15 julio 2004

Sobre el ocio forzado

Hará cosa de seis meses renuncié a mi último trabajo: Mesero en un sushi place. Lo tuve que dejar porque no tenía espacio para meter las cuatro horas de prácticas profesionales, las seis horas de universidad y las seis mínimas de sueño. Cabe mencionar que ya desde endenantes mis papás estaban duro y dale con que me saliera del "trabajito" (para ellos siempre fue eso: un "trabajito") porque alegaban que se me iba a caer el promedio o que iba a arrastrar materias o que cualesquier cosa que minara mi desempeño como eficiente cuasiabogado en ciernes. Y al final lo dejé por unas vacaciones de a semana en vallarta y semana en morelia. Hace tres meses no me arrepentía, las cosas marchaban bien, el negocio de mi papá daba suficiente para pedirle dinero cada quince días sin sentir muchos remordimientos. Pero luego recibí el mensaje que apenas hace unos días borré de la memoria de mi celular: Salió positiva, la bendita prueba salió positiva. Así, sabedor de que en poco tiempo me convertiría en papá yo mismo, la segunda idea que se me vino a la mente fue: ¡Madres! y yo sin empleo. Me faltaba ya un mes para terminar las prácticas, razón por la cual decidí no volverme loco y darles buen término antes de empezar el largo y arduo proyecto de solicitud-entrevista al que, lo confieso, ya estaba un poco desacostumbrado, pero una vez concluído ese trámite, empecé a repartir hojitas amarillas como si fueran chelas.
Ahora, debo confesar también que nunca, en los casi cinco años de vivir en la capirucha, había tardado tanto tiempo en conseguir un empleo. Como acá no es tan común el hablar inglés, tenía puntos extra en las solicitudes; aparte tengo por ahi un diplomado en office y windows y esas madrolas de la pc y pues eso también me sacaba una pequeña diferencia, pero al final creo que lo que más me ayudaba era que nunca me ha entrado nervio cuando me entrevista alguien. De hecho creo que las únicas veces que he estado nervioso ha sido cuando espero respuestas de la mujer que pretendo. Y eso, por supuesto me hacía quedar como "seguro de mi mismo" ""desenvuelto" "elocuente" y toda esa basura que a los licenciados de recursos humanos les han enseñado que es parte del "perfil deseable" en los aspirantes a ciertos puestos.
Sin embargo en este mes que llevo buscando una chambita aquí y allá nadie se ha tomado la molestia de entrevistarme. Todo es "sale, yo te hablo" y hasta ahí. He ido a alrededor de diez lugares y todavía no me suena el mugre teléfono. Así que ahorita mi capital líquido es de $13.°
y para rematar el negocio de mi papä baja en ventas en verano; asï que pedirle lana se me hace bastante mäs bajo de lo normal. ¿Qué haré?
La semana pasada, por ejemplo, fuimos a una de esas tiendas que son de "todo para la mujer embarazada" porque ella quería ver ropita. Pues resulta que yo me prendé machín con una cuna que estaba ahí en el muestrario. Era azulmarina con blanco y tenía patitos en el decorado, nada puede ser más chingón que eso, y aparte la méndiga cuna se hace corralito. Pues no estaba ni madres de cara, aparte, estaba en $1350.° (unos 125 usd. No obstante, en ese momento, ahí, esa cuna me era tan incosteable como un viaje a la luna. Cuando chambeaba en el sushi place, que es el empleo mejor remunerado que he tenido, no recuerdo haber andado un día con menos de mil varos en la bolsa. Ya sé que es bien mamonzote pensar en términos de cuánto traigo, ya sé que es bien metalizado estar basando mi vida en términos monetarios, pero qué quieren que haga, la neta me preocupa un friego que a mi heredero le falte algo alguna vez.
Por lo pronto hoy voy a ir de ofrecido al applebee´s y luego yo creo que a office depot. Me cagan esas franquicias que terminan en depot, pero no hay pedo, todo sea por un cheque quincenal (o de preferencia semanal) que me quite los pelillos verdes que me están brotando y me regresen mis kilos perdidos.

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