Pasamos la mitad de la vida haciendo las cosas de las que nos arrepentiremos la otra mitad. Deberíamos empezar a vivir desde la segunda mitad y evitarnos así los arrepentimientos, viviendo la vida desde la parte en la que uno ya sabe las cosas que le causarán remordimiento y de las que se sentirá orgulloso y feliz. Las decisiones que se tomen ya no serán imputables ni a la mala suerte ni al designio divino, quitando así toda posibilidad de queja del género humano hacia las fuerzas superiores y borrando de un plumazo -de pasada- el pretexto favorito de los infelices.
Por supuesto, de nada serviría vivir esa vida si uno habita un cuerpo ya en franco declive que no le permita disfrutar de la felicidad y la inteligencia inherentes a nuestra nueva calidad de maestros de la vida plena, así que proponemos también que uno sea viejo la primera mitad de la vida y conforme se acerque la segunda mitad venga también llegando la juventud necesaria para disfrutarla con todos los agregados.
Yo, por lo pronto, me declaro a favor de la propuesta, que leí en algún lado que no logro recordar y que sólo hoy comienzo a entender a carta cabal. Además me da el pretexto perfecto para seguir viviendo mi juventud actual como un anciano anquilosado y en paz con la vida, en espera de la vejez que dará pie -por fin- a mi alocada vida de excesos y rocanrol.
Salud, con absynthe en un old fashion glass con dos hielos y un par de semillas de yuca. El desayuno de los campeones.
4 comentarios:
Me gustó el último párrafo, me acordé del personaje del abuelo en Little Miss Sunshine xD
Saludos!
Parece ser que así es esta cuestión de crecer o madurar o como quiera que se defina el proceso de aprender conforme se va viviendo, yo me he dado cuenta (para mi asombro) que entre más pasa el tiempo me vuelvo menos cuadrada, menos determinista, ya no uso los nuncas y los siempres, el beneficio de la duda comienza a ser más frecuente, tal vez se deba a que conforme pasa el tiempo uno comienza a ver con mayor claridad la gama de grises que componen nuestra vida.
Pues no sé, en realidad desde hace algún tiempo la gama de grises de mi vida se ha puesto entre naranja, magenta y un amarillo muy chillón. Ya llamé a soporte técnico, pero creo que terminaré por acostumbrarme. Un abrazote, mademoiselle.
Me encantó Little Miss Sunshine, aún no encuentro a una niña más adorable que la pequeña aspirante a stripper. Superó a la abejita de No Rain.
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