Martes. Feos días los martes. ¿Alguno de ustedes ha escuchado algo bueno de los martes? Yo no. Cuando se habla del martes siempre es para cosas desagradables, comenzando por el fatídico martes 13 que se supone es de mala suerte, continuando con proverbios como "en martes ni te cases ni te embarques", dicho que presagia que el día no es agradable y que, aún más, es indeseable.
¿Qué tiene de especial el día? No es ni el primero, ni el último, ni siquiera el día de enmedio de la semana. Uno no dice ni "gracias a dios ya es martes", ni tampoco "maldita sea, ya mañana es martes". Es un día bastante mediocre por lo visto. Gris. Ni siquiera tiene una inicial propia. Si revisan ustedes un calendario de bolsillo, verán que cada día tiene su letrita representándolo: Está la recta y firme L del lunes, el anzuelo curvilíneo del Jueves, la victoria implícita del Viernes, pero encontrarán dos M's del mismo calibre. M de mediocridad. Seguro que al día Miércoles le rompe durísimo las bolas que el Martes haya venido así a fusilarse el ícono. Y cuando uno escribe en inglés, el ofendido es el jueves, puesto que Martes es Tuesday y Jueves Thursday. O sea que el martes es bilingüemente repudiado.
Pero bueno ya, es martes y hay que postear algo o se corre el riesgo de que los dos lectores que le quedan a este antro de vicio terminen de ahorcarse y no vuelvan a reptar por aquí.
¿Qué contar? Podría comenzar, y lo haré, por decir que en tan sólo 3 días se dará mi regreso anunciado a Guadalajara y que por ese motivo ya debería estar a marchas forzadas preparando el viaje. Pero no tengo ganas.
En esta tesitura de abulia y monotonía resultaría en un sinsentido continuar escribiendo. ¿Para qué exaltar algo tan execrable como la desidia? Mejor cambiar el tono. Albricias, he decidido seguir escribiendo las historias de la subciudad que quizá alguno de ustedes ya haya leído, así que pronto habrá más de Aurora, Valdivia, el Medellín y la excéntrica golfa de Ana Loyola. Sólo en los mejores cines. Ha sido complicado recomenzar esta historia por algo que, según creo, le sucede a la mayoría de quienes comparten lo que GGM llama "la bendita manía de contar" ¿Qué es? Pues esa odiosa muleta de no poder darle el mismo tono a una historia que se escribe un día sí, dos no, una semana sí, un mes no. Algo se pierde, se extravía el momentum, en el caso de la subciudad en particular se sintió una delusión, un como desteñimiento de la carga emocional (a veces hasta gore) que había logrado en el primer capítulo y que fue difuminándose en los cinco siguientes hasta llegar a parecerme como light.
Por algún motivo, sin embargo, últimamente he sentido que ya podría retomarlo con un tono muy parecido, si no es que el mismo -cosa por muchas razones imposible-.
Ayer le di mate a mi look de náufrago y lo cambié por el look de "tengo dos años menos". Me veo chistoso sin pelos en la cara, como demasiado chico, o sin chiste, o raro. En cuanto aterrice en Guanatos me lanzaré al piercing place de cabecera a que me repitan la perforación de ceja que ya se me cerró (coño).
Suficiente con la superficialidad.
31 enero 2006
29 enero 2006
Otro año de FIOT
El festival internacional Ortiz Tirado es el equivalente sonorense -guardando las proporciones- del Cervantino guanajuatense. Uno puede caminar por las calles de una ciudad medio colonial, cuya arquitectura aún conserva los rasgos característicos de épocas mejores y encontrarse con vendimias desperdigadas por las dos plazas principales: Alameda y Plaza de Armas. Ambas son divididas (y al mismo tiempo unidas, no es esto contradictorio?) por un pequeño callejón llamado, adivinaron, "del beso".
No es nada extraño encontrarse el viernes o sábado de la clausura del FIOT atravesando ese callejón a velocidad caracolesca por el atascadero de gente que se arma ahí. No es nada extraño tampoco que a los primerizos en la callejoneada se le haga bizarrísimo el surtido variopinto de criaturas de la zoociedad. A la derecha un punkoso con actitud de SidVicious, pelos parados de treinta centímetros, dieciocho perforaciones en el rostro, mallitas apretadas y botas de robocop; a la izquierda una niña más cremosa que un danonino, cabellito totalmente fashionable, trapos dolce&gabanna cuando menos, bolsa a juego con zapatos y cinturón y voz de que le faltan al menos tres centímetros de lengua (además de expresiones totalmente autóctonas de la fresez como "cerooo" "fatal" "tipo que..." y demás).
Sin embargo el ambiente en general del FIOT es más bien agradable, bastante apacible y sobre todo muy consumista. Quizá, y no estoy afirmándolo, esa sea la principal diferencia entre el FIOT y el FIC, puesto que en este último se destacan bastante las actividades culturosas, las artes plásticas, la música, y todo ese largo etcétera que hace las delicias de los trovos, los punketos, los simples culturosos y los hippies. El FIOT, muy probablemente por su ubicación geográfica, no tiene una gama tan amplia de artistas que presenten su obra acá. No nos engañemos, Guanajuato está en corto de Guadalajara, del DF, de Querétaro y para ser breves, de los mayores centros de concentración de artistoides del orbe mexicano (con la probable excepción de Veracruz, que está algo retirado). Por esta situación de privilegio, siempre puede contar con que le sobrará material de exposición. En el FIOT, justo es decirlo, hay poco surtido. Basta revisar la lista de artistas invitados para notar la sutil repetición de hace por lo menos cuatro años para acá en nombres y apellidos. Entonces, la gente que no tiene mucho qué ver, sí tiene bastante qué comprar. He aquí una de las delicias de las niñas "nice": Decenas de puestos de accesorios baratos.
Un aspecto en el que sí se ve paralelismo es en la cantidad de chupe que ingiere el grupo cosaco de los asistentes: muchos litros per cápita. Por ello es una fiesta ruidosa, musical, desparpajada, donde convive la familia con sus peques al lado de los rockeros desmadrosones, donde uno puede ver al rector de la Universidad de Sonora jugando hacky alegremente con cuatro hippiosos alivianados, al gobernador del estado sentado en la banqueta comiéndose un elote y, en fin, un total aliviane.
Cambiando de tema, les hago partícipes de mi dolor por mi próxima partida. Hoy domingo inicia mi última semana en Sonora (vean los calendarios, el domingo es el primer día), porque el viernes regreso al bello Guanatos. ¿Cómo poner en una balanza el dejar a mi familia (y particularmente a Ángel, mi gallardo heredero) con volver a un lugar que me encanta y donde estoy cumpliendo una de mis más altas ambiciones? Simplemente no se puede. Ángel solo basta para borrar sin un pestañeo todas mis ganas de irme y ponerme los ojos completamente acuosos sólo de imaginar lo tristes que son los días cuando no está conmigo.
Pero bueno, sea hombrecito. El viernes a las 5:30 estaré inscribiéndome al segundo semestre, esperando con harta fe poder tomar el mismo turno para seguirme levantando tarde. Esa noche, si no es que la mañana del sábado, partiré hacia tapatíos territorios a continuar con el proceso de iluminación.
Bien, me marcho, es domingo futbolero y sólo posteé porque hay un par de horas entre partido y partido donde no hay nada mejor qué hacer con mi tiempo. Have a good one.
No es nada extraño encontrarse el viernes o sábado de la clausura del FIOT atravesando ese callejón a velocidad caracolesca por el atascadero de gente que se arma ahí. No es nada extraño tampoco que a los primerizos en la callejoneada se le haga bizarrísimo el surtido variopinto de criaturas de la zoociedad. A la derecha un punkoso con actitud de SidVicious, pelos parados de treinta centímetros, dieciocho perforaciones en el rostro, mallitas apretadas y botas de robocop; a la izquierda una niña más cremosa que un danonino, cabellito totalmente fashionable, trapos dolce&gabanna cuando menos, bolsa a juego con zapatos y cinturón y voz de que le faltan al menos tres centímetros de lengua (además de expresiones totalmente autóctonas de la fresez como "cerooo" "fatal" "tipo que..." y demás).
Sin embargo el ambiente en general del FIOT es más bien agradable, bastante apacible y sobre todo muy consumista. Quizá, y no estoy afirmándolo, esa sea la principal diferencia entre el FIOT y el FIC, puesto que en este último se destacan bastante las actividades culturosas, las artes plásticas, la música, y todo ese largo etcétera que hace las delicias de los trovos, los punketos, los simples culturosos y los hippies. El FIOT, muy probablemente por su ubicación geográfica, no tiene una gama tan amplia de artistas que presenten su obra acá. No nos engañemos, Guanajuato está en corto de Guadalajara, del DF, de Querétaro y para ser breves, de los mayores centros de concentración de artistoides del orbe mexicano (con la probable excepción de Veracruz, que está algo retirado). Por esta situación de privilegio, siempre puede contar con que le sobrará material de exposición. En el FIOT, justo es decirlo, hay poco surtido. Basta revisar la lista de artistas invitados para notar la sutil repetición de hace por lo menos cuatro años para acá en nombres y apellidos. Entonces, la gente que no tiene mucho qué ver, sí tiene bastante qué comprar. He aquí una de las delicias de las niñas "nice": Decenas de puestos de accesorios baratos.
