13 enero 2006

Padre o El filósofo de la dualidad.

Padre tuvo una infancia difícil. Nació en los 40´s, una época de lo más pinche aburrida para ser niño, en el seno de una familia a punto de hacerse trizas. Padre es el mayor de cuatro hermanos, que a su vez son hijos de tres padres distintos. Sólo tío Javier, segundo hijo, es hermano "puro" de padre; Roberto y Margarita son hijos de otros dos tipos erráticos y perdidos en el pasado de la familia.
Cuando Padre rondaba la adolescencia, mis abuelos -su padre biológico y su madre- se divorciaron. Desde entonces, Padre tuvo que soportar las acometidas de varios hombres que, atraídos por la fortuna de mi abuela y su aceptable físico, la cortejaban. Padre, como buen Edipo, se dedicó a ahuyentarle pretendientes a su madre mediante todas las técnicas posibles.
La infancia había sido dura porque mi abuela era una mujer muy dura de carácter y además tenía un matrimonio complicado por quejas, infidelidades y constantes pleitos. Le hacía la vida miserable a un niño que estoy seguro que no supo lo que es ser amado por sus padres. La adolescencia no fue mejor. Su madre, resentida con él por su reacia actitud a aceptar una nueva compañía masculina en su vida, lo trataba como a un apestado. Padre siempre utiliza el ejemplo monetario para graficar esto: "Si a mis compañeros de escuela les daban un peso para ir a la escuela, a mí me daban 20 centavos". Cabe mencionar que mi abuela era dueña de un patrimonio gigantesco, que la casa donde mi padre creció era grande y bonita, que siempre tuvieron por lo menos un coche para moverse y que, en fin, gozaban de un status que uno calificaría de "clase alta". Sin embargo, Padre nunca disfrutó de ninguna de las ventajas que eso pudiera acarrearle.
Ante el clima hostil en la casa materna, Padre optó por criarse con sus abuelos, gente de campo, trabajadora, sencilla y que le dio el cariño que de otro modo jamás hubiera recibido. Esa misma gente lo convirtió en el hombre trabajador que es hoy. A los ocho años Padre recorría las principales calles de su ciudad natal vendiendo EL INFORMADOR, periódico local, por las mañanas, y boleando zapatos con un bello cajón de madera por las tardes. Alrededor de los diez se inició en el negocio de la melcocha. Su abuela (nana Trini, como él la llama) elaboraba esos dulces típicos y llenaba una canasta de mimbre que Padre se encargaba de expender de casa en casa.
Así fue como Padre, que había nacido en pañales de seda, eligió una vida de proletario.
Años más tarde, la muerte del abuelo hizo que Padre volviera a la casa materna. Abuela, carcomida quizá por un tardío arrepentimiento, le hizo un regalo fastuoso: Una motocicleta Indiana de 6 pistones, lo mejor que se conseguía en el Estado (Harley Davidson era entonces una realidad lejana). Los sesenta ya estaban instalados en el mundo occidental y Padre los recibió, como muchos, con el cabello hasta los hombros y a bordo de una motocicleta. Recorrió el norte del país y varios territorios de los Estados Unidos, quizá aprendiendo y creciendo, quizá fumando mucha marihuana y acostándose con gringas locas, no lo sé. El caso es que esa época de su vida la vivió con mucho desenfado y desenfreno.
Por supuesto, viviendo en ese mundo, no pudo ser ajeno a los movimientos estudiantiles y sociales de la época. Padre fue un miembro activo de las brigadas estudiantiles de "La Ola Verde", varios de cuyos integrantes terminaron en la cárcel, muertos, o metidos en política (no sé qué es peor). Aunque Padre coqueteó varias veces con las rejas, siempre hubo una persona providencial que lo sacara del apuro.
Con los años vino Madre, una hermosa pueblerina que flechó a Padre en un baile y que se casó con él siete meses después. Un año después llegó al mundo HermanaMayor. Y aquí es donde la puerca torció el rabo.
