26 noviembre 2007
Cyanide & Happiness @ Explosm.net
Rara vez me encuentro con el tipo de humor que me hace reír a carcajadas. Generalmente casi cualquier mal chiste me saca una sonrisita de esas cordiales, pero para una de esas risas que te suben desde el estómago, sólo un humor muy maldito, muy pelado o muy elaborado. Esta tira alcanza el podio, pueden visitarla y ver todas las demás, aquí.
20 noviembre 2007
and shepherds we shall be...
Hay una película muy agradable y que la corte celestial ve con beneplácito. Se llama The Boondock Saints, y el no muy afortunado nombre en español es El quinto infierno (sic). La trama versa sobre la conversión de dos hermanos norteamericanos de ascendencia irlandesa a una especie de fanatismo cristiano que una noche durante el sueño les revela la misión de exterminar a los criminales y a los corruptos de su ciudad.
Al despertar del sueño, por una de esas raras coincidencias en las que encuentran su origen las tramas de películas con muchos golpes y balazos (o sea, las pocas películas que valen la pena) los hermanitos devotos tienen un encontronazo en una taberna (¿mencioné que eran irlandeses?) con unos mafiosos (rusos, creo, mafiosos, ignoren el cliché) y huelga decir que a pesar de ser sólo dos contra seis, de ser flacos, esmirriados y más bien chaparrones, les dan una madriza de antología a los rusos, que por supuesto eran más que nada gringos con un afán extraño por remarcar las R's al hablar.
De ahí en más, la película gira en torno a las ejecuciones (limpieza espiritual) que los muchachos llevan a cabo en su zona de la ciudad, script que se volvería pronto insípido si no fuera por la astuta introducción hacia la mitad de la película de este cabrón que todo toma ese matiz sabrosito que hace falta para no quitar la película o de plano ponerte a hacer otra cosa mientras la diarrea discursiva de la pantalla continúa en un fuera de foco permisivo.
El personaje de DaFoe, que es el mejor actor de Hollywood desde hace mucho tiempo, es un detective chingonsísimo para hacer análisis de balística y recrear, a partir de los impactos de bala encontrados en las escenas del crimen cómo fue el desarrollo preciso de la balacera. Cabe mencionar que el personaje es, además, jotísimo, pero no jotísimo en la acepción musical de la palabra, es decir, de voz afectadita, ademanes maricones y un tic distintivo como el inolvidable bzz que Chris Tucker usó para darle su sello al personaje gay de The Fifth Element, sino más bien gay en cuanto a la pulcritud de su vestimenta, la elección de los colores de la misma, su melena bien cuidada y algo feminoide. Esta aclaración es hecha porque da pie a una de las pocas escenas graciosas de la película (que, al no ser comedia, necesita sólo de dos situaciones parcialmente graciosas para que el cinevidente ría).
En fin, la extrema pericia del detective le sirve muy bien al director (Troy Duffy, fan innegable de Tarantino) para desarrollar dos escenas visualmente deliciosas, en las que vemos simultáneamente a Dafoe y a los Irish Bro's, el primero relatando los pormenores de la ejecución y los segundos ejecutándola de facto. La segunda escena vale muchísimo la pena por el fondo operístico que acompaña una secuencia en super slow motion donde un desgarrado detective puñal balacea con sus dedos en forma de pistola al unísono con las relucientes berettas de los leprechauns (interpretados por cierto por Sean Patrick Flannery y Norman Reedus), alcanzando un grado de visceralidad y de casi drama difícil de encontrar en una película tan Macho-oriented.
La secuencia del final no tiene desperdicio, los hermanos descubren que un asesino encabronadamente eficaz, comocido como Il Duce (el duque), que ha sido liberado de una prisión de máxima seguridad para darles chicharrón con limón, es en realidad ni más ni menos que su padre, y tras la emotiva reunión de tan nobles hijos de la gran chingada, los vemos tomar la sala de un tribunal lleno de gente, prensa, notables, etc. y ejecutar en caliente al gran padrino de la mafia local, no sin antes recitarle en latín la homilía de su desgracia.
In nomini Patri, et Filii, et spirictus sancti, Bang bang.
Conmovedor, sin duda.
Vean The Boondock Saints, la pueden encontrar como Los Elegidos o el Quinto Infierno en casi cualquier blockbuster.
16 noviembre 2007
Celta infolmación.
Hace un ratito, mientras leía el blog de un gran amigo, al que tengo en gran estima, me encontré con que había publicado una reseña sobre los horóscopos celtas, cosa de la que jamás había oído o leído y que, dada la seriedad que yo ceía que imperaba en la ortodoxa doctrina celta, dudaba muy seriamente que existieran.
Pero existen, y dado que el zodiaco común pasó de moda cuando dejaron de pasar los caballeros del zodiaco en televisión pública, pues muchos empezaron a buscarle por otro lado. Yo creo en la astrología tanto como creo en la renovación moral del Pri, así que ustedes dirán, pero quise darle una revisada sólo para corroborar las asombrosas astrocoincidencias del destino (llamadas también chiripazos) que dictaba en parrafito.