Un aspecto en el que sí se ve paralelismo es en la cantidad de chupe que ingiere el grupo cosaco de los asistentes: muchos litros per cápita. Por ello es una fiesta ruidosa, musical, desparpajada, donde convive la familia con sus peques al lado de los rockeros desmadrosones, donde uno puede ver al rector de la Universidad de Sonora jugando hacky alegremente con cuatro hippiosos alivianados, al gobernador del estado sentado en la banqueta comiéndose un elote y, en fin, un total aliviane.
Cambiando de tema, les hago partícipes de mi dolor por mi próxima partida. Hoy domingo inicia mi última semana en Sonora (vean los calendarios, el domingo es el primer día), porque el viernes regreso al bello Guanatos. ¿Cómo poner en una balanza el dejar a mi familia (y particularmente a Ángel, mi gallardo heredero) con volver a un lugar que me encanta y donde estoy cumpliendo una de mis más altas ambiciones? Simplemente no se puede. Ángel solo basta para borrar sin un pestañeo todas mis ganas de irme y ponerme los ojos completamente acuosos sólo de imaginar lo tristes que son los días cuando no está conmigo.
Pero bueno, sea hombrecito. El viernes a las 5:30 estaré inscribiéndome al segundo semestre, esperando con harta fe poder tomar el mismo turno para seguirme levantando tarde. Esa noche, si no es que la mañana del sábado, partiré hacia tapatíos territorios a continuar con el proceso de iluminación.
Bien, me marcho, es domingo futbolero y sólo posteé porque hay un par de horas entre partido y partido donde no hay nada mejor qué hacer con mi tiempo. Have a good one.
24 enero 2006
Notas al margen.
Acá en mi pueblo la gente pregunta : "¿A cómo?" en lugar de "¿Cuánto?" cuando le interesa comprar alguna mercancía. De la misma manera, la mayoría de la gente le da una entonación de "sh" a las sílabas con "ch", pronunciando "mushasho" "no seas gasho" y cosas parecidas. Ese tonito, junto con otras manías y muletillas es bastante cómico. HermanaMenor, de hecho, tiene un repertorio amplísimo de imitaciones de señora de pueblo que hace desternillar de la risa a quien sea (aunque dicen los entendidos que la opus magna de mi hermana es su imitación de Padre, sublime).
Por algún motivo que se me oculta, nunca he tenido esos tonitos. Son los únicos pinches tonitos que no he tenido, pues casi cualquier otro acento se me pega con una velocidad parsequiana. Cuando HermanaMayor echaba novio con Jay y yo lo veía por más de tres horas ya andaba hablando como los Kumbia Kings (que no mamen, pinches nopales y no pueden pronunciar la "r"). Del mismo modo, ahora que vivo en Guanatos y que hablo por teléfono con los compas de acá de Sonora me dan horas de carrilla por el tono "guacho".
Me está como empezando a doler la cabeza. Al rato nos vemos.
Por algún motivo que se me oculta, nunca he tenido esos tonitos. Son los únicos pinches tonitos que no he tenido, pues casi cualquier otro acento se me pega con una velocidad parsequiana. Cuando HermanaMayor echaba novio con Jay y yo lo veía por más de tres horas ya andaba hablando como los Kumbia Kings (que no mamen, pinches nopales y no pueden pronunciar la "r"). Del mismo modo, ahora que vivo en Guanatos y que hablo por teléfono con los compas de acá de Sonora me dan horas de carrilla por el tono "guacho".
Me está como empezando a doler la cabeza. Al rato nos vemos.
14 enero 2006
Y ahora, los deportes
Así es, hoy regresa el béisbol. Se juega en Mazatlán el tercer juego de la serie que hasta el momento está 1-1.
Los Mayos ya confirmaron a Mario Mendoza Jr. como lanzador inicial; los Venados, por su parte, aún dudan que Francisco Campos pueda ver acción por una molestia en el brazo, caso en el cual Pablo Ortega sería el abridor Mazatleco. A mi ver, Ortega es mejor que Campos, así que espero que éste se recupere.
Lamentablemente, este juego lo veré por la tele, Mazatlán me queda bastante lejos.
Qué triste es mi vida sin futbol. La sección de deportes se ve muy pequeñita.
Los Mayos ya confirmaron a Mario Mendoza Jr. como lanzador inicial; los Venados, por su parte, aún dudan que Francisco Campos pueda ver acción por una molestia en el brazo, caso en el cual Pablo Ortega sería el abridor Mazatleco. A mi ver, Ortega es mejor que Campos, así que espero que éste se recupere.
Lamentablemente, este juego lo veré por la tele, Mazatlán me queda bastante lejos.
Qué triste es mi vida sin futbol. La sección de deportes se ve muy pequeñita.
¿De qué se habla un sábado nublado, gris como vida de cartero?
Quizá de nada. Quizá sea mejor quedarse en silencio, contemplando a través de la ventana, de la misma manera en que muchos observan irse la vida, cómo el cielo se esfuerza en chuparte la energía con una voracidad de sanguijuela, cómo te jala toda la vitalidad con la simple proyección de la melancolía natural de un día tan densamente nublado.
Pero no, no creo que sea buena idea dejarse arrastar por esa anomia climatológica que se cierne sobre mi cabeza, hoy cubierta por una gorra Puma regalo de Padre, verde, el color que más aborrezco, muestra de que Padre, a pesar de sus buenas intenciones, sabe un carajo de mis gustos. Suficiente de Padre, ya en el post de ayer divagué suficiente de él.
Anoche empecé el penúltimo capítulo del péndulo de foucault. Aquellos de ustedes que ya lo leyeron podrían encontrar risible mi próximo comentario, pero por el giro que da la narrativa en esta parte del libro en particular, estoy encontrando que Dan Brown encontró una forma muy velada de fusilarse en forma vergonzante la trama de el péndulo para escribir su Código DaVinci. Repito: Usted, que ya leyó el péndulo, puede reirse si quiere; yo, que no leo aún el final, tengo la esperanza de estar equivocado, de no tener la razón al pensar que Brown, como lo han hecho cientos, quizá miles de autores, se fusiló el temita que incluye templarios, rosacruces, un grial, le agregó algunos balazos, un protagonista altamente maricón, una protagonista que tenía más bolas que su contraparte masculino y la sobada propuesta de que Jesucristo le ponía alegremente con María Magdalena. Voilá, un best-seller. Otra vez: es sólo la impresión que tengo hasta el momento. Curiosamente, no estaba hablando del código, sino del péndulo, ¿porqué permito que mis dedos escriban lo que se les antoja?
Ayer hice algo que desde hace mucho tiempo no hacía: Leí bebiendo café. Yo detesto el café, lo detesto tanto que le pongo azúcar. No se engañe: si usted endulza su café es porque lo detesta. Pregúntele a cualquier cafetalero de pura cepa y se lo dirá: el café debe beberse "negro" para disfrutar su sabor verdadero, el del grano que ha crecido en esa tierra perpetuamente húmeda, que se ha impregnado de ese aroma delicioso, de un sabor que tiene tanto de primitivo en cuanto guarda dentro el más profundo de los secretos de la vida que absorbe de la tierra. Si usted, como yo, es tan pobre que no puede costearse algo mejor que un "Ni-es-café" o un "Combate" o peor todavía, un café "Único", lamento decírselo amigo, pero usted jamás ha bebido café.
Es simple: Uno no come huevos de mojarra y va por ahí presumiendo que comió caviar. Ni madres, el caviar es de esturión, no simplemente huevos de pescado. Lo mismo con el café. Dénse una vuelta por Chiapas o Veracruz, vaya, incluso Nayarit, si su bolsillo no puede hacer algo mejor, una vez ahí, localicen una casa en el campo, lejos de la urbe, y supliquen a los dueños por un café. Cuando lo hayan bebido me darán la razón.
Si de plano usted no puede hacer eso y se aferra a seguir comprando café "de lata" o peor aún "de bolsita", por lo menos piérdale el amor a unos pesos más y compre Folgers.
Decía que no suelo beber café cuando leo. Generalmente tomo café cuando converso con premeditación. Me gusta que mis citas vespertinas o nocturnas sean a tomar café. Yo soy un tipo aburrido, eso cualquiera puede decírselos. Odio los antros, discotecas, bares, y cualquier otro lugar donde te metan un trago en el 400% de su precio de mercado. No soy un avaro, y eso también puede decírselos cualquiera, sin embargo, me rehúso totalmente a aceptar la filosofía del antro, esa que dice que debes ir bien vestido, que debes lamerle las bolas al tipejo que guarda la cadena para que te deje entrar, que una vez dentro debes de pagarte copas a precios de estupidez, que si quieres decirle algo a uno de tus amigos o a una mujer debes gritárselo, que debes bailar como un maldito antropófago (y separado de tu pareja, colmo de colmos).
Ni madres. Yo quedo en café y quizá cine antes o después. Eso del cine, por cierto, es clara muestra de lo poco avaro que soy, dado que en el cine también te venden todo a un 500% de su precio real y yo lo pago gustosamente porque -carajo- lo disfruto muchísimo. Me gusta ir a un café con una persona que sepa conversar, que pueda seguir cualesquier tema sin hacer preguntas de ¿qué es eso? o comentarios de "yo de eso no entiendo/hablo/opino".
