12 mayo 2006

En defensa de mi azote literario

Una de mis patas flacas cuando escribo prosa es la búsqueda continua por alejarme del lugar común, la trama sobada y los desenlaces predecibles. Digo que es sólo una de mis patas flacas, pues en realidad tengo tantas como un ciempiés Biafrano.

La afirmación anterior no parece tener mucho sentido, pues si se toma a una horda de culturosos (es decir, si encontramos alguno, ya que la Holy Batio's Church los atemoriza y cada vez salen menos) Bueno, el punto es que si se encuestase a la dicha aglutinación de culturosos, todos o la inmensa mayoría harían la misma afirmación. Ningún escritor aceptará ser un asiduo del lugar común, el cliché, la repetición infinita de personajes y situaciones sobre los que ya se ha escrito.

Me importa muy poco lo que piense la gente acerca de mis alcances narrativos. Preferiría tragarme mis palabras antes de compartirlas con neófitos almejines como los que pululan en esta ciudad y que seguramente no saben diferenciar la prosa de Orwell de la de un columnista de El Informador. Me niego totalmente a aceptar que sean ellos los que integren el juzgado que decidirá si soy un escritor que vale la pena leer o un simple junta-letras que no ha encontrado una forma mejor para pasar el rato.

No es una cuestión de elitismo, bien sé que estoy muy lejos del nivel cultural al que tendría que pertenecer para darme esos aires (y sé bien que no lo haría ni aún entonces) simplemente me rehúso con cada una de mis neuronas a que gente que se traga todos los días su dosis de esa mierda llamada "Amor en NaCustodia" y cada fin de semana su buen atragante de "NAcademia"o peor "Cantando por un Leño" sea quien diga: Este libro vale la pena.

Me niego, sencillamente no voy a transigir en esto. No tengo ningún mérito que me defienda, jamás he ganado el Alfaguara, el Cervantes, el Rulfo, mucho menos un Nobel que pueda esgrimir como espada brillante para abatir a los seudo inquisidores de mi trabajo, pero haré todo lo que esté en mi mano para no pasar la humillación de ser rechazado en editoriales, revistas culturosas y exposiciones balines por gente cuyo talento no vale un manojo de cilantro.

Cuando publique y mis librejos anden rondando por ahí, no podré ser más el controlador de quién se traga mis letras. Trataré de consolarme con la dulce idea de que, por lo menos, están leyendo. Debe ser ganancia.

1 comentario:

briena dijo...

oye papi, no se que te habran dicho o que critica te habra molestado tanto, pero tranquilo, sabes lo que tienes y bastantes personas te lo han reconocido, asi que te importe un cacahuate lo que te digan... y sigue defendiendo tu postura, ya sabes lo de siempre TAM