Él insiste mucho en su literatura (o ha insistido, a mí -carajo- me da lo mismo el tiempo en que conjugue su insistencia), y en particular en El viajero más lento, El viaje vertical y El viento ligero en Parma (aún no leo Bartleby y compañía, aunque fue, supongo, el motivo númen de que empezara a leer su obra), en el tema del viaje no geográfico.
Sus personajes -que, como mis personajes, son todos él/yo tergiversado- son viajeros "verticales". En esa verticalidad, que no puede/debe asumirse física, se entiende que no viajan a través de kilómetros y fronteras orográficas, sino a través de días, meses y años de recuerdos ciertos o falsos. Son aventuras turísticas a través de la memoria y la mente de uno mismo, confrontaciones entre aquello que fue, lo que uno recuerda de aquello que fue y lo que uno anhelaría que aquello hubiera sido.
A mí me aburre un poco, lo confieso, aunque admiro su ingeniería gramatical y algunos de sus recursos líricos, la verborrea innecesaria con la que adereza el fondo de sus historias generalmente intrascendentes fuera de sí mismas. No es un tío particularmente interesado en el resto del mundo, sino un clásico ególatra como lo son/somos muchos de los que nos atrevemos a enseñarle nuestro trabajo a un puñado de desconocidos y esperamos que se sumerjan en el vómito de nuestra psique y salgan de él habiendo comprendido un todo enteramente distinto del todo que efectivamente fue en el momento de su regurgitación mental.
Pero de cualquier modo, hoy me desperté pensando inevitablemente en Vila-Matas, quizá porque mañana vuelo y hace seis meses que no vuelo, hacia un destino que parece ser siempre el mismo destino y que, cosa curiosa, tiene maravillosamente bien puesto el nombre "destino" en mi pase de abordar. Yo realmente quiero creer que ahí está mi destino, no sólo geográfico y transitorial, sino mi destino vertical, ése en donde está mi paso del tiempo, los días que imagino largos y pacíficos y blancos y plenos del resto de mi vida, y donde sin duda estará ella, esa ella que también ha sido una viajera vertical desde siempre conmigo.
Me voy del mundo, literalmente, voy a eliminar durante una semana todo contacto con mi vida cotidiana y a recorrer uno por uno todos los caminos de regreso hacia el yo mismo que a veces dejo olvidado para que el yo diario pueda hacer bien las cosas que tiene qué hacer.
Por supuesto, no sabrán ustedes, caros lectores, nada de este servidor en esos días. Pero les prometo que los compensaré cuando regrese con muchos y muy variados renglones de cuanto suceda en este viaje mitad vertical, mitad geográfico, con el que pretendo endulzarme la vida desde mañana a las 12:10 p.m.
Ah, y no les voy a traer nada.
1 comentario:
Estoy ansiosa por eso que prometes.
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