En el café bebo café básicamente porque no tengo opción. Pero no café americano, generalmente moka o el clásico capuccino. Sí, sé que suena de lo más homosexual. A mi sentido del gusto no le importa, no es homofóbico.
Vaya que hoy he divagado. Quizá es porque es uno de esos días en que el mundo te "cambia la pichada". Se suponía que a esta hora debía estar al volante de un Sentra con camino a Hermosillo, cuatro horas y media de soberano aburrimiento con el plus de ir tolerando la charla (parloteo incesante sería más correcto) de Abuela, que me contaría sus historias al menos diez veces cada una. Yo, por supuesto, ya tenía el plan perfecto: mi mp3 player con audífonos tipo bean inalámbricos dentro de mi vestíbulo auditivo tocando a Café Tacvba o en el mejor de los casos un compilado quemazónico de Guitar Vader. Con esto listo, programar el cerebro para emitir un intermitente "ajá" más o menos cada 26.3 segundos, para que Abuela pensase que la estoy escuchando.
Sin embargo, y por un motivo que permanece oculto a mi conocimiento (o sea, quién sabe qué pedo) Abuela decidió irse en bus. Miren mi cara de desilusión por no tener que soportar 4 horas y media de la carretera más aburrida del universo, con la mujer más aburrida del universo, además de un regreso el mismo día de 6 horas, en línea económica, con el plus (que emoción, siempre hay un plus) de que el lunes tendría que hacer el viaje de nuevo, pero ahora tras el volante del Señor de los Cielos, mi Amado Carrillo.
Pinche sábado nublado.
Quizá de nada. Quizá sea mejor quedarse en silencio, contemplando a través de la ventana, de la misma manera en que muchos observan irse la vida, cómo el cielo se esfuerza en chuparte la energía con una voracidad de sanguijuela, cómo te jala toda la vitalidad con la simple proyección de la melancolía natural de un día tan densamente nublado.
Pero no, no creo que sea buena idea dejarse arrastar por esa anomia climatológica que se cierne sobre mi cabeza, hoy cubierta por una gorra Puma regalo de Padre, verde, el color que más aborrezco, muestra de que Padre, a pesar de sus buenas intenciones, sabe un carajo de mis gustos. Suficiente de Padre, ya en el post de ayer divagué suficiente de él.
Anoche empecé el penúltimo capítulo del péndulo de foucault. Aquellos de ustedes que ya lo leyeron podrían encontrar risible mi próximo comentario, pero por el giro que da la narrativa en esta parte del libro en particular, estoy encontrando que Dan Brown encontró una forma muy velada de fusilarse en forma vergonzante la trama de el péndulo para escribir su Código DaVinci. Repito: Usted, que ya leyó el péndulo, puede reirse si quiere; yo, que no leo aún el final, tengo la esperanza de estar equivocado, de no tener la razón al pensar que Brown, como lo han hecho cientos, quizá miles de autores, se fusiló el temita que incluye templarios, rosacruces, un grial, le agregó algunos balazos, un protagonista altamente maricón, una protagonista que tenía más bolas que su contraparte masculino y la sobada propuesta de que Jesucristo le ponía alegremente con María Magdalena. Voilá, un best-seller. Otra vez: es sólo la impresión que tengo hasta el momento. Curiosamente, no estaba hablando del código, sino del péndulo, ¿porqué permito que mis dedos escriban lo que se les antoja?
Ayer hice algo que desde hace mucho tiempo no hacía: Leí bebiendo café. Yo detesto el café, lo detesto tanto que le pongo azúcar. No se engañe: si usted endulza su café es porque lo detesta. Pregúntele a cualquier cafetalero de pura cepa y se lo dirá: el café debe beberse "negro" para disfrutar su sabor verdadero, el del grano que ha crecido en esa tierra perpetuamente húmeda, que se ha impregnado de ese aroma delicioso, de un sabor que tiene tanto de primitivo en cuanto guarda dentro el más profundo de los secretos de la vida que absorbe de la tierra. Si usted, como yo, es tan pobre que no puede costearse algo mejor que un "Ni-es-café" o un "Combate" o peor todavía, un café "Único", lamento decírselo amigo, pero usted jamás ha bebido café.
Es simple: Uno no come huevos de mojarra y va por ahí presumiendo que comió caviar. Ni madres, el caviar es de esturión, no simplemente huevos de pescado. Lo mismo con el café. Dénse una vuelta por Chiapas o Veracruz, vaya, incluso Nayarit, si su bolsillo no puede hacer algo mejor, una vez ahí, localicen una casa en el campo, lejos de la urbe, y supliquen a los dueños por un café. Cuando lo hayan bebido me darán la razón.
Si de plano usted no puede hacer eso y se aferra a seguir comprando café "de lata" o peor aún "de bolsita", por lo menos piérdale el amor a unos pesos más y compre Folgers.
Decía que no suelo beber café cuando leo. Generalmente tomo café cuando converso con premeditación. Me gusta que mis citas vespertinas o nocturnas sean a tomar café. Yo soy un tipo aburrido, eso cualquiera puede decírselos. Odio los antros, discotecas, bares, y cualquier otro lugar donde te metan un trago en el 400% de su precio de mercado. No soy un avaro, y eso también puede decírselos cualquiera, sin embargo, me rehúso totalmente a aceptar la filosofía del antro, esa que dice que debes ir bien vestido, que debes lamerle las bolas al tipejo que guarda la cadena para que te deje entrar, que una vez dentro debes de pagarte copas a precios de estupidez, que si quieres decirle algo a uno de tus amigos o a una mujer debes gritárselo, que debes bailar como un maldito antropófago (y separado de tu pareja, colmo de colmos).
Ni madres. Yo quedo en café y quizá cine antes o después. Eso del cine, por cierto, es clara muestra de lo poco avaro que soy, dado que en el cine también te venden todo a un 500% de su precio real y yo lo pago gustosamente porque -carajo- lo disfruto muchísimo. Me gusta ir a un café con una persona que sepa conversar, que pueda seguir cualesquier tema sin hacer preguntas de ¿qué es eso? o comentarios de "yo de eso no entiendo/hablo/opino".
En el café bebo café básicamente porque no tengo opción. Pero no café americano, generalmente moka o el clásico capuccino. Sí, sé que suena de lo más homosexual. A mi sentido del gusto no le importa, no es homofóbico.
Vaya que hoy he divagado. Quizá es porque es uno de esos días en que el mundo te "cambia la pichada". Se suponía que a esta hora debía estar al volante de un Sentra con camino a Hermosillo, cuatro horas y media de soberano aburrimiento con el plus de ir tolerando la charla (parloteo incesante sería más correcto) de Abuela, que me contaría sus historias al menos diez veces cada una. Yo, por supuesto, ya tenía el plan perfecto: mi mp3 player con audífonos tipo bean inalámbricos dentro de mi vestíbulo auditivo tocando a Café Tacvba o en el mejor de los casos un compilado quemazónico de Guitar Vader. Con esto listo, programar el cerebro para emitir un intermitente "ajá" más o menos cada 26.3 segundos, para que Abuela pensase que la estoy escuchando.
Sin embargo, y por un motivo que permanece oculto a mi conocimiento (o sea, quién sabe qué pedo) Abuela decidió irse en bus. Miren mi cara de desilusión por no tener que soportar 4 horas y media de la carretera más aburrida del universo, con la mujer más aburrida del universo, además de un regreso el mismo día de 6 horas, en línea económica, con el plus (que emoción, siempre hay un plus) de que el lunes tendría que hacer el viaje de nuevo, pero ahora tras el volante del Señor de los Cielos, mi Amado Carrillo.
Pinche sábado nublado.
13 enero 2006
Padre o El filósofo de la dualidad.
Padre tuvo una infancia difícil. Nació en los 40´s, una época de lo más pinche aburrida para ser niño, en el seno de una familia a punto de hacerse trizas. Padre es el mayor de cuatro hermanos, que a su vez son hijos de tres padres distintos. Sólo tío Javier, segundo hijo, es hermano "puro" de padre; Roberto y Margarita son hijos de otros dos tipos erráticos y perdidos en el pasado de la familia.
Cuando Padre rondaba la adolescencia, mis abuelos -su padre biológico y su madre- se divorciaron. Desde entonces, Padre tuvo que soportar las acometidas de varios hombres que, atraídos por la fortuna de mi abuela y su aceptable físico, la cortejaban. Padre, como buen Edipo, se dedicó a ahuyentarle pretendientes a su madre mediante todas las técnicas posibles.
La infancia había sido dura porque mi abuela era una mujer muy dura de carácter y además tenía un matrimonio complicado por quejas, infidelidades y constantes pleitos. Le hacía la vida miserable a un niño que estoy seguro que no supo lo que es ser amado por sus padres. La adolescencia no fue mejor. Su madre, resentida con él por su reacia actitud a aceptar una nueva compañía masculina en su vida, lo trataba como a un apestado. Padre siempre utiliza el ejemplo monetario para graficar esto: "Si a mis compañeros de escuela les daban un peso para ir a la escuela, a mí me daban 20 centavos". Cabe mencionar que mi abuela era dueña de un patrimonio gigantesco, que la casa donde mi padre creció era grande y bonita, que siempre tuvieron por lo menos un coche para moverse y que, en fin, gozaban de un status que uno calificaría de "clase alta". Sin embargo, Padre nunca disfrutó de ninguna de las ventajas que eso pudiera acarrearle.
