Alguna vez fui Anubis.
Mientras mi hermano destazaba mi cuerpo en pequeños fragmentos, cercenaba mi sexo y me arrancaba la vida, pensé "no hay en el mundo un dolor mayor".
Alguna vez fui Prometeo.
Atado en el Vesubio, veía llegar todos los días al buitre que venía a comerse mis entrañas, y cada vez que hundía su pico en mi vientre, pensaba entre gritos: "este es el mayor de los suplicios".
Alguna vez fui un hereje.
Y mientras los inquisidores del reino me torturaban, me flagelaban y quemaban vivo en la plaza central, una idea recorría mi mente: "este es realmente el sufrimiento"
Ahora soy yo.
Y hoy despierto pensando que tú me has enseñado el dolor verdadero.
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