13 diciembre 2005

De espirales, círculos y otras curvas innecesarias

Cada vez me convenzo más que la frase del coronel Aureliano Buendía en Cien Años de Soledad era cierta y que el tiempo no pasa, sino que da vueltas en redondo.

Hay eventos, ciertos eventos, que por su continuidad marcan una especie de hito en etapas de nuestra vida. Eventos como una escuela, un tipo de gente, una actividad cualquiera, que conforman lo que llamamos un parteaguas. Tan pronto como ese evento termina, se cierra un ciclo, una vuelta de la espiral y se abre uno nuevo.
Sin embargo, irremediablemente esos círculos dan la vuelta en redondo, la espiral cambia su sentido y uno se encuentra de pronto viviendo esa época de su vida, pero ahora con conocimiento previo de móviles y causas y quizá hasta dones premonitorios para los que la viciosa retroactividad del tiempo lo ha preparado.

La vida no es una línea como la recta numérica que nos enseñaban en la primaria, aquella de los saltitos de rana que marcaban momentos, números, y que de ser nuestro modelo de vida marcaría fechas, eventos. Siguiendo con la analogía, la vida es más bien ese círculo enorme en el que señalar un punto es algo tan impreciso como buscarle esquinas. Hay fechas, concuerdo, hay momentos, concuerdo, pero discurro totalmente de la idea del antes y el después. Lo dudo. Creo que existe un solo instante y que ese instante único es el que se vive ahora y ahora y ahora y ahora.... tienen la idea.

¿Se han dado cuenta a cuántas personas sigue importándoles algo? Es patético, carajo. Hoy tripulaba un 258A rumbo a la facultad, 12:30p.m. tráfico bastante pesado, un chofer que seguramente fue traído desde el Destruction Rally y un camión atestado. Parada en Alcalde, aborda una señora con un bebé en los brazos y otro en proceso de gestación (estaba embarazada, por favor díganme que este paréntesis es inútil). Bueno, en condiciones normales uno diría "alguno de los muchos jóvenes que van cómodamente sentados se preocuparon de darle su asiento a la buena mujer que está próxima a traer al mundo a una personita que quizá revolucione este gigantesco depósito de heces fecales que llamamos país" ¿Cierto? Pobres ilusos. Por supuesto que no, bastó que la señora contemplara las filas de asientos llenos para que todo mundo hiciera un revire que hubiera envidiado Fernando Valenzuela y se pusieran a mirar disimulademente por la ventana. En derecho procesal, eso se llama "alegar demencia", en castellano vulgo eso se llama "hacerse muy pendejo"
No sé porqué hago bilis. Ya debería haberme acostumbrado a que "este mundo es este mundo" (op. cit. mafalda), a que la gente va en una recta descendente hacia el más puro de los darwinismos y a que por más que uno se intranquilice, cada vez importa menos.
No quiero caer en clichés ni mucho menos en sermones, así que declaro oficialmente censurado el choro mareador y moralizante que iba aquí <<<>>>

Desahogado como me siento, procedo a una larga noche de estudio. Mañana se decide mi calificación de Histología y junto con ella la duración de mis vacaciones. Se aceptan rezos y buena vibra.

No hay comentarios.: