Hoy viernes, dentro de exactamente cuatro horas, debo presentar mi segundo examen departamental de morfología (antes anatomía) y debo confesar que no me siento listo.
En el primero no me fue mal, considerando que la mitad del grupo (16 de 30) lo reprobaron miserablemente y que yo lo pasé, aunque no con un puntaje muy presumible. Pues hoy es el segundo y a pesar de haber jurado y perjurado que llegaría a él más filoso que diente de tránsito, no me siento así.
No necesito replantearme muchas cosas. Desde hace como once años decidí que voy a ser médico (y no un medicucho cualquiera, sino un excelente médico) y ésta no es una cuestión académica. La carrera me encanta, esta materia es quizá mi favorita y el maestro es formidable. El problema soy yo y mi eterna falta de disciplina. Por ejemplo, anoche me propuse dormirme temprano (después de una estudiada, claro) y despertarme hoy a las 6a.m. para seguirle dando. Pues sí, puse el despertador a esa hora, me dormí temprano (todo lo que no tenga a.m. es temprano) pero saben a qué hora me digné salir de la cama? a las 10:21 a.m.
Así no se puede.
Ahorita estoy en la facultad esperando a que se reúna el grupo con el que estudio más a gusto para darle un buen rato a los aparatos respiratorio, cardiovascular, renal, digestivo, linfàtico, reproductor y si tuviéramos nosotros los mugres humanos aparato reproductos de discos compactos, tengan por seguro que este examen lo incluiría.
Lo voy a pasar, me cae, pero esto de "pasar" los exámenes tiene que dejar de ser suficiente.
¿Que si me lo prometo a mí mismo? Déjame pensar... No me gusta mentirme.
1 comentario:
Entonces entraste a medicina...
Debo reconocer que me provocaste una sonrisa de envidia y alegria. Usted sabe bien que yo también siempre he querido ser médico.
Un abrazo, y creame: Yo todavía lo leo.
Manuel Lomeli
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