Cuando yo era chiquito pensaba que siempre iba a ser pequeño. Fui el último de mis amigos en dar el estirón, hasta el último año de la preparatoria pensé que estaba condenado a ser por siempre el "enano" "tachuela" "chapis" y todos los ingeniosísimos apodos que me ponían en la bola.
Hoy mido un metro con setenta y siete. No soy nada alto ni sobresalgo en las filas, ni jamás jugaré en la NBA, pero bueno, tampoco arrastro los pantalones ni me tiran carrilla de luchador mini.
Cuando yo era chiquito desarrollé la habilidad de hablar diciendo las palabras de adelante hacia atrás a una velocidad impresionante. No sólo palabras, sino enunciados completos, incluso podía leer en voz alta párrafos enteros empezando por la última letra y terminando por la primera, memorizarlos y repetirlos en forma irreprochable.
Hoy me cuesta trabajo hacer que me entiendan en mi propio idioma y hablando en sentido normal. Ni qué decir de cuando me emociono, que atropello las letras, tartamudeo y varío el volumen tantas veces que parezco bocina de toquín de diez varos.
Cuando yo era chiquito era tremendamente crédulo. Estaba seguro que en el patio de mi casa había un árbol que daba monedas en sus raíces, que los renacuajos eran pequeños seres extraterrestres, que el arbusto de la casa abandonada junto a las oficinas del correo daba huevecitos comestibles y que había un ratón con el que se podía hacer un buen trato monetario a cambio de los dientes caídos.
Hoy me cuesta un trabajo enorme creerle a cualquiera, cualquier cosa.
Cuando yo era chiquito, preparaba junto a mi mejor amigo Andrés algunos sandwiches, unas bolsas de papitas, algunos refrescos, tomábamos las bicicletas y pedaleábamos por muchas horas hasta llegar al río donde acampábamos. Hacíamos muchos planes y prometíamos muchas cosas mientras escuchábamos el caudal correr atropelladamente entre las piedras y veíamos el viento meciendo las copas de las ceibas. Yo pensaba que nunca volvería a tener tan buen amigo como aquel.
Hoy sé que tenía razón.
1 comentario:
Hay cosas que debemos de seguir conservando cuando crecemos.. hay cosas que no cáducan.... y una de esas cosas es la amistas verdadera.. sincera .. nacida de las ganas ... de las ganas y nada más...
Un saludo... espero un día verte por mi espacio.. besos
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