Ante el clima hostil en la casa materna, Padre optó por criarse con sus abuelos, gente de campo, trabajadora, sencilla y que le dio el cariño que de otro modo jamás hubiera recibido. Esa misma gente lo convirtió en el hombre trabajador que es hoy. A los ocho años Padre recorría las principales calles de su ciudad natal vendiendo EL INFORMADOR, periódico local, por las mañanas, y boleando zapatos con un bello cajón de madera por las tardes. Alrededor de los diez se inició en el negocio de la melcocha. Su abuela (nana Trini, como él la llama) elaboraba esos dulces típicos y llenaba una canasta de mimbre que Padre se encargaba de expender de casa en casa.
Así fue como Padre, que había nacido en pañales de seda, eligió una vida de proletario.
Años más tarde, la muerte del abuelo hizo que Padre volviera a la casa materna. Abuela, carcomida quizá por un tardío arrepentimiento, le hizo un regalo fastuoso: Una motocicleta Indiana de 6 pistones, lo mejor que se conseguía en el Estado (Harley Davidson era entonces una realidad lejana). Los sesenta ya estaban instalados en el mundo occidental y Padre los recibió, como muchos, con el cabello hasta los hombros y a bordo de una motocicleta. Recorrió el norte del país y varios territorios de los Estados Unidos, quizá aprendiendo y creciendo, quizá fumando mucha marihuana y acostándose con gringas locas, no lo sé. El caso es que esa época de su vida la vivió con mucho desenfado y desenfreno.
Por supuesto, viviendo en ese mundo, no pudo ser ajeno a los movimientos estudiantiles y sociales de la época. Padre fue un miembro activo de las brigadas estudiantiles de "La Ola Verde", varios de cuyos integrantes terminaron en la cárcel, muertos, o metidos en política (no sé qué es peor). Aunque Padre coqueteó varias veces con las rejas, siempre hubo una persona providencial que lo sacara del apuro.
Con los años vino Madre, una hermosa pueblerina que flechó a Padre en un baile y que se casó con él siete meses después. Un año después llegó al mundo HermanaMayor. Y aquí es donde la puerca torció el rabo.
Padre, después de una vida en la que se había conjuntado sus años de trabajar de sol a sol, los años de forjarse como contador y los de vivir la vida loca, se encontró de pronto con que ya era el boss de una familia. Una familia, carajo. Una familia que comía, que se vestía, que pagaba renta. Cuas.
A trabajar duro. Tiempos difíciles. Tiempos de adaptarse, de renunciar un poco a las ideas de "Las empresas para los trabajadores" "A cada quien según sus necesidades", menos Marx y mucho más Keynes.
El tiempo pasó, Padre descubrió en su mente la idea providencial del negocio que hoy posee y se aventó de cabeza. Dijo: No más jefes. Se armó de pelotas y fundó su changarro. Vinieron tiempos todavía más difíciles, pues la cosa tenía que agarrar vapor. Yo ya había nacido, HermanaMayor tenía cuatro años y en eso ¡Cuas! Madre anuncia que HermanaMenor viene en camino.
Focos rojos. Padre decide tirarse a matar y se asocia con la gente adecuada: la que tiene mucho dinero. Comienza a irle mejor cada vez. El tiempo sigue pasando. Cumplo diez años enterándome de que ya somos clasemedieros. Recibo por primera ocasión la horrible noticia de que el dinero realmente no hace la felicidad, sino que la compra hecha. Despierto una mañana y encuentro al lado de mi cama una caja enorme en cuyo interior yace la máquina de los sueños: un Nintendo. La historia se repite en cumpleaños y navidades: Bicicletas, Ropa cara, Videojuegos cada vez más avanzados, capitalismo puro y sin colorantes.
Cumplo quince años enterándome de que mi familia ahora es de clase alta. Conozco la sensación de entrar a tiendas enormes, que huelen a loción cara y cuyas empleadas visten como ejecutivas a pesar de que su función consiste sólo en preguntar: ¿De qué color/talla/estilo quiere sus calzones? Conozco esa otra sensación, mucho más embriagante, de saber que todo aquello puede poseerse, que NOSOTROS podemos poseerlo. Que yo, que crecí en un patio de tierra, jugando con un cochecito de metal entre charcos de agua sucia y raíces de árboles enormes, Yo, que fui feliz con una colección de canicas y comiendo cualesquier cosa que fuera puesta en un plato frente a mí, Yo, que viví entre gallinas, perros y cerdos que convivían en un mismo patio, ahora soy un Junior que sólo tiene que decir "Lo quiero" para tener lo que fuera.
Viéndolo en retrospectiva, entiendo perfectamente la necesidad de compensación de Padre, su deseo altísimo de que nosotros, sus tres hijos, jamás pasáramos la vida de negaciones, de caras duras, de "no puedes tenerlos" que él tuvo como modus vivendi toda su infancia y juventud.
Pero ese no era para nada el punto. El punto de todo esto era cimentar un poco la Dualidad en la filosofía de Padre. Si son un poco perspicaces, se habrán dado cuenta en el contexto (algo desordenado) de la biografía resumidísima de Padre, que su vida tocó en algún momento los picos de ambos sistemas de producción -que son a su vez, filosofía y credo- que han imperado en el mundo. Pues bien, la dualidad de Padre consiste precisamente en ensalzar al mismo tiempo un credo y otro sin darse cuenta que lo está haciendo.
Ejemplifico: Padre detesta oír hablar de Fidel Castro. Todo lo que suene a Cuba socialista lo predispone al ataque encarnizado contra aquel que pretenda ensalzar la labor de Castro en la isla. Por este motivo, Padre y yo hemos tenido discusiones de horas. Aclaro, yo no defiendo ni a Castro ni a ningún otro caudillo ególatra y egoteísta, pero me gusta reconocer los logros que la gente de Cuba tiene en cuanto a Medicina, Deporte, Salud, Educación, logros que yo no inventé, sino que hasta los expertos más neoliberales reconocen por la simple razón de que son innegables. Padre, que en su juventud fue un arduo defensor de la Causa Cubana, el Socialismo y la Revolución, ahora la condena a las llamas del infierno.
La filosofía actual de Padre se basa en enunciaciones como: "El vivo vive del pendejo", aclarando que el "vivo" es ese tipo astuto, bien relacionado, vaya, hasta tranza, que es capaz de las peores autodeflagraciones con tal de colocarse en el lugar adecuado en el momento preciso. El pendejo, por su parte, no es necesariamente, como podría pensarse, alguien cuyo intelecto es de bajo nivel. No. Según Padre, hay genios pendejísimos. Puede -y lo hace cada vez que puede- citar nombres y apellidos de tipos que fueron tremendas lumbreras en su vida académica y hoy son tremendos mediocres, totalmente fracasados y condenados a pasar su vida en un trabajo que apenas les da para comer.
Por el otro lado, los "vivos" son por lo general unos troncos absolutos en su carrera universitaria, pero se codean con la gente adecuada, son lambiscones, lamebotas, besan los culos adecuados y shazam: hueso, shazam: sueldo elevadísimo, shazam: esposa guapa, gran casa, gran coche, etc.
Hasta aquí todo se ve bien, ¿no? Lineal. Pues no. A pesar de que padre llama "vivo" a este tipo y dice que es un chingón, un ejemplo a seguir, alguien que marca el camino a los que venimos detrás, al día siguiente, hablando de la misma persona, no tiene empacho en decir: "es un tranza que debería estar en el bote y un pésimo ejemplo para sus hijos"
¿Qué?
Luego, tocando el tema del "pendejo" cuya actitud ante la vida, sus ideales o cualesquier otra cosa coartaron su brillante cerebro y lo confinaron al fracaso profesional, Padre dice: "ese es un chingonazo que debería estar por lo menos en una secretaría de gobierno, porque es brillante y noble de corazón, él sí lo haría bien, me siento orgulloso de conocerlo".
Doble ¿Qué chingados?
Padre habla conmigo cada vez que tiene cinco minutos a solas para decirme "Tienes que ser un cabrón, si te dejas todo mundo te va a ensartar, mira mi ejemplo, me fui metiendo y ya ves que les he dado todo. Si me hubiera detenido para chingar a alguien ustedes hubieran tenido mala vida, carencias, privaciones. En lugar de eso tuvieron buena escuela, coche, la ropa que quisieron..." Todo eso es cierto, Padre nunca me negó algo. Sin embargo, no es eso lo que yo quise aprender de él. Si de algo voy a vivirle eternamente agradecido, es de haberme enseñado lo que no quería enseñarme, la nobleza. Porque aunque Padre despotrique y se arrance los pocos cabellos que le quedan, jamás se ha jodido a alguien que no mereciera ser jodido; aunque su madre lo trató como mierda el 89% de su vida, Padre siempre ha sido el mejor de sus cuatro hijos y aún hoy le cumple a Abuela cada capricho -que son bastantes- que se le ocurre. Porque Padre me enseñó sin quererlo, que ese esfuerzo suyo por blindarme no es sino un intento de demostrar porqué él nunca pudo ser ese padre abrazador, besador, que dijera "te quiero" o se diera el lujo de doblarse por cualquier motivo. Me queda claro que Padre se preocupa porque piensa que soy demasiado "bueno" con la gente, que "me dejo", que mis ideales son altos y superarán mis intereses. Lo que Padre no sabe, y no me molesta, es que esa es la persona que yo soy para con él, porque lo amo, lo admiro y le tengo el mayor de los respetos. Lo mismo con el resto de mi familia. Con el resto del mundo, soy, o seré, el mayor hijo de la chingada que el mundo haya visto, porque esa es la otra cosa que Padre me enseñó y Dios sabe que yo aprendo rápido.
