¿Cómo va esa vida, lector ocasional? ¿Qué cuenta de nuevo la familia? ¿Cómo sigue el padre del azúcar, la madre de la reuma, la hermana de su novio? ¿Cómo va ese clima allá en tu ciudad, querido lector ocasional? ¿Qué tal te trata la gente allá donde radicas desde que inventaste un nuevo exilio? ¿Cómo va el trabajo? ¿Ya ganas suficiente como para leer estas líneas amables en tu casa y no en el sórdido café con internet a donde acudes a ser un poco yuppie y un poco hippie? ¿Cómo va esa dicotomía que le agregas a todas tus otras viejas dicotomías, estimado lector ocasional?
¿Cómo va la otra vida, hermano-hermana, ésa que te inventas aquí frente a la máquina y donde conoces a gente que no conoces y tal vez nunca conozcas pero aprecias, admiras y quizá hasta, en el colmo de los masoquismos, amas un poco? ¿Ya saben que no eres realmente tan alto, ni tan rubia, tan rico ni tan casta, tan súper ni tan cool? ¿Cómo va esa honestidad contigo mismo, respetado lector ocasional?
¿Cómo van los días? ¿Llueve todavía por las tardes o ya se ha despejado un verano radiante en tu cabello? ¿Se ha aliviado tu perro de esa tos persistente? ¿Te has acordado de alimentar a las tortugas? ¿Arropas al canario a las ocho como te pidió tu madre? Recuerda que hoy es viernes y toca regar la madreselva y las dos patas de elefante, pero no el bambú. No olvides nunca los rituales, anarquista lector ocasional.
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