Hoy me tomé un café con uno de mis grandes amigos: Otto Gómez Esperón. Como suele pasar entre nosotros, ambos conversadores insaciables y teóricos amateur de casi todos los campos de la psique humana, fueron casi tres horas de darle rienda suelta a la palabrería, coincidir en algunos puntos, diverger en otros y pasarla muy bien.
Otto se casó hace poco con su amor de siempre, una chica a la que conoció en la primaria y con la que siempre tuvo un romance secreto, hasta que ella se enteró y el romance dejó de ser secreto y se volvió una relación de poco más de un año, que se convirtió en matrimonio hace un mes y algunos días. Hablamos un poco de eso, de la transición, de adaptarse, de preservar el amor y de hacerlo crecer todo día con día.
Me da mucho gusto que mis amigos más queridos estén felices, casados, con buenos empleos y algunos de ellos ya criando a uno o dos pequeños. La madurez, las etapas, todo eso que llega con el tiempo, ha ido llegando poco a poco para todos.
Yo -lo digo con frecuencia- soy papá desde hace mucho. En eso radica una de mis mayores felicidades y uno de los grandes motores de mi vida. La paternidad ha sido una bendición, una enorme alegría, un sinfín de sorpresas y emociones. El matrimonio, por otro lado, sigue siendo un gran misterio.
En fin, fue bueno ver a mi amigo, verlo contento, emocionado en este nuevo principio, recordar que confío mucho en él, siempre he sabido que le irá bien en todo. De ahí fui a tomarme otro cafée (por lo tanto creo que hoy no voy a dormir) con mi gran amiga Edith Cota, fotógrafa y periodista, mi compañera infaltable de cine y eventos culturosos en esta ciudad soleada. Dos buenos cafés bien conversados que me dieron ganas de postear. Desafortunadamente para ustedes, tengo una emergencia desde el tercer párrafo de este post, así que por el momento es todo, pero al parecer ya voy a empezar a publicar de nuevo.
Mientras regreso, hablen entre ustedes sobre la Ley de Inmigración que se promulgó la semana pasada en Arizona y discutan diversas maneras de demostrar nuestro desprecio al país que nos desprecia. Cuéntenmelo todo en el apartado de comentarios y yo lo tomaré en cuenta. Besitos.
1 comentario:
¡Claro! ¡Qué fácil, te largas y luego nos dejas el peso del tema al resto de lo pobres mortales! ¿El ensayo de cuántas cuartilas lo quieres? jajajaja
Da gusto que vuelvas, y en cuanto a la relación esquizofrénica que tenemos con el vecino, ya han corrido ríos de tinta, lo que me parece interesante es cómo resolverán la controversia sobre la imposibilidad que tienen los estados de legislar sobre un tema federal; aquí como allá eso no se puede hacer, por lo tanto "tendrían" que derogar esa ley. Ya se verá.
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