04 diciembre 2008

diagonal

En el desvelo tampoco
ni en las vigilias
ni en el recurso gastado de pensarte
más cuando menos te pienso
y de soñarte
más cuando menos consigo
dormir / dormirme
estuviste.
Nunca supe cómo
esto de la ausencia se volvió
el sustituto de tu voz
aquí junto al montón de ropa tibia
que acababa de quitarte
para lavarte el cuerpo
de otros besos saliva
de otros brazos sudor
de otro cuerpo hoguera
con los míos.
Nunca supe cómo
comenzaste
a ser el suspiro breve de tu nombre
la apenas exhalación
de tus dos sílabas siamesas
la tenue desaparición de tu cuerpo
al empezar el día
-esta criatura casi etérea
que se me va
autoregenerando aprisa
en el mero caracol de los oídos.
Porque no fuiste nunca
ni apenas setecientos días después de nunca
-y por casualidad-
un cuerpo de piel y miedo
ni un calor de azafrán y canela
sino apenas aquello
la idea
el milagro
la multiplicación de los hubieras
la creación espontánea de los cuándos
el rezo
dios mío dios
el rezo.

Y al fin eres la nada
esa nada intangible
donde nada
mi todo
donde bogan mis naves
y el horizonte blanco
de las cuatro madrugadas
donde hubieron
tus ojos
donde hollaron
tus dientes
mi carne vil
mi piel metal.

Ahora ven conmigo
al invierno
camina sola mientras miro
tu espalda
bendice al ojo que no mira la nieve
camina sola mientras oigo
tu risa
bendice el oído que no escucha la lluvia
camina sola y luego
ven conmigo
al invierno
manténme tibia el alma
dame calor saliva
prende la hoguera piel
dame refugio vientre
abrázame
ya
ya no te vayas
ven.