o una entidad impersonal pero sustantiva.

Ella nunca pudo o quiso decirme por qué la llamo Abril y no Lucrecia o Cuquis o Rupertina. Simplemente en un arranque esas fueron las cinco letras que se le vinieron juntas a la mente y el resto fue anécdota simple.

Abril murió hace un par de días y con ella estuvieron a punto de irse varios de mis mejores cuentos, muchas de mis fotografías más atesoradas y algunos megabytes de información por demás valiosa para mí. Hoy que fui al segundo técnico que la revisa, éste me aconsejó, como amigo, mejor tirarla a la basura y comprar otra. Así de tajante.

Y supongo que como toda muerte, aunque dicha muerte sea la de un objeto inanimado, la de Abril significa también el final de una historia que bien podría llamarse como este Post. Una historia que duró 16 meses y que incluyó una veintena de cuentos, algunos miles de kilómetros, un montón de conversaciones y un encuentro terriblemente significativo en mi vida presente y futura.

No sé qué más pueda decirse. Quizá lo más apropiado sea, como para muchas historias, teclear las tres letras siniestras de la palabra FIN.

3 comentarios:

Chef Renatta dijo...

uorale.

Sólo me gustaba el nombre Abril. Pero nuestra hija se llamaría Regina, no Abril, entonces era algo así como la pequeña, porque obviamente no era niño.


Ahora que en paz descance, recuerdo que era linda.


Te hubiera gustado quedarte con la duda?

monitor dijo...

La verdad no lo sé. Es bueno saber y era lindo no saber.

PatitO™ dijo...

Buiii!! Primero Pinky y ahora esto. Descansen en paz. Ah y Chikis. Qué triste es todo esto. Bueeno, lo de Pinky es triste pero no me quejo nada nada. Yoomy!