Cuando Padre rondaba la adolescencia, mis abuelos -su padre biológico y su madre- se divorciaron. Desde entonces, Padre tuvo que soportar las acometidas de varios hombres que, atraídos por la fortuna de mi abuela y su aceptable físico, la cortejaban. Padre, como buen Edipo, se dedicó a ahuyentarle pretendientes a su madre mediante todas las técnicas posibles.
La infancia había sido dura porque mi abuela era una mujer muy dura de carácter y además tenía un matrimonio complicado por quejas, infidelidades y constantes pleitos. Le hacía la vida miserable a un niño que estoy seguro que no supo lo que es ser amado por sus padres. La adolescencia no fue mejor. Su madre, resentida con él por su reacia actitud a aceptar una nueva compañía masculina en su vida, lo trataba como a un apestado. Padre siempre utiliza el ejemplo monetario para graficar esto: "Si a mis compañeros de escuela les daban un peso para ir a la escuela, a mí me daban 20 centavos". Cabe mencionar que mi abuela era dueña de un patrimonio gigantesco, que la casa donde mi padre creció era grande y bonita, que siempre tuvieron por lo menos un coche para moverse y que, en fin, gozaban de un status que uno calificaría de "clase alta". Sin embargo, Padre nunca disfrutó de ninguna de las ventajas que eso pudiera acarrearle.
Ante el clima hostil en la casa materna, Padre optó por criarse con sus abuelos, gente de campo, trabajadora, sencilla y que le dio el cariño que de otro modo jamás hubiera recibido. Esa misma gente lo convirtió en el hombre trabajador que es hoy. A los ocho años Padre recorría las principales calles de su ciudad natal vendiendo EL INFORMADOR, periódico local, por las mañanas, y boleando zapatos con un bello cajón de madera por las tardes. Alrededor de los diez se inició en el negocio de la melcocha. Su abuela (nana Trini, como él la llama) elaboraba esos dulces típicos y llenaba una canasta de mimbre que Padre se encargaba de expender de casa en casa.
Así fue como Padre, que había nacido en pañales de seda, eligió una vida de proletario.
Años más tarde, la muerte del abuelo hizo que Padre volviera a la casa materna. Abuela, carcomida quizá por un tardío arrepentimiento, le hizo un regalo fastuoso: Una motocicleta Indiana de 6 pistones, lo mejor que se conseguía en el Estado (Harley Davidson era entonces una realidad lejana). Los sesenta ya estaban instalados en el mundo occidental y Padre los recibió, como muchos, con el cabello hasta los hombros y a bordo de una motocicleta. Recorrió el norte del país y varios territorios de los Estados Unidos, quizá aprendiendo y creciendo, quizá fumando mucha marihuana y acostándose con gringas locas, no lo sé. El caso es que esa época de su vida la vivió con mucho desenfado y desenfreno.
Por supuesto, viviendo en ese mundo, no pudo ser ajeno a los movimientos estudiantiles y sociales de la época. Padre fue un miembro activo de las brigadas estudiantiles de "La Ola Verde", varios de cuyos integrantes terminaron en la cárcel, muertos, o metidos en política (no sé qué es peor). Aunque Padre coqueteó varias veces con las rejas, siempre hubo una persona providencial que lo sacara del apuro.
Con los años vino Madre, una hermosa pueblerina que flechó a Padre en un baile y que se casó con él siete meses después. Un año después llegó al mundo HermanaMayor. Y aquí es donde la puerca torció el rabo.
Padre, después de una vida en la que se había conjuntado sus años de trabajar de sol a sol, los años de forjarse como contador y los de vivir la vida loca, se encontró de pronto con que ya era el boss de una familia. Una familia, carajo. Una familia que comía, que se vestía, que pagaba renta. Cuas.
A trabajar duro. Tiempos difíciles. Tiempos de adaptarse, de renunciar un poco a las ideas de "Las empresas para los trabajadores" "A cada quien según sus necesidades", menos Marx y mucho más Keynes.
El tiempo pasó, Padre descubrió en su mente la idea providencial del negocio que hoy posee y se aventó de cabeza. Dijo: No más jefes. Se armó de pelotas y fundó su changarro. Vinieron tiempos todavía más difíciles, pues la cosa tenía que agarrar vapor. Yo ya había nacido, HermanaMayor tenía cuatro años y en eso ¡Cuas! Madre anuncia que HermanaMenor viene en camino.
Focos rojos. Padre decide tirarse a matar y se asocia con la gente adecuada: la que tiene mucho dinero. Comienza a irle mejor cada vez. El tiempo sigue pasando. Cumplo diez años enterándome de que ya somos clasemedieros. Recibo por primera ocasión la horrible noticia de que el dinero realmente no hace la felicidad, sino que la compra hecha. Despierto una mañana y encuentro al lado de mi cama una caja enorme en cuyo interior yace la máquina de los sueños: un Nintendo. La historia se repite en cumpleaños y navidades: Bicicletas, Ropa cara, Videojuegos cada vez más avanzados, capitalismo puro y sin colorantes.
Cumplo quince años enterándome de que mi familia ahora es de clase alta. Conozco la sensación de entrar a tiendas enormes, que huelen a loción cara y cuyas empleadas visten como ejecutivas a pesar de que su función consiste sólo en preguntar: ¿De qué color/talla/estilo quiere sus calzones? Conozco esa otra sensación, mucho más embriagante, de saber que todo aquello puede poseerse, que NOSOTROS podemos poseerlo. Que yo, que crecí en un patio de tierra, jugando con un cochecito de metal entre charcos de agua sucia y raíces de árboles enormes, Yo, que fui feliz con una colección de canicas y comiendo cualesquier cosa que fuera puesta en un plato frente a mí, Yo, que viví entre gallinas, perros y cerdos que convivían en un mismo patio, ahora soy un Junior que sólo tiene que decir "Lo quiero" para tener lo que fuera.
Viéndolo en retrospectiva, entiendo perfectamente la necesidad de compensación de Padre, su deseo altísimo de que nosotros, sus tres hijos, jamás pasáramos la vida de negaciones, de caras duras, de "no puedes tenerlos" que él tuvo como modus vivendi toda su infancia y juventud.
Pero ese no era para nada el punto. El punto de todo esto era cimentar un poco la Dualidad en la filosofía de Padre. Si son un poco perspicaces, se habrán dado cuenta en el contexto (algo desordenado) de la biografía resumidísima de Padre, que su vida tocó en algún momento los picos de ambos sistemas de producción -que son a su vez, filosofía y credo- que han imperado en el mundo. Pues bien, la dualidad de Padre consiste precisamente en ensalzar al mismo tiempo un credo y otro sin darse cuenta que lo está haciendo.
Ejemplifico: Padre detesta oír hablar de Fidel Castro. Todo lo que suene a Cuba socialista lo predispone al ataque encarnizado contra aquel que pretenda ensalzar la labor de Castro en la isla. Por este motivo, Padre y yo hemos tenido discusiones de horas. Aclaro, yo no defiendo ni a Castro ni a ningún otro caudillo ególatra y egoteísta, pero me gusta reconocer los logros que la gente de Cuba tiene en cuanto a Medicina, Deporte, Salud, Educación, logros que yo no inventé, sino que hasta los expertos más neoliberales reconocen por la simple razón de que son innegables. Padre, que en su juventud fue un arduo defensor de la Causa Cubana, el Socialismo y la Revolución, ahora la condena a las llamas del infierno.
La filosofía actual de Padre se basa en enunciaciones como: "El vivo vive del pendejo", aclarando que el "vivo" es ese tipo astuto, bien relacionado, vaya, hasta tranza, que es capaz de las peores autodeflagraciones con tal de colocarse en el lugar adecuado en el momento preciso. El pendejo, por su parte, no es necesariamente, como podría pensarse, alguien cuyo intelecto es de bajo nivel. No. Según Padre, hay genios pendejísimos. Puede -y lo hace cada vez que puede- citar nombres y apellidos de tipos que fueron tremendas lumbreras en su vida académica y hoy son tremendos mediocres, totalmente fracasados y condenados a pasar su vida en un trabajo que apenas les da para comer.
Por el otro lado, los "vivos" son por lo general unos troncos absolutos en su carrera universitaria, pero se codean con la gente adecuada, son lambiscones, lamebotas, besan los culos adecuados y shazam: hueso, shazam: sueldo elevadísimo, shazam: esposa guapa, gran casa, gran coche, etc.
Hasta aquí todo se ve bien, ¿no? Lineal. Pues no. A pesar de que padre llama "vivo" a este tipo y dice que es un chingón, un ejemplo a seguir, alguien que marca el camino a los que venimos detrás, al día siguiente, hablando de la misma persona, no tiene empacho en decir: "es un tranza que debería estar en el bote y un pésimo ejemplo para sus hijos"
¿Qué?