La cosa versa de la siguiente manera. Supuestamente buscas el árbol que te corresponde según tu fecha de cumpleaños (ah, sí, en la cultura celta somos árboles, ¿no les hace sentir eso muy leñadores?) y ya luego lees tu descripción a ver qué tanto te pareces.
Yo soy un árbol de cenizas. Sí, sé que pude ser un lindo manzano, o un frondoso abeto, o más acertadamente, un fuerte roble. Pero neh, soy un árbol de cenizas. Y eso, por tétrico, por ruinoso y por escabrosamente acorde a como me siento a veces, me agradó. El problema vino a la hora de la descripción.
ARBOL DE CENIZAS (la Ambición) - Es una persona excepcionalmente atractiva, vivaz, impulsiva, exigente, no le importan las críticas, ambiciosa, inteligente, llena de talentos, le gusta jugar con el destino, puede ser egoísta, muy fiable y digna de confianza, amante fiel y prudente, algunas veces el cerebro controla al corazón, pero asume sus relaciones muy seriamente.
Lo sé, lo sé, todos ustedes se fueron fácilmente con la finta. Como mi belleza física es, en efecto, excepcional y digna de éxtasis estéticos, los humanos comunes y nada inquisitivos pensarían que los celtas son los grandes profetas. Favor de no aventurarse con tal prontitud, oh vasallos.
¿Vivaz? Contempla durant unos cuarenta y cinco minutos el suave bamboleo de los lirios artificiales en el interior de una gran pecera, eso te dará una idea del grado de vivacidad que alcanzo en momentos de gran despliegue energético.
¿Impulsivo? He pasado horas en la antesala de un ministerio público, con las nalgas aplastadas contra una butaca de plástico y los ojos contra un texto de, digamos, Cortázar en sus ratos malos, sólo para que, al final, salga un burocratita de pacotilla, soldado raso del ejército de la mierda, a decirme que vuelva mañana. Mi reacción: gracias, buen día.
¿Exigente?: Está bien, si pedí una hamburguesa sin catsup y me la sirven con ella, probablemente me moleste. Mucho. Si arreglan mi carro y se jode saliendo del taller, arderá troya. Hasta ahí llega mi nivel de exigencia. No cuento si hay igual número de m&m's azules y rojos en el paquete, ni lloriqueo si el agua en mi botella es ciel y no evian.
Me importan las críticas. A todos los escritores nos importan las críticas. El que escriba y publique y diga lo contrario es un jodido mentiroso. Uno publica y deja que los demás lean sus cosas con el afán de que lo critiquen. Si nadie te critica es porque a nadie le importas, y en el cielo de la intrascendencia no está la felicidad. No, tampoco ahí.
¿Ambicioso? Les voy a decir mi más grande ambición material: Quiero una cabaña cerca de un lago (sin mosquitos), una buena mecedora y una hermosa escopeta de doble cañón. Si alguna vez vieron Los Osos Montañeses, sabrán de lo que hablo. Si no, no merecen vivir.
Inteligente: Zí. Vastante.
Lleno de talentos: Puedo eructar y sacarme los mocos al mismo tiempo que busco porno en el internet. Superen eso.
¿Jugar con el destino? Sí, por lo general a mi juego favorito: Las escondidas.
Puedo ser egoísta, muy fiable y digno de confianza: Si, suena coherente. ¿A quién le contaré mis penas? Ya sé, al egoísta de mierda que probablemente busque la forma de usarlas en su provecho sin importarle el daño irreversible que me puede causar. Good job, smartass.
Amante fiel y prudente. Como todos los egoístas, somos tan lindos.
Algunas veces el cerebro controla al corazón. Sí, porque aunque todos ustedes, médicos profesionales titulados, cardiólogos alrededor del mundo, creían que el corazón estaba regido por el Sistema Nervioso Autónomo, completa y fabulosamente independiente del cerebro, los celtas, con su sabiduría medieval con la que realizaban sabios sacrificios humanos, han demostrado lo contrario. Toma eso, Stanford.
En resumen, creo que más bien soy un árbol de guayabas.
preámbulo
J. M. Latapí dice:
Señor Reséndiz, qué milagrazo.
El Cielo, S. A. Departamento de Finanzas dice:
Salud, Juanma, ¿cómo te va?
J. M. Latapí dice:
Bien, bien, ando taloneando a los insurrectos como tú, cabrón, a ver cuándo les da la gana de mandar las colaboraciones para el semanario.
El Cielo, S. A. Departamento de Finanzas dice:
O sea que van a seguir chingando con eso, nazis hijos de
J. M. Latapí dice:
¿Hijos de qué?
El Cielo, S. A. Departamento de Finanzas dice:
De , pinche miope.
J. M. Latapí dice:
Pues no es mi culpa que no pongas nada, baboso.
J. M. Latapí dice:
Ah, no, aguanta, ya apareció el icono. Jaja. Está chingón, pásamelo.
El Cielo, S. A. Departamento de Finanzas dice:
No. Pinche computadora chafa que tienes, se tardó una hora en aparecerte. No te lo mereces.
J. M. Latapí dice:
Es la computadora de la oficina, ya quisieras, la mía corre a 1012.