Padre, después de una vida en la que se había conjuntado sus años de trabajar de sol a sol, los años de forjarse como contador y los de vivir la vida loca, se encontró de pronto con que ya era el boss de una familia. Una familia, carajo. Una familia que comía, que se vestía, que pagaba renta. Cuas.
A trabajar duro. Tiempos difíciles. Tiempos de adaptarse, de renunciar un poco a las ideas de "Las empresas para los trabajadores" "A cada quien según sus necesidades", menos Marx y mucho más Keynes.
El tiempo pasó, Padre descubrió en su mente la idea providencial del negocio que hoy posee y se aventó de cabeza. Dijo: No más jefes. Se armó de pelotas y fundó su changarro. Vinieron tiempos todavía más difíciles, pues la cosa tenía que agarrar vapor. Yo ya había nacido, HermanaMayor tenía cuatro años y en eso ¡Cuas! Madre anuncia que HermanaMenor viene en camino.
Focos rojos. Padre decide tirarse a matar y se asocia con la gente adecuada: la que tiene mucho dinero. Comienza a irle mejor cada vez. El tiempo sigue pasando. Cumplo diez años enterándome de que ya somos clasemedieros. Recibo por primera ocasión la horrible noticia de que el dinero realmente no hace la felicidad, sino que la compra hecha. Despierto una mañana y encuentro al lado de mi cama una caja enorme en cuyo interior yace la máquina de los sueños: un Nintendo. La historia se repite en cumpleaños y navidades: Bicicletas, Ropa cara, Videojuegos cada vez más avanzados, capitalismo puro y sin colorantes.
Cumplo quince años enterándome de que mi familia ahora es de clase alta. Conozco la sensación de entrar a tiendas enormes, que huelen a loción cara y cuyas empleadas visten como ejecutivas a pesar de que su función consiste sólo en preguntar: ¿De qué color/talla/estilo quiere sus calzones? Conozco esa otra sensación, mucho más embriagante, de saber que todo aquello puede poseerse, que NOSOTROS podemos poseerlo. Que yo, que crecí en un patio de tierra, jugando con un cochecito de metal entre charcos de agua sucia y raíces de árboles enormes, Yo, que fui feliz con una colección de canicas y comiendo cualesquier cosa que fuera puesta en un plato frente a mí, Yo, que viví entre gallinas, perros y cerdos que convivían en un mismo patio, ahora soy un Junior que sólo tiene que decir "Lo quiero" para tener lo que fuera.
Viéndolo en retrospectiva, entiendo perfectamente la necesidad de compensación de Padre, su deseo altísimo de que nosotros, sus tres hijos, jamás pasáramos la vida de negaciones, de caras duras, de "no puedes tenerlos" que él tuvo como modus vivendi toda su infancia y juventud.
Pero ese no era para nada el punto. El punto de todo esto era cimentar un poco la Dualidad en la filosofía de Padre. Si son un poco perspicaces, se habrán dado cuenta en el contexto (algo desordenado) de la biografía resumidísima de Padre, que su vida tocó en algún momento los picos de ambos sistemas de producción -que son a su vez, filosofía y credo- que han imperado en el mundo. Pues bien, la dualidad de Padre consiste precisamente en ensalzar al mismo tiempo un credo y otro sin darse cuenta que lo está haciendo.
Ejemplifico: Padre detesta oír hablar de Fidel Castro. Todo lo que suene a Cuba socialista lo predispone al ataque encarnizado contra aquel que pretenda ensalzar la labor de Castro en la isla. Por este motivo, Padre y yo hemos tenido discusiones de horas. Aclaro, yo no defiendo ni a Castro ni a ningún otro caudillo ególatra y egoteísta, pero me gusta reconocer los logros que la gente de Cuba tiene en cuanto a Medicina, Deporte, Salud, Educación, logros que yo no inventé, sino que hasta los expertos más neoliberales reconocen por la simple razón de que son innegables. Padre, que en su juventud fue un arduo defensor de la Causa Cubana, el Socialismo y la Revolución, ahora la condena a las llamas del infierno.