Luego, tocando el tema del "pendejo" cuya actitud ante la vida, sus ideales o cualesquier otra cosa coartaron su brillante cerebro y lo confinaron al fracaso profesional, Padre dice: "ese es un chingonazo que debería estar por lo menos en una secretaría de gobierno, porque es brillante y noble de corazón, él sí lo haría bien, me siento orgulloso de conocerlo".
Doble ¿Qué chingados?
Padre habla conmigo cada vez que tiene cinco minutos a solas para decirme "Tienes que ser un cabrón, si te dejas todo mundo te va a ensartar, mira mi ejemplo, me fui metiendo y ya ves que les he dado todo. Si me hubiera detenido para chingar a alguien ustedes hubieran tenido mala vida, carencias, privaciones. En lugar de eso tuvieron buena escuela, coche, la ropa que quisieron..." Todo eso es cierto, Padre nunca me negó algo. Sin embargo, no es eso lo que yo quise aprender de él. Si de algo voy a vivirle eternamente agradecido, es de haberme enseñado lo que no quería enseñarme, la nobleza. Porque aunque Padre despotrique y se arrance los pocos cabellos que le quedan, jamás se ha jodido a alguien que no mereciera ser jodido; aunque su madre lo trató como mierda el 89% de su vida, Padre siempre ha sido el mejor de sus cuatro hijos y aún hoy le cumple a Abuela cada capricho -que son bastantes- que se le ocurre. Porque Padre me enseñó sin quererlo, que ese esfuerzo suyo por blindarme no es sino un intento de demostrar porqué él nunca pudo ser ese padre abrazador, besador, que dijera "te quiero" o se diera el lujo de doblarse por cualquier motivo. Me queda claro que Padre se preocupa porque piensa que soy demasiado "bueno" con la gente, que "me dejo", que mis ideales son altos y superarán mis intereses. Lo que Padre no sabe, y no me molesta, es que esa es la persona que yo soy para con él, porque lo amo, lo admiro y le tengo el mayor de los respetos. Lo mismo con el resto de mi familia. Con el resto del mundo, soy, o seré, el mayor hijo de la chingada que el mundo haya visto, porque esa es la otra cosa que Padre me enseñó y Dios sabe que yo aprendo rápido.
12 enero 2006
News weekly
En los deportes, anoche estuvimos en el primer partido de la semifinal de la LMP Mayos de Navojoa-Venados de Mazatlán, en la que los segundos salieron avantes por marcador de 5-3, con el obvio enfado y desilusión de los aficionados navojoenses (como Padre) y los no tan navojoenses, pero Mayos de todo corazón (como Monitor). El juego, a pesar de haberse perdido, fue bastante bueno. He de reconocer que los lanzadores de Mazatlán estuvieron magníficos, tanto el abridor Walter Silva como los cuatro relevistas de cuyo nombre no puedo acordarme. Congelaron a una ofensiva embalada en 3 hits y se apoyaron en 9 imparables de su ofensiva (2 de ellos Home Runs) para anotar sus cinco carreras.
Por Navojoa sacaron la cara Jonathan Aceves y Jesse Gutiérrez con sendos palos de vuelta entera (albur gratuito). La tercera cayó "de caballito" al entregar Silva base por bolas a Oscar Robles con las bases llenas. En este punto de la 7ma entrada, con 2 outs, Aaron Holbert vino al bate, oportunidad de oro, un hit, CUALQUIER hit, hubiera, por lo menos empatado el juego. Pero el hit no llegó, en lugar de ello Holbert regresó una rolita deleznable a la tercera base y enfriaron en home.
Hoy a las 7:30 se juega el segundo de la serie. Vale más que Mayos gane, porque mañana viajan a Mazatlán y el Sábado se reanuda la serie en el puerto con 3 cotejos. Sería muy difícil ganar dos allá, así que el juego de hoy se viste de una importancia mayúscula.
En el interliga, Chivas anda muy bien. Eso me satisface, porque así cuando les hagamos trocitos en el super clásico, nadie podrá decir "es que el equipo atravesaba una mala racha" ni mamadas parecidas. Bien por Vergara, que no la pensó en abrir la cartera y comprar al Gonzo Pineda, un buen defensa de los Pumas (que parecen no entender que al vender un jugador bueno el equipo pierde, y si no pregúntenle a Hugo Sánchez por el Jimmy Lozano, el Kikín Fonseca y compañía).
En los espectáculos, esta ha sido una semana de mucha película. Una de las pocas diversiones disponibles en este mi pueblo bicicletero, es la renta de DVD's, por lo que casi a diario rento uno o dos para pasar las noches a gusto. Por fin vi Saw y se me hizo muy buena. Hace 3 noches vimos Voces del más allá y tampoco está mal. Anoche yo me aventé Friday Night Lights y nada del otro mundo. La verdad es que después de haber visto "El programa" es difícil que una película de americano se me haga gran cosa.
Por cierto, ¿no les sucede que en esos emotivos finales de las películas de deportes, ese instante de la cámara lenta en la jugada final y luego el booom de los jugadores y el público cuando se decide su campeonato les eriza la piel? A mi me pasa y no sé porqué. Será que he estado en la sitación de apasionarme tanto con un juego como para jugarme a morir en cada situación que el ver cómo eso es coronado con un campeonato me emociona. En las sabias palabras de Moe Szyzlack: No lo sé, pero así es.
Por Navojoa sacaron la cara Jonathan Aceves y Jesse Gutiérrez con sendos palos de vuelta entera (albur gratuito). La tercera cayó "de caballito" al entregar Silva base por bolas a Oscar Robles con las bases llenas. En este punto de la 7ma entrada, con 2 outs, Aaron Holbert vino al bate, oportunidad de oro, un hit, CUALQUIER hit, hubiera, por lo menos empatado el juego. Pero el hit no llegó, en lugar de ello Holbert regresó una rolita deleznable a la tercera base y enfriaron en home.
Hoy a las 7:30 se juega el segundo de la serie. Vale más que Mayos gane, porque mañana viajan a Mazatlán y el Sábado se reanuda la serie en el puerto con 3 cotejos. Sería muy difícil ganar dos allá, así que el juego de hoy se viste de una importancia mayúscula.
En el interliga, Chivas anda muy bien. Eso me satisface, porque así cuando les hagamos trocitos en el super clásico, nadie podrá decir "es que el equipo atravesaba una mala racha" ni mamadas parecidas. Bien por Vergara, que no la pensó en abrir la cartera y comprar al Gonzo Pineda, un buen defensa de los Pumas (que parecen no entender que al vender un jugador bueno el equipo pierde, y si no pregúntenle a Hugo Sánchez por el Jimmy Lozano, el Kikín Fonseca y compañía).
En los espectáculos, esta ha sido una semana de mucha película. Una de las pocas diversiones disponibles en este mi pueblo bicicletero, es la renta de DVD's, por lo que casi a diario rento uno o dos para pasar las noches a gusto. Por fin vi Saw y se me hizo muy buena. Hace 3 noches vimos Voces del más allá y tampoco está mal. Anoche yo me aventé Friday Night Lights y nada del otro mundo. La verdad es que después de haber visto "El programa" es difícil que una película de americano se me haga gran cosa.
Por cierto, ¿no les sucede que en esos emotivos finales de las películas de deportes, ese instante de la cámara lenta en la jugada final y luego el booom de los jugadores y el público cuando se decide su campeonato les eriza la piel? A mi me pasa y no sé porqué. Será que he estado en la sitación de apasionarme tanto con un juego como para jugarme a morir en cada situación que el ver cómo eso es coronado con un campeonato me emociona. En las sabias palabras de Moe Szyzlack: No lo sé, pero así es.
Del eterno retorno
Que no te engañe el título del post: No voy a hablar de Nietzche. Voy a hablar de mí. Ya sé, no es justo que hable de alguien a quien la historia no va a recordar, porque yo no escribí Ecce Homo, Así hablaba Zaratustra o Aurora (bueno, Aurora lo estoy escribiendo, pero esa es una historia distinta). Sin embargo, mis queridos educandos, hay noticias frescas para ustedes: la vida no es justa. Así que hablaré de mí, que aunque no soy misógino, no quiero tirarme a mi hermana, no tengo un bigote que envidiaría Joaquín Pardavé, sí soy mucho más simpático que Nietzche.
El eterno retorno (estoy seguro que todos ustedes, gente culta y altamente preparada, han leído toneladas de textos al respecto) me gusta como teoría. La creo. La secundo. La he vivido. Sin embargo, no me inquieta tanto su acepción integral, la que reúne física, metafísica, cosmología y ciencias sin nombre inventado, como lo hace su representación cotidiana: Los ciclos.
Ya alguna vez hablé en este pizarrón sobre los ciclos, sobre cómo partiendo de un punto en específico en mi vida puedo hacer un recorrido mental por otra sucesión indefinida de puntos y volver de manera circular al primero de ellos. La vida se ha encargado de enseñarme, no obstante, que de nada sirve haber vivido un ciclo cuando se vive la segunda vuelta, pues uno no nota que ha pasado por un punto repetido sino hasta que lo ve en retrospectiva. Es como cuando uno va por una zona desconocida de la ciudad, una por la que se ha pasado alguna lejana ocasión y por algún ya irrecordable motivo, una a la que se le ha puesto poco o nulo interés. Mi ejemplo clásico es el de todas las ocasiones en que le di aventón a algún amigo de un amigo, gente que no me interesa volver a ver, a la que le di el ride sólo por la cortesía (esa inmensa falta de cojones) de no decir que no frente a su esperanzado rostro. Luego, meses o años después, por cualquier otro motivo he vuelto a internarme en las oscuras galeras donde aquel ente medraba y me ha llegado el flashback de haber recorrido en un pasado medio lejano las mismas calles oscuras, los mismos callejones sucios, el mismo perro algo sarnoso que le ladra a los autos en la esquina.
