22 enero 2005

No entiendo el humor fácil. Me di cuenta anoche, cuando me descubrí callado y serio mientras todos a mi alrededor reían de un comentario que no entendí hasta después de una pronta explicación.
No entiendo porqué no entiendo el humor fácil, simplón y de consecuencias inmediatas, pero así es. Por el contrario, entiendo y me desternillo de risa con un humor complejísimo, de entreveraciones intrincadas, significaciones subyacentes y sutilezas de guante blanco y camuflaje.
Esto, de lo que me di cuenta anoche y que sigo repasando esta mañana aciaga, me causa un par de conflictos, el primero y más fuerte de ellos es la contradiccón de que, mientras esta lentitud para el humor me hace parecer un pendejo a la hora que todos se ríen mientras estoy callado, a la vez me hacen pensar que todos los demás son los lentos por encontrarle tanta gracia a comentarios de la simplicidad más elemental.
Claro, no es igual para todo. La excepción más clara a esta particularidad de mi quisquilloso humor es Polo Polo. Estoy de acuerdo con todos aquellos que piensan que los chistes de este comediante consisten en decir tres peladeces por cada cinco palabras, lo cual no obsta para que escuchar uno de sus chistes me haga doler el estómago de risa. Tal vez sea esto la excepción que confirma la regla, para hablar con frases hechas. El punto es que el humor fácil, pelado, crudo de los chistes de Polo Polo me carcajean a pesar de su rusticidad.
El sarcasmo, por otro lado, me causa un cosquilleo en la boca del estómago que es una de las cosas más parecidas a la risa silente. Lo mismo me pasa con el humor negro, ácido y cruel, al estilo de algunos buenos stand up comediants norteamericanos (Mark Oedekerk por ejemplo). El humor simplón de Jerry Seinfeld, por el contrario, me causa más gracia por el tono irritante de su voz que por el contenido neto de las palabras con las que arma sus rutinas.
No estoy muy seguro si esto pretendía llegar a alguna parte. Tal vez lo único concluible aquí es que hacerme reír es a veces demasiado complejo como para que valga la pena intentarlo, y a la vez, si alguien no lo está intentando muy probablemente lo consiga. No sé, ando muy desvelado.
Ojalá que les aguarde una buena carcajada el día de hoy, por ahí, agazapada en alguna parte, esperando para alegrarles la jornada.

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