31 enero 2006

al estilo Hamlet

Martes. Feos días los martes. ¿Alguno de ustedes ha escuchado algo bueno de los martes? Yo no. Cuando se habla del martes siempre es para cosas desagradables, comenzando por el fatídico martes 13 que se supone es de mala suerte, continuando con proverbios como "en martes ni te cases ni te embarques", dicho que presagia que el día no es agradable y que, aún más, es indeseable.
¿Qué tiene de especial el día? No es ni el primero, ni el último, ni siquiera el día de enmedio de la semana. Uno no dice ni "gracias a dios ya es martes", ni tampoco "maldita sea, ya mañana es martes". Es un día bastante mediocre por lo visto. Gris. Ni siquiera tiene una inicial propia. Si revisan ustedes un calendario de bolsillo, verán que cada día tiene su letrita representándolo: Está la recta y firme L del lunes, el anzuelo curvilíneo del Jueves, la victoria implícita del Viernes, pero encontrarán dos M's del mismo calibre. M de mediocridad. Seguro que al día Miércoles le rompe durísimo las bolas que el Martes haya venido así a fusilarse el ícono. Y cuando uno escribe en inglés, el ofendido es el jueves, puesto que Martes es Tuesday y Jueves Thursday. O sea que el martes es bilingüemente repudiado.
Pero bueno ya, es martes y hay que postear algo o se corre el riesgo de que los dos lectores que le quedan a este antro de vicio terminen de ahorcarse y no vuelvan a reptar por aquí.
¿Qué contar? Podría comenzar, y lo haré, por decir que en tan sólo 3 días se dará mi regreso anunciado a Guadalajara y que por ese motivo ya debería estar a marchas forzadas preparando el viaje. Pero no tengo ganas.
En esta tesitura de abulia y monotonía resultaría en un sinsentido continuar escribiendo. ¿Para qué exaltar algo tan execrable como la desidia? Mejor cambiar el tono. Albricias, he decidido seguir escribiendo las historias de la subciudad que quizá alguno de ustedes ya haya leído, así que pronto habrá más de Aurora, Valdivia, el Medellín y la excéntrica golfa de Ana Loyola. Sólo en los mejores cines. Ha sido complicado recomenzar esta historia por algo que, según creo, le sucede a la mayoría de quienes comparten lo que GGM llama "la bendita manía de contar" ¿Qué es? Pues esa odiosa muleta de no poder darle el mismo tono a una historia que se escribe un día sí, dos no, una semana sí, un mes no. Algo se pierde, se extravía el momentum, en el caso de la subciudad en particular se sintió una delusión, un como desteñimiento de la carga emocional (a veces hasta gore) que había logrado en el primer capítulo y que fue difuminándose en los cinco siguientes hasta llegar a parecerme como light.
Por algún motivo, sin embargo, últimamente he sentido que ya podría retomarlo con un tono muy parecido, si no es que el mismo -cosa por muchas razones imposible-.
Ayer le di mate a mi look de náufrago y lo cambié por el look de "tengo dos años menos". Me veo chistoso sin pelos en la cara, como demasiado chico, o sin chiste, o raro. En cuanto aterrice en Guanatos me lanzaré al piercing place de cabecera a que me repitan la perforación de ceja que ya se me cerró (coño).
Suficiente con la superficialidad.

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