19 mayo 2009

En mi soberbia opinión.

Un flexómetro es una herramienta útil. Por supuesto, el sólo hecho de ser una herramienta presupone la utilidad de un flexómetro, pero contrario a la mayoría de las herramientas, el flexómetro no es un obrero, sino un intelectual de la construcción. El martillo es convocado a la hora del clavo, el golpeteo intermitente; el serrucho es el cirujano de cuya precisión y filo depende el buen corte de una viga, un madero vasto; el taladro es un avanzado pájaro carpintero que le hace la vida fácil al destornillador y ha dejado casi sin trabajo al barbiquí. Pero de ellos, pocos hacen un trabajo tan cercano a la burocracia como el flexómetro. Nunca verán a uno cansado, sudando en la caja de las herramientas tras una ardua jornada. No. Lo verán más probablemente en el cinturón del ingeniero que dirige la obra, mirando orgulloso cómo todos siguen sus instrucciones para cortar los maderos, fundir las varillas, soldar las vigas. Lo verán subir a la camioneta y marcharse para volver unas horas después a supervisar los avances, volver a medir, constatar que todo marche según sus precisiones.

Un flexómetro es, en ese sentido, el ejecutivo de las herramientas. Supongo que la segueta, el rotomartillo, el cautín y las llaves de tuercas lo miran con cierto recelo, lo tienen por amanerado, comodino, perezoso. Al flexómetro dudosamente le importa, él es preciso y de su precisión dependen la velocidad y el buen desempeño de quienes laboran en la obra.

Una mujer que me ha comentado en un par de ocasiones me ha pedido que hable sobre las campañas políticas. Dudé entre hacerlo o no (ya en alguna ocasión les había suplicado no comentarme en forma anónima, ¿de qué se esconden, pequeños?) pero al final decidí que sí, en gran parte porque sobre ese tema tenía guardadas un par de opiniones desde hace tiempo y la anónima solicitud me cae al dedillo para de una vez plasmarlas acá. Por eso comencé hoy hablando del flexómetro.

¿Ambiguo, verdad? Sí, disculpen. La cosa funciona de la siguiente manera: Todos los días, al dirigirme a mi empleo cotidiano, tomo una arteria de esta ciudad -Veracruz, se llama- y manejo por cerca de un kilómetro antes de doblar. Todo ese kilómetro, desde hace meses, está copado de esa gran mierda gráfica que llaman propaganda electoral.

Wikipedia nos obsequia con la siguiente definición:
Propaganda: La propaganda o publicidad política consiste en el lanzamiento de una serie de mensajes que busca influir en el sistema de valores del ciudadano y en su conducta. Se articula a partir de un discurso persuasivo que busca la adhesión del otro a sus intereses.

Bueno. Me dan ganas de llorar. ¿Qué tipo de profundo mensaje se esconde detrás del brillante "Sonora al siguiente nivel" de un candidato o del aún peor "El #1" del otro. En el primer caso, me suena a discurso motivacional de empresa chafa, onda Grisham o John C. Maxwell; del segundo mejor ni hablar, sinceramente me parece el nombre de un caballo de los que corren en los hipódromos locales.

Sincerémonos. La realidad de las cosas es que las campañas políticas locales carecen de contenido. Toda la parafernalia que ensucia y afea la de por sí bastante fea ciudad en la que habito no tiene otro fin que el de disimular la total ausencia de discurso de parte de absolutamente todos los candidatos de los partidos fuertes que competirán en un par de meses por la gubernatura y las diputaciones y alcaldía local.

Pero sólo por curiosidad, tomé mi flexómetro de construcción (sí, tengo muchas herramientas, mi padre construye y si yo no supiera usarlas sería la verguenza de la familia) y me dirigí hacia la avenida mencionada para sacarme la duda: ¿Cuánta distancia hay de pendón a pendón? Empecé la medición en la General Piña y lo terminé en el bulevar Rodríguez. En los casos en los que había dos o más anuncios, consideré la mitad de la distancia -me pareció justo- y los resultados me escandalizan.

Hay un anuncio de un candidato a algo cada 4.5 metros. Contando sólo un lado de la acera.

Suponiendo que yo manejara mi automóvil a, digamos, 50 km/hr, es decir, a 13.8 metros/segundo, vería aproximadamente 3 fotografías con mensaje estúpido incluído de alguno de los 10,358 candidatos que codician algo en las próximas pizcas por cada segundo.

Tres por segundo.

Tres por pinche segundo.


TRES POR SEGUNDO, CARAJO.


