16 noviembre 2007

Celta infolmación.


Hace un ratito, mientras leía el blog de un gran amigo, al que tengo en gran estima, me encontré con que había publicado una reseña sobre los horóscopos celtas, cosa de la que jamás había oído o leído y que, dada la seriedad que yo ceía que imperaba en la ortodoxa doctrina celta, dudaba muy seriamente que existieran.
Pero existen, y dado que el zodiaco común pasó de moda cuando dejaron de pasar los caballeros del zodiaco en televisión pública, pues muchos empezaron a buscarle por otro lado. Yo creo en la astrología tanto como creo en la renovación moral del Pri, así que ustedes dirán, pero quise darle una revisada sólo para corroborar las asombrosas astrocoincidencias del destino (llamadas también chiripazos) que dictaba en parrafito.
La cosa versa de la siguiente manera. Supuestamente buscas el árbol que te corresponde según tu fecha de cumpleaños (ah, sí, en la cultura celta somos árboles, ¿no les hace sentir eso muy leñadores?) y ya luego lees tu descripción a ver qué tanto te pareces.
Yo soy un árbol de cenizas. Sí, sé que pude ser un lindo manzano, o un frondoso abeto, o más acertadamente, un fuerte roble. Pero neh, soy un árbol de cenizas. Y eso, por tétrico, por ruinoso y por escabrosamente acorde a como me siento a veces, me agradó. El problema vino a la hora de la descripción.

ARBOL DE CENIZAS (la Ambición) - Es una persona excepcionalmente atractiva, vivaz, impulsiva, exigente, no le importan las críticas, ambiciosa, inteligente, llena de talentos, le gusta jugar con el destino, puede ser egoísta, muy fiable y digna de confianza, amante fiel y prudente, algunas veces el cerebro controla al corazón, pero asume sus relaciones muy seriamente.

Lo sé, lo sé, todos ustedes se fueron fácilmente con la finta. Como mi belleza física es, en efecto, excepcional y digna de éxtasis estéticos, los humanos comunes y nada inquisitivos pensarían que los celtas son los grandes profetas. Favor de no aventurarse con tal prontitud, oh vasallos.

¿Vivaz? Contempla durant unos cuarenta y cinco minutos el suave bamboleo de los lirios artificiales en el interior de una gran pecera, eso te dará una idea del grado de vivacidad que alcanzo en momentos de gran despliegue energético.

¿Impulsivo? He pasado horas en la antesala de un ministerio público, con las nalgas aplastadas contra una butaca de plástico y los ojos contra un texto de, digamos, Cortázar en sus ratos malos, sólo para que, al final, salga un burocratita de pacotilla, soldado raso del ejército de la mierda, a decirme que vuelva mañana. Mi reacción: gracias, buen día.

¿Exigente?: Está bien, si pedí una hamburguesa sin catsup y me la sirven con ella, probablemente me moleste. Mucho. Si arreglan mi carro y se jode saliendo del taller, arderá troya. Hasta ahí llega mi nivel de exigencia. No cuento si hay igual número de m&m's azules y rojos en el paquete, ni lloriqueo si el agua en mi botella es ciel y no evian.

Me importan las críticas. A todos los escritores nos importan las críticas. El que escriba y publique y diga lo contrario es un jodido mentiroso. Uno publica y deja que los demás lean sus cosas con el afán de que lo critiquen. Si nadie te critica es porque a nadie le importas, y en el cielo de la intrascendencia no está la felicidad. No, tampoco ahí.

¿Ambicioso? Les voy a decir mi más grande ambición material: Quiero una cabaña cerca de un lago (sin mosquitos), una buena mecedora y una hermosa escopeta de doble cañón. Si alguna vez vieron Los Osos Montañeses, sabrán de lo que hablo. Si no, no merecen vivir.

Inteligente: Zí. Vastante.

Lleno de talentos: Puedo eructar y sacarme los mocos al mismo tiempo que busco porno en el internet. Superen eso.

¿Jugar con el destino? Sí, por lo general a mi juego favorito: Las escondidas.

Puedo ser egoísta, muy fiable y digno de confianza: Si, suena coherente. ¿A quién le contaré mis penas? Ya sé, al egoísta de mierda que probablemente busque la forma de usarlas en su provecho sin importarle el daño irreversible que me puede causar. Good job, smartass.

Amante fiel y prudente. Como todos los egoístas, somos tan lindos.

Algunas veces el cerebro controla al corazón. Sí, porque aunque todos ustedes, médicos profesionales titulados, cardiólogos alrededor del mundo, creían que el corazón estaba regido por el Sistema Nervioso Autónomo, completa y fabulosamente independiente del cerebro, los celtas, con su sabiduría medieval con la que realizaban sabios sacrificios humanos, han demostrado lo contrario. Toma eso, Stanford.

En resumen, creo que más bien soy un árbol de guayabas.

1 comentario:

Dante dijo...

Yo tambor chequé esa onda y se supone que soy el de la manzanita. E igual que a asté, commmmmpah, le atinaron 2 que 3.

"De contextura liviana, mucho carisma, es una persona llamativa y atractiva..."
(Seguro, livianito cual pluma de 100kg y 1.82 de estatura, hahaha, y de lo atractivo, ni hablamos).

"... de un aura agradable, coqueta, aventurera..." (tampoco es cierto, soy muy miedoso, la neta).

"... sensible, siempre enamorada, quiere amar y ser amada, compañera fiel y tierna, muy generosa..." (soy sensible, si, lo del amor, iguanas, pero lo demás son áreas inexploradas de mi vida).

"... de talentos científicos, vive el día a día, filósofa despreocupada con imaginación." (Esos yo creo que si le atinaron).

Y ahora me hago publicidad: ejem, ejem... Hago comics sarritas en mi sitio ombligoluna.wordpress.com
véanlos, no sean gachos.
Listo!