02 noviembre 2004

Feeling strangely fine

Me fui abruptamente a un viaje de autopista de cinco horas para darle un no muy fuerte abrazo a mi amada bisabuela en su cumpleaños no.94. Por ese motivo no había posteado (yo sé que estaban preocupados aunque finjan indiferencia). El viaje salió de la nada el sábado en la mañana durante una conversación telefónica con mi sr. padre en la que me aplicaron el viejo truco del desangramiento emocional para convencerme de dejar mi cómodo apartamento superequipado, mi harém de 17 odacuzcas, mi colección de mafaldas y a mini me a cambio de cinco lapsos de sesenta minutos detrás del volante con rumbo al pueblecillo encantador de crepúsculos arrebolados donde (sobre)vive la linda viejecilla que engendró a 14 escuincles, la mayor de las cuales engendró, a su vez, a siete escuincles, la mayor de las cuales engendró a este escuincle, que, si bien, no cuenta con el sistema reproductivo necesario para alojar durante los nueve meses protocolares a un escuincle, sí trajo ya al mundo a la quinta generación desde aquel lejano 31 de Octubre de 1910 en que mi bisabuela dio sus primeros berridos.
Sólo la primera hora de camino estuvo tranquila, pues antes de llegar a Guaymas ya la lluvia había comenzado a hacer de las suyas y Dante -fiel copiloto- tuvo que hacer uso de sus mejores anécdotas e imitaciones de voces de caricaturas para evitar que me quedara dormido al timón, arrullado suavemente por el fresco viento y el monótono chipi chipi del agua en el cristal. En Cd.Obregón llamamos a mis jefes que casualmente habían ido a hacer el super a Wal Mart y andaban en la misma ciudad, por lo que decidimos hacer convoy el resto del camino, idea que resultó providencial, pues adelantito de Navojoa los parabrisas del tsuru valieron pa puras verguenzas y tuvimos que guiarnos por las luces del pickup de mi jefe durante casi una hora en una carretera que parecía superficie lunar pantanosa de tanto bache y lodazal. Pero bueno, por obra y gracia de alguna inteligencia superior todo salió bien y aquí estamos todavía.
Anoche me quedé a dormir en casa de Angie, con mini me, que a últimas fechas tiene complejo de compañía petrolera gringa y se la pasa confundiendo a su madre con el medio oriente. Lo bueno es que se ha puesto muy robustito y estoy planeando alquilarlo para comerciales de pañales, comida para bebé y otros artilugios de esos que te venden la foto de un bien alimentado y aspectado humano amateur.
Y pues hoy la neta pinta para una hueva de lo más absoluta. Es día de los fieles difuntos, y como es costumbre, no hice nada. Gracias a Buda no se me ha muerto nadie tan cercano como para acordarme de ir a limpiar su cripta, llevarle dos panes, un tamal y un panal de Costeño, por tanto, cuando llego a acudir a un camposanto en compañía, generalmente, de mis papás, me dedico en exclusiva a la ingesta desmesurada de ponche y cocteles de elote, una debilidad remanente de mi infancia cada vez más empolvada.
Mañana otra vez a clases después de cuatro días de feliz asueto. Hoy me quería cortar el cabello pero no hay nada abierto. Pinche gente improductiva. Afortunadamente me pasaron 3 libros nuevos de dungeons, y como planeo organizar sesión para este fin de semana, me voy a checar el Monster Manual 3. Ehh, pásenlo bien.

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