La filosofía actual de Padre se basa en enunciaciones como: "El vivo vive del pendejo", aclarando que el "vivo" es ese tipo astuto, bien relacionado, vaya, hasta tranza, que es capaz de las peores autodeflagraciones con tal de colocarse en el lugar adecuado en el momento preciso. El pendejo, por su parte, no es necesariamente, como podría pensarse, alguien cuyo intelecto es de bajo nivel. No. Según Padre, hay genios pendejísimos. Puede -y lo hace cada vez que puede- citar nombres y apellidos de tipos que fueron tremendas lumbreras en su vida académica y hoy son tremendos mediocres, totalmente fracasados y condenados a pasar su vida en un trabajo que apenas les da para comer.
Por el otro lado, los "vivos" son por lo general unos troncos absolutos en su carrera universitaria, pero se codean con la gente adecuada, son lambiscones, lamebotas, besan los culos adecuados y shazam: hueso, shazam: sueldo elevadísimo, shazam: esposa guapa, gran casa, gran coche, etc.
Hasta aquí todo se ve bien, ¿no? Lineal. Pues no. A pesar de que padre llama "vivo" a este tipo y dice que es un chingón, un ejemplo a seguir, alguien que marca el camino a los que venimos detrás, al día siguiente, hablando de la misma persona, no tiene empacho en decir: "es un tranza que debería estar en el bote y un pésimo ejemplo para sus hijos"
¿Qué?
Luego, tocando el tema del "pendejo" cuya actitud ante la vida, sus ideales o cualesquier otra cosa coartaron su brillante cerebro y lo confinaron al fracaso profesional, Padre dice: "ese es un chingonazo que debería estar por lo menos en una secretaría de gobierno, porque es brillante y noble de corazón, él sí lo haría bien, me siento orgulloso de conocerlo".
Doble ¿Qué chingados?

Padre habla conmigo cada vez que tiene cinco minutos a solas para decirme "Tienes que ser un cabrón, si te dejas todo mundo te va a ensartar, mira mi ejemplo, me fui metiendo y ya ves que les he dado todo. Si me hubiera detenido para chingar a alguien ustedes hubieran tenido mala vida, carencias, privaciones. En lugar de eso tuvieron buena escuela, coche, la ropa que quisieron..." Todo eso es cierto, Padre nunca me negó algo. Sin embargo, no es eso lo que yo quise aprender de él. Si de algo voy a vivirle eternamente agradecido, es de haberme enseñado lo que no quería enseñarme, la nobleza. Porque aunque Padre despotrique y se arrance los pocos cabellos que le quedan, jamás se ha jodido a alguien que no mereciera ser jodido; aunque su madre lo trató como mierda el 89% de su vida, Padre siempre ha sido el mejor de sus cuatro hijos y aún hoy le cumple a Abuela cada capricho -que son bastantes- que se le ocurre. Porque Padre me enseñó sin quererlo, que ese esfuerzo suyo por blindarme no es sino un intento de demostrar porqué él nunca pudo ser ese padre abrazador, besador, que dijera "te quiero" o se diera el lujo de doblarse por cualquier motivo. Me queda claro que Padre se preocupa porque piensa que soy demasiado "bueno" con la gente, que "me dejo", que mis ideales son altos y superarán mis intereses. Lo que Padre no sabe, y no me molesta, es que esa es la persona que yo soy para con él, porque lo amo, lo admiro y le tengo el mayor de los respetos. Lo mismo con el resto de mi familia. Con el resto del mundo, soy, o seré, el mayor hijo de la chingada que el mundo haya visto, porque esa es la otra cosa que Padre me enseñó y Dios sabe que yo aprendo rápido.

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