Ya sé que me estoy tornando algo aburrido, paciencia. Estoy leyendo el Péndulo de Foucalt y quizá me ha contagiado la verborrea compulsiva del obseso que lo escribió.
Decía: Este asunto de los ciclos es de lo más desconcertante, porque a veces actúa incluso como un detonador de etapas de la vida que uno creía totalmente dejadas atrás, de ciertos temores, de ansiedades inenarrables, de una aprensión que se manifiesta como una oquedad oculta en el mero centro del torso, donde el esternón termina y comienzan las zonas blandas (blandas en algunos, en mi caso son de puro adamantio).
A qué viene tanta somnolienta divagación, preguntarán algunos de ustedes. Bueno, lamento decepcionarlos, pero no lo sé. Simplemente estos días he estado sintiendo que por fin comienzo a ser yo de nuevo. Ea, tranquilos, no empiecen los azotes de "siempre eres tú". Verán, no quisiera pecar de egocéntrico, pero es un hecho que soy una persona rara, alguien a quien le cambia mucho el ritmo emocional, no soy muy expresivo ni tampoco comunico lo suficiente cómo me siento en momentos determinados, pero tengo una capacidad satisfactoria de introspección y a veces comprendo lo que me pasa mejor de lo que lo haría un psicólogo experto. Guarden esas navajas, no voy a cortarme las venas, simplemente estoy en un momento muy feliz, pues veo que mi oldself regresa aunque un poco despacio.
¿Cómo es mi oldself? Bueno, es difícil decirlo. A mi oldself le afectan pocas cosas. Están, básicamente, las personas que quiero, y que cada una lo sabe, porque si de algo me jacto es de que la gente a la que quiero lo sabe y lo siente. Después de eso está la literatura, siempre mi "segundo frente", mi alivio, mi única manifestación satisfactoria de existencia. Este punto es bastante álgido, puesto que la dependencia entre mi oldself y la literatura es mutuamente incluyente. Jamás mi actualself ha escrito algo que valga la pena leer. Mi oldself en cambio, si no es un nobel, sí por lo menos es ameno, interesante, distinto, aporta algo que bien puede hacer diez minutos llevaderos leyendo un texto.
Aurora, la novela que estoy escribiendo ("estoy" es una manera de decirlo, hace casi dos meses que no le agrego una maldita línea) es una obra que depende al 100% de mi oldself. Mi acualself ha intentado entrarle a la coautoría de esta novelleta algo decadente con desastrosos resultados. Necesito, pero con urgencia, volver a sintonizarme con exactamente esa parte de mí que escribió los primeros tres capítulos de Aurora para terminarla. Si no puedo, dejaré de escribirla, pues estoy plenamente conciente de que nada bueno ha de resultar.
Así que por eso (¿por eso?) Lo del Eterno retorno. Es una conjura, una invocación, llámalo como quieras. Sólo necesito paz y continuar fluyendo para que ese sentimiento vuelva y poder terminar una obra que pienso digna de publicarse.
El eterno retorno (estoy seguro que todos ustedes, gente culta y altamente preparada, han leído toneladas de textos al respecto) me gusta como teoría. La creo. La secundo. La he vivido. Sin embargo, no me inquieta tanto su acepción integral, la que reúne física, metafísica, cosmología y ciencias sin nombre inventado, como lo hace su representación cotidiana: Los ciclos.
Ya alguna vez hablé en este pizarrón sobre los ciclos, sobre cómo partiendo de un punto en específico en mi vida puedo hacer un recorrido mental por otra sucesión indefinida de puntos y volver de manera circular al primero de ellos. La vida se ha encargado de enseñarme, no obstante, que de nada sirve haber vivido un ciclo cuando se vive la segunda vuelta, pues uno no nota que ha pasado por un punto repetido sino hasta que lo ve en retrospectiva. Es como cuando uno va por una zona desconocida de la ciudad, una por la que se ha pasado alguna lejana ocasión y por algún ya irrecordable motivo, una a la que se le ha puesto poco o nulo interés. Mi ejemplo clásico es el de todas las ocasiones en que le di aventón a algún amigo de un amigo, gente que no me interesa volver a ver, a la que le di el ride sólo por la cortesía (esa inmensa falta de cojones) de no decir que no frente a su esperanzado rostro. Luego, meses o años después, por cualquier otro motivo he vuelto a internarme en las oscuras galeras donde aquel ente medraba y me ha llegado el flashback de haber recorrido en un pasado medio lejano las mismas calles oscuras, los mismos callejones sucios, el mismo perro algo sarnoso que le ladra a los autos en la esquina.
Ya sé que me estoy tornando algo aburrido, paciencia. Estoy leyendo el Péndulo de Foucalt y quizá me ha contagiado la verborrea compulsiva del obseso que lo escribió.
Decía: Este asunto de los ciclos es de lo más desconcertante, porque a veces actúa incluso como un detonador de etapas de la vida que uno creía totalmente dejadas atrás, de ciertos temores, de ansiedades inenarrables, de una aprensión que se manifiesta como una oquedad oculta en el mero centro del torso, donde el esternón termina y comienzan las zonas blandas (blandas en algunos, en mi caso son de puro adamantio).
A qué viene tanta somnolienta divagación, preguntarán algunos de ustedes. Bueno, lamento decepcionarlos, pero no lo sé. Simplemente estos días he estado sintiendo que por fin comienzo a ser yo de nuevo. Ea, tranquilos, no empiecen los azotes de "siempre eres tú". Verán, no quisiera pecar de egocéntrico, pero es un hecho que soy una persona rara, alguien a quien le cambia mucho el ritmo emocional, no soy muy expresivo ni tampoco comunico lo suficiente cómo me siento en momentos determinados, pero tengo una capacidad satisfactoria de introspección y a veces comprendo lo que me pasa mejor de lo que lo haría un psicólogo experto. Guarden esas navajas, no voy a cortarme las venas, simplemente estoy en un momento muy feliz, pues veo que mi oldself regresa aunque un poco despacio.
¿Cómo es mi oldself? Bueno, es difícil decirlo. A mi oldself le afectan pocas cosas. Están, básicamente, las personas que quiero, y que cada una lo sabe, porque si de algo me jacto es de que la gente a la que quiero lo sabe y lo siente. Después de eso está la literatura, siempre mi "segundo frente", mi alivio, mi única manifestación satisfactoria de existencia. Este punto es bastante álgido, puesto que la dependencia entre mi oldself y la literatura es mutuamente incluyente. Jamás mi actualself ha escrito algo que valga la pena leer. Mi oldself en cambio, si no es un nobel, sí por lo menos es ameno, interesante, distinto, aporta algo que bien puede hacer diez minutos llevaderos leyendo un texto.
Aurora, la novela que estoy escribiendo ("estoy" es una manera de decirlo, hace casi dos meses que no le agrego una maldita línea) es una obra que depende al 100% de mi oldself. Mi acualself ha intentado entrarle a la coautoría de esta novelleta algo decadente con desastrosos resultados. Necesito, pero con urgencia, volver a sintonizarme con exactamente esa parte de mí que escribió los primeros tres capítulos de Aurora para terminarla. Si no puedo, dejaré de escribirla, pues estoy plenamente conciente de que nada bueno ha de resultar.
Así que por eso (¿por eso?) Lo del Eterno retorno. Es una conjura, una invocación, llámalo como quieras. Sólo necesito paz y continuar fluyendo para que ese sentimiento vuelva y poder terminar una obra que pienso digna de publicarse.
04 enero 2006
Primera actualización del 2006
Antes que nada, permítanme desearle un año muy productivo y positivo, de crecimiento personal, de grandes satisfacciones y de cambio, hoy que está tan de moda la palabrita. Que todos ustedes (me encanta decirlo como si realmente fueran muchos) cambien para bien, que los que son vanidosos se hagan sencillitos, que los que tienen un genio de los demonios -como yo- cobren paciencia y serenidad, que los odiosos se vuelvan afables y hasta simpaticones y que todos los que no quieran hacerlo sean raptados por una banda de dobermans en brama que los sodomicen hasta morir.
Bien, una vez terminada la vibra choteada, procedo a comentar que este blog ya puede presumir de haber publicado en 3 años distintos (aunque aún no cumple su segundo aniversario), y que espero que este año realmente pueda convertirlo en un blog de los que vale la pena leer por más de cinco minutos, como los que yo frecuento y que están en la lista de links. También quisiera hacer extensivo el hecho de que hace dos semanas estoy en el pueblo que me vio crecer, el siempre bello y decadente Huatabampo, Sonora, el lugar con los mejores tacos de carne asada callejeros de la geografía mundial. Pasé aquí el día 31, un asunto muy familiar, mi madre mandó preparar tamales y hubo chocolate caliente y delicioso. Son cosas simples, pequeñas, pero cuando uno pasa el 75% del año a 18 horas de distancia de la familia, esos pequeños detalles se convierten en todo un universo disfrutable.