Eso se aleja mucho de mi concepto de "propaganda", "campaña" o "marketing" y se acerca muchísimo a mi concepto de contaminación visual. Aceptémoslo: Cubrir la ciudad de fotografías y letreros idiotas como: "Él sí puede", "Gente de esfuerzo y resultados", "Tu voz en el congreso", "Quiero seguir robando", "No sé hacer nada más que esto" y demás linduras parecidas dudosamente es una propuesta política respetable.

Eso es sólo por un lado del asunto: El lado siguiente es aún más desagradable. ¿Ustedes saben cuánto cuesta aproximadamente cada una de las lonitas esas con la foto y el letrerito? Asumiendo que no lo sepan: Por lo menos $50 pesos cada una. Lo sé, no es una cifra escandalosa. Multiplíquenla por, digamos el medio millón de lonitas iguales de 1m x 50 cm y quizá la cifra sea un poco más importante. 250 000 000 de pesos.

Son 55, 555 aires acondicionados para una familia jodida. 312, 000 ventiladores si se quiere cubrir más área. Medio millón de semanas de super: verduras, arroz, carne, tortillas, leche, huevos, para una familia de 3 personas.

Pero esto, claro, son puras matemáticas. A nadie le importa. Eso no cambia el hecho de que El Pano Salido está bien guapo y por eso todas van a votar por él (no es misoginia, tan sólo en las últimas dos semanas he escuchado a 20 mujeres distintas EL MISMO ARGUMENTO. Decía: Estoy tomando en cuenta sólo lo pequeño. Si me apuran puedo incluir la manta de 80 mil pesos que cubre toda la torre de Hermosillo con la cara del guapísimo Pano Salido, o los espectaculares en la glorieta de Abelardo L. Rodríguez que andan por los 50, 000 cada uno. O el tiempo de transmisión radial para pasar Jingles de canciones de moda cambiadas para incluir el nombre de un candidato.

Eso ya no son matemáticas: son mamadas.

Por supuesto, comentarista anónima, por supuesto que voy a estar de acuerdo con que las campañas políticas en esta ciudad, en este estado, en este país, son la más soberana de las idioteces, en primer lugar porque son carísimas y en segundo lugar porque sirven para dos cosas:

1.-Para contaminar primero visualmente y luego ecológicamente este pinche rancho feo.
2.-Para recordarnos todos los días que no importa lo que sepamos de todos los que andan candidateando, si son ladrones, corruptos, ineptos, sinverguenzas, mafiosos o mangoneables: ellos son los mejores. Todos ellos.

No me jodan. Yo este año volveré a votar por Cantinflas.

2 comentarios:

AnonimusGirl dijo...

Gracias Sr. Monitor por tomar en cuenta la petición hecha y decidir escribir sobre lo propio... haciendo un pequeño paréntesis, no me escondo de nadie, simplemente me gusta estar así y cuando lo juzgo conveniente y considero que la situación lo amerita entonces aparezco de la manera menos esperada.

De hecho tengo mas de un año leyendo su blog y nunca escribí hasta que me nació en realidad hacerlo, espero no haberlo ofendido con mis comentarios, en realidad jamás fueron mal intencionados y siendo sincera, me gusta ese cinismo que le brota del alma al escribir, con muchos de sus post me río, con otros me trae recuerdos a la mente que por supuesto no tienen nada que ver con Usted, puesto que la primera vez que vi su rostro fue en dos píldoras azules y ahora lo veo porque tiene su fotografía puesta, pero nada mas… y bueno preferí usar el AnonimusGirl.. a usar la vanidad que brota de mi.. es su blog y con la suya mas que suficiente ¿no cree?

Cerrando el paréntesis y volviendo al tema principal me agradó de sobremanera la forma en la que abordo el tema y en realidad como en muchas otras cosas concuerdo con Usted una vez mas; ya somos dos los que votaremos por Cantinflas o igual y hasta mi nombre pongo en la boleta o el suyo; no que conozco bastante gente que simplemente están pensando “vender su voto al mejor postor” el día de las elecciones.. que nefasto.. pero cada quien es libre de hacer con su voto lo que le plazca.

Nuevamente Gracias.. le seguiré leyendo como siempre, en silencio.. quizá con algún sobresalto por ahí y se encuentre de nuevo mis letras por estos rumbos.
Y por favor ESCRIBA que leerle son mis 5 minutos de relax mental.

Saludos y hasta la próxima!!!

monitor dijo...

Ni me ofendes, ni me inquietas, simplemente se me dificulta no poder ponerle un rostro a las opiniones que escucho.

Una verdadera lástima, porque las tuyas parecen venir de un cerebro muy funcional, como deberían de ser todas.

Saludos de todos modos, buena semana.