¿Porqué, señor, me castigas con estas letras infames?- Fue la imprecación que, impotente, lancé al cielo por vía directa al jefe inmediato del maese semigod, esta mañana aciaga en que, hojeando publicaciones culturosas (uno de esos placeres culposos), me encontré con cantidades ballenescas de algo que se hace llamar "nueva poesía" y que, me alivia un poco decirlo, apesta.
Y no apesta en un sentido simplemente crítico, no, bueno fuera que lo único malo en ella fuera la técnica, la métrica, el estilo, ni madre, la poesía es mala ad honorem, al carecer además de calidad, de personalidad, de actitud. Los ocho o nueve autores (y autoras) que tuve a mal leer, caen en el juego infausto de utilizar figuras grandilocuentes para expresar nimiedades, en el eterno vicio de pegar palabras con resistol 850 donde el recurso no cabe, en jugar al misterio donde ni chiste trae. Si no está roto, no lo arregles. En fin, en una poesía groseramente mala.
Esto es más preocupante todavía que darse cuenta de que se tienen 20 años y se está escribiendo poesía de chavito de 15, dolido por desamores y soledades estilo querido diario. Y lo es a niveles todavía más profundos cuando uno descubre entre esa fauna sobrevaluada de culturosos "genios innovadores" a algunos becarios de instituciones culturales gubernamentales.
Pregunto: ¿Quién decide los nombres del Olimpo Becario en la onda Culturosa? Este servidor quisiera intercambiar un par de impresiones con aquel servidor público que, al parecer, se apantalla de que le junten 4 palabras cuyo significado deba buscar en un diccionario, y eleva una aliteración exageradamente estética a categoría de sine qua non para otorgar una mensualidad hecha vaquita de mis impuestos (y de los tuyos, estimado único lector) al autor en marras.
No voy a ejemplificar por la razón simple de que me da una pereza descomunal transcribir la porquería de una pocilga a otra como esta. Baste decir que el gran Villaurrutia, padre de todos ustedes, y el bienaventurado Sabines, abuelo vuestro, deben estar como tlaconetes en sal dentro de sus tumbas, si es que a sus profanos oídos llegaron alguna vez ecos de esta onda seudopoética que impera en las publicaciones de mi pobre (snif) estado.
Todavía más nauseabundo me resulta el contemplar desde la barrera la actitud de divas de los letrosos locales, que se empinan la caguama con estilo, dejándose contemplar por las letrositas nuevas, seguidoras de cualquiera que pueda ostentar su nombre en alguna revista o diario nativo, al pie de su última publicación. Me resulta patético (esa es la dichosa palabra) la onda elitista del "club de los elogios mutuos" que los círculos de culturosos locales tienen que armarse grupito a grupito, para no arriesgar sus diatribas a críticas malas, sino solazarse en los espaldarazos y análisis viajados de sus poesías de cristales amatistas y pisto pisto pisto.
Lo peor, comentario con el que cierro mis amargas escupitinas contra los cultudivos, es que ya me ha tocado leer, en este mes, a 3 muchachos (2 hombres, 1 damisela) que tienen un talento muy bien trabajado y que son prolíficos a aceptables niveles. Pues estos 3 en cuestión no han podido ver su trabajo plasmado en papel de imprenta por causa de la cerrazón testaruda de los grupos de la esfera culturosa ya consagrada, los clubs de tobi, los veintitantos conocidos que celebran año a año el Horas de Junio y que siempre son los mismos con otra rotación.
Deberíamos de escuchar al sumo pontífice Batiano y comenzar a aniquilar culturosos a granel. Se me ocurre organizar un nuevo Fire Island pero para divos letrosos en lugar de divos gay (creo que hay diferencias) y ya reunida toda esta peculiar fauna, recurrir a la siempre confiable Ojiva nuclear. Yo no extrañaría a ninguno.
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