Power line: Sinceramente pienso que escribía mejor cuando nadie leía mis cosas.
Y vamos, no estoy diciendo que ahora mi trabajo sea leído por miles de personas alrededor del mundo (aún), pero es un hecho incuestionable que el haber publicado ya en un par de ocasiones me ha hecho ser leído, forzosamente, por quizá un par de cientos de seres humanos.
Quizá conozca a medio centenar de esos lectores, si acaso. Del resto sólo tengo pista cuando se me acercan en el bar y me dicen "oye, está muy bien tu libro" o "¿no eres el bato del libro de la morra del pelo azul?". Sin embargo, del mismo modo en que a la chica que canta y baila frente al espejo usando un cepillo como micrófono se le doblan las piernas al hacerlo en el auditorio de la preparatoria, a mí me entra una neurosis esquizoide que me hace borrar y desechar renglón tras renglón de cada mísera cuartilla sobre cualquier tema, e incluso para las insulsas notas que a veces publico en este espacio electrónico.
Un amigo escritor me cuenta que el día que conoció a García Márquez tuvo la oportunidad de ayudarlo a salir de un restaurante donde una concurrencia fanática le asedió durante casi una hora por firmas y charla casual y que el maestro, al tomarlo del brazo antes de subir a su auto, le dijo: Amigo, nunca se haga famoso.
Desde ese día utiliza esa anécdota como pretexto para las bajísimas ventas de sus libros. No quiere contrariar al Gabo, dice.
El asunto, creo, es precisamente ese. No me da ninguna pena decir que he terminado un par de proyectos forzadamente con el único fin de participar con ellos en un certamen literario. Reconozco, sí, que a veces terminé llevándolos a un puerto muy distinto del que les había pensado. Pero ahí radica la maravilla del asunto: no tomarme en serio, no asumirme como un tipo al que los lectores van a reclamar por lo que hace con sus historias me facilita muchísimo todo el proceso creativo.
Y en esas pocas ocasiones en que sé que lo que escribo terminará frente a los ojos de la critica, todo se vuelve más constipado. Como un estreñimiento literario.
¿Por qué digo todo esto? Bueno, porque una institución cultural está evaluando en estos días un proyecto bastante grande que está totalmente a cargo de este que les escribe, y de su aprobación o negativa dependerá todo el curso del próximo año para mí y los míos. Así que no es poca cosa.
Sólo espero recuperar a tiempo mi capacidad de no tomarme en serio y tomar en serio únicamente lo que hago. Sé que lo hago bien, como todo. Excepto, claro, fracasar.
1 comentario:
me emociono!
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