Por supuesto no todo es miel sobre hojuelas, oh no, mis hermanas, en especial la mayor, es un dolor de cojones. Lo es mucho más para mis padres, puesto que son ellos quienes la mantienen (además de verla todos los días del año) pero a este servidor vuestro le bastan 2 semanas de convivio con ella para querer asesinarla o por lo menos financiarle un viaje "one way" al desierto del Sahara sin nada más que una dotación de chiles habaneros.
Pero no hablemos de lo malo, no tiene caso, apenas es el 4 día del año y ya vamos a andar negativos, no way. Mejor comentemos lo bueno. Lo más bueno que se me ocurre es que todos los días he tenido la maravillosa oportunidad de convivir con Ángel Gerardo, mi pequeñín de 14 meses, quien ya camina mejor que Bernardo Segura (o séase que no flota), tiene un repertorio de palabras ya bastante loresco, entre las que se incluyen "agua" "galleta" "paleta" "pelotita" "pie" "ahí está" "dónde está" "lechita" "mami" "papi" "dame", entre otras. Estos días ha estado aprendiendo partes de su cuerpo, y a relacionar mentalmente la palabra que denota esa parte con su situación anatómica. Ya reconoce sus pies como "pies", sus manos como "manos" y su nariz como "nariz". Es un niño brillante el mío.
Madre comenta que yo fui un niño igualmente brillante, pero me cuesta trabajo creer que lo fui al nivel de Angelito. No es normal, a mi juicio, que un niño de su edad tenga las dotes que él tiene, tanto de relación como de coordinación psicomotriz, habilidades de lenguaje, memorización, técnicas de ensayo y error que le permiten intentar una opción, desecharla cuando falla, intentar otra hasta encontrar la adecuada y convertirla de inmediato en la opción automática. Es un pequeño muy listo. Me cuesta creer que yo fui un pequeño tan listo y sea ahora un adulto más bien torpe. Nota mental: No dejar a mi hijo ver taravisión 8 h0ras al día, jugar nintendo otras 8, atascarse de cheetos, duvalines, mazapanes, paletas con chamoy, frutiquecos y todas esas delicias que constituyeron mi dieta infantil/adolescente/preadulto.
Hoy es miércoles, un día de cine barato. No he visto King Kong pero he leído críticas mayormente positivas, o sea que quizá hoy me lance hasta navojoa y la vea. Es sólo media hora de camino, me saldría igual estar allá en Guanatos y querer ir a Pabellón o a Galerías. Es la ventaja de estos pueblos bicicleteros, cero tráfico, cero claxonazos, cero mentadas de madre a los chofiretes de bus.
Si alguno de ustedes es fanático del béisbol, estará enterado que el equipo de los amores de mi señor padre -Los Mayos de Navojoa- han ganado a los Tomateros de Culiacán los primeros dos juegos de la serie. Nosotros -Padre y yo- estuvimos ahí, por supuesto. Fueron dos juegazos con duelos de pitcheo muy interesantes, en especial el primero de ellos, donde Mario Mendoza Jr. y Jesús Guzmán se emplearon a fondo y, apoyados en estupendas jugadas defensivas, mantuvieron un 1-1 no apto para cardiacos hasta la parte baja de la novena, donde un doblete de Aaron Holbert y un tremendo HOMER de Jesse Gutiérrez dejaron a los Culichis regados en el terreno. Hoy se juega el 3ro de la serie allá en la tierra de Malverde, dicen los que saben que Tomateros es un equipo de casa, así que negros augurios para los Mayos. Pero tengo fe.
Ya entrados en deportes, este año hay mundial. No se dejen engañar por mi tono austero, el mundial de futbol es uno de los poquísimos eventos que pueden abstraerme totalmente del mundo. Veo todos, y quiero decir TODOS los partidos, hasta los de los equipitos chafas como Irán o Trinidad y Tobago. Para mi es una fiesta enorme que no termina cuando México es eliminado (aunque obviamente reduce su intensidad en un 80%) y que disfruto como un párvulo, comiendo, gritando, juntándome con los cuates. Espero que me toque en temporada vacacional, para no tener que volarme clases.
Bien, el primer post del año llega hasta aquí. Pronto más noticias. Feliz año nuevo, para no romper la tradición.
Bien, una vez terminada la vibra choteada, procedo a comentar que este blog ya puede presumir de haber publicado en 3 años distintos (aunque aún no cumple su segundo aniversario), y que espero que este año realmente pueda convertirlo en un blog de los que vale la pena leer por más de cinco minutos, como los que yo frecuento y que están en la lista de links. También quisiera hacer extensivo el hecho de que hace dos semanas estoy en el pueblo que me vio crecer, el siempre bello y decadente Huatabampo, Sonora, el lugar con los mejores tacos de carne asada callejeros de la geografía mundial. Pasé aquí el día 31, un asunto muy familiar, mi madre mandó preparar tamales y hubo chocolate caliente y delicioso. Son cosas simples, pequeñas, pero cuando uno pasa el 75% del año a 18 horas de distancia de la familia, esos pequeños detalles se convierten en todo un universo disfrutable.
Por supuesto no todo es miel sobre hojuelas, oh no, mis hermanas, en especial la mayor, es un dolor de cojones. Lo es mucho más para mis padres, puesto que son ellos quienes la mantienen (además de verla todos los días del año) pero a este servidor vuestro le bastan 2 semanas de convivio con ella para querer asesinarla o por lo menos financiarle un viaje "one way" al desierto del Sahara sin nada más que una dotación de chiles habaneros.
Pero no hablemos de lo malo, no tiene caso, apenas es el 4 día del año y ya vamos a andar negativos, no way. Mejor comentemos lo bueno. Lo más bueno que se me ocurre es que todos los días he tenido la maravillosa oportunidad de convivir con Ángel Gerardo, mi pequeñín de 14 meses, quien ya camina mejor que Bernardo Segura (o séase que no flota), tiene un repertorio de palabras ya bastante loresco, entre las que se incluyen "agua" "galleta" "paleta" "pelotita" "pie" "ahí está" "dónde está" "lechita" "mami" "papi" "dame", entre otras. Estos días ha estado aprendiendo partes de su cuerpo, y a relacionar mentalmente la palabra que denota esa parte con su situación anatómica. Ya reconoce sus pies como "pies", sus manos como "manos" y su nariz como "nariz". Es un niño brillante el mío.
Madre comenta que yo fui un niño igualmente brillante, pero me cuesta trabajo creer que lo fui al nivel de Angelito. No es normal, a mi juicio, que un niño de su edad tenga las dotes que él tiene, tanto de relación como de coordinación psicomotriz, habilidades de lenguaje, memorización, técnicas de ensayo y error que le permiten intentar una opción, desecharla cuando falla, intentar otra hasta encontrar la adecuada y convertirla de inmediato en la opción automática. Es un pequeño muy listo. Me cuesta creer que yo fui un pequeño tan listo y sea ahora un adulto más bien torpe. Nota mental: No dejar a mi hijo ver taravisión 8 h0ras al día, jugar nintendo otras 8, atascarse de cheetos, duvalines, mazapanes, paletas con chamoy, frutiquecos y todas esas delicias que constituyeron mi dieta infantil/adolescente/preadulto.
Hoy es miércoles, un día de cine barato. No he visto King Kong pero he leído críticas mayormente positivas, o sea que quizá hoy me lance hasta navojoa y la vea. Es sólo media hora de camino, me saldría igual estar allá en Guanatos y querer ir a Pabellón o a Galerías. Es la ventaja de estos pueblos bicicleteros, cero tráfico, cero claxonazos, cero mentadas de madre a los chofiretes de bus.
Si alguno de ustedes es fanático del béisbol, estará enterado que el equipo de los amores de mi señor padre -Los Mayos de Navojoa- han ganado a los Tomateros de Culiacán los primeros dos juegos de la serie. Nosotros -Padre y yo- estuvimos ahí, por supuesto. Fueron dos juegazos con duelos de pitcheo muy interesantes, en especial el primero de ellos, donde Mario Mendoza Jr. y Jesús Guzmán se emplearon a fondo y, apoyados en estupendas jugadas defensivas, mantuvieron un 1-1 no apto para cardiacos hasta la parte baja de la novena, donde un doblete de Aaron Holbert y un tremendo HOMER de Jesse Gutiérrez dejaron a los Culichis regados en el terreno. Hoy se juega el 3ro de la serie allá en la tierra de Malverde, dicen los que saben que Tomateros es un equipo de casa, así que negros augurios para los Mayos. Pero tengo fe.
Ya entrados en deportes, este año hay mundial. No se dejen engañar por mi tono austero, el mundial de futbol es uno de los poquísimos eventos que pueden abstraerme totalmente del mundo. Veo todos, y quiero decir TODOS los partidos, hasta los de los equipitos chafas como Irán o Trinidad y Tobago. Para mi es una fiesta enorme que no termina cuando México es eliminado (aunque obviamente reduce su intensidad en un 80%) y que disfruto como un párvulo, comiendo, gritando, juntándome con los cuates. Espero que me toque en temporada vacacional, para no tener que volarme clases.
Bien, el primer post del año llega hasta aquí. Pronto más noticias. Feliz año nuevo, para no romper la tradición.
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