El Cielo, S. A. Departamento de Finanzas dice:
Así corre la mía también. En las mañanas, para calentar.
El Cielo, S. A. Departamento de Finanzas dice:
Pero bueno, ahí te va el archivo pues, dile al imbécil de Correa que si le vuelve a meter una edición mierdera como la de la semana pasada, se va a comer mi próxima colaboración por el recto.
J. M. Latapí dice:
¿Así le digo?
El Cielo, S. A. Departamento de Finanzas dice:
Así, cabroncito, sin censura.
J. M. Latapí dice:
Pobre Correa, no me lo emociones. Luego ni le cumples.
El Cielo, S. A. Departamento de Finanzas dice:
Acepta el archivo, soquete. Me tengo que ir.
J. M. Latapí dice:
Ya está, oye, pero antes de irte, explícame lo de tu nick.
P. C. Reséndiz dice:
¿Qué tiene mi nick?
J. M. Latapí dice:
No mames, el anterior.
P. C. Reséndiz dice:
De hecho prefiero mamar el posterior.
J. M. Latapí dice:
Pendejo. Nos vemos.
Es posible que P. C. Reséndiz no conteste porque aparece como No Conectado, para otras formas de ponerse en contacto con tus amigos en MSN Live Messenger, clic aquí.
Señor Reséndiz, qué milagrazo.
El Cielo, S. A. Departamento de Finanzas dice:
Salud, Juanma, ¿cómo te va?
J. M. Latapí dice:
Bien, bien, ando taloneando a los insurrectos como tú, cabrón, a ver cuándo les da la gana de mandar las colaboraciones para el semanario.
El Cielo, S. A. Departamento de Finanzas dice:
O sea que van a seguir chingando con eso, nazis hijos de
J. M. Latapí dice:
¿Hijos de qué?
El Cielo, S. A. Departamento de Finanzas dice:
De , pinche miope.
J. M. Latapí dice:
Pues no es mi culpa que no pongas nada, baboso.
J. M. Latapí dice:
Ah, no, aguanta, ya apareció el icono. Jaja. Está chingón, pásamelo.
El Cielo, S. A. Departamento de Finanzas dice:
No. Pinche computadora chafa que tienes, se tardó una hora en aparecerte. No te lo mereces.
J. M. Latapí dice:
Es la computadora de la oficina, ya quisieras, la mía corre a 1012.
El Cielo, S. A. Departamento de Finanzas dice:
Así corre la mía también. En las mañanas, para calentar.
El Cielo, S. A. Departamento de Finanzas dice:
Pero bueno, ahí te va el archivo pues, dile al imbécil de Correa que si le vuelve a meter una edición mierdera como la de la semana pasada, se va a comer mi próxima colaboración por el recto.
J. M. Latapí dice:
¿Así le digo?
El Cielo, S. A. Departamento de Finanzas dice:
Así, cabroncito, sin censura.
J. M. Latapí dice:
Pobre Correa, no me lo emociones. Luego ni le cumples.
El Cielo, S. A. Departamento de Finanzas dice:
Acepta el archivo, soquete. Me tengo que ir.
J. M. Latapí dice:
Ya está, oye, pero antes de irte, explícame lo de tu nick.
P. C. Reséndiz dice:
¿Qué tiene mi nick?
J. M. Latapí dice:
No mames, el anterior.
P. C. Reséndiz dice:
De hecho prefiero mamar el posterior.
J. M. Latapí dice:
Pendejo. Nos vemos.
Es posible que P. C. Reséndiz no conteste porque aparece como No Conectado, para otras formas de ponerse en contacto con tus amigos en MSN Live Messenger, clic aquí.
10 octubre 2007
Es hora de decirlo
A lo mejor lo que habría que buscar no es esto, esta compulsión de contar una historia antes de saber con exactitud dónde empieza ni mucho menos dónde ha de terminar, vaya, puntualizando, ni siquiera el punto exacto en el que se encuentra ahora, en este momento preciso en el que yo, haciendo alarde de una inteligencia y un criterio que no tengo, intento materializarla sin más herramientas que unos pocos recuerdos sueltos y una muy traicionera memoria a la que le gusta menos el melodrama que el pesimismo.
Aquello era la esperanza. Era caminar sin pensar mucho por jardineras que no parecían tener fin, sintiendo en el rostro y en la piel de todo el cuerpo los agradabilísimos escalofríos que un viento cada vez más invernal –era noviembre- se complacía en inflingirnos. Más bien aquello era la libertad. Era el saberse sin horarios, o mejor aún, con horarios que se sabían fáciles de resquebrajar, irrespetables, sueltos; era saberse sin ninguna obligación distinta de la vida, era el cabello desordenado y un poco polvoriento, eran los escasos e hirsutos pelillos de una barba que pretendía ser rebelde y los destellos acerados de los aretes en cejas y labios y lengua. Era el morral y las pulseras de cuero, el churrito quemándose en las manos de otro y casi mirándote con la coquetería que parecía decirte Ahí te voy, chiquito, no desesperes, y tú no desesperabas, ni siquiera sabías como, no conocías otro estar que ese, tranquilo, esperando