Si alguno de ustedes, oh caros lectores! tiene la sabiduría suficiente en sus pobres mentes mortales, habrá escuchado (y reído con) los chistes del gran mestre de la orden del albur pelado y escatológico. Sí, hablo de Polo Polo, o Lord Polo, como lo conocen los británicos.
Pues bien, dando por sentado que lo han hecho, asumiré que en particular han escuchado el chiste de Cuquita, una señora de 80 años cuya máxima ilusión es tener un hijo. El dr. Jiménez, su médico de cabecera, se muestra totalmente reacio a permitirlo, pero tras realizarle a nuestra querida Cuquita todas las pruebas de fertilidad, dilatación, lubricación, alineación y balanceo, se da cuenta, no sin cantidades gargantuales de asombro, que la venerable anciana es completamente apta para concebir, gestar y dar a luz.
Vaya, demasiada explicación. Si usted oyó el chiste alguna vez, sabe de qué chiste estoy hablando. Sentado esto, procedo a comentar que esta mañana descubrí que Doña Luz, mi casera, es en realidad la identidad secreta de Doña Cuquita. Supongo qu se cambió el nombre para evitar las suspicacias de sus vecinos y amistades después del sonado chascarrillo del gurú de la palabra soez. ¿Cómo lo descubrí? Ahí les va.
Un viernes de cada mes, las amiguis de Doña Luz/Cuquita, se reúnen en la casa de alguna de ellas para desayunar, chacotear y esas cosas que hacen los ancianos. Este viernes tocó en la casa donde yo vivo. Hace una hora, mientras me zampaba unos exquisitos chilaquiles en el comedor de la banda, escuché que llegaban las invitadas de Doña Cuquita/Luz y le gritaban desde el umbral de la puerta: ¿Dónde estás hija de tu p*ta madre? ¿Dónde andas cabr*na? (analicen las semejanzas, por favor). Un rato después llegó otra de las ancianas ninja y dijo: Buenos días, señoritas, a lo que todas, señoras casadas o viudas en el mejor de los casos, respondieron escépticas, ¿y porqué señoritas? La que había formulado la oración no tuvo empacho en responderle: ¿A poco a ti no se te ha vuelto a cerrar?
Creo que me ahogué con un chilaquil en ese momento. Si no hubiera tenido mi juguito de naranja a un lado no les estaría contando esto ahorita.
En resumen, Doña Luz es en realidad doña Cuquita pues existen demasiados paralelismos entre su grupo de amigas, diálogos sospechosamente similares a los relatados por Polo Polo y en general, actitud cantarina de su banda de achacosas que hacen obvio y deductible que la protagonista del chiste y mi casera son la misma persona. Dirán ustedes, pero de igual forma podría ser cualquiera de sus amigas. Sin embargo, yo no vivo con ninguna de ellas, y todo mundo sabe que si doña Cuquita existe (y lo hace), yo viviría con ella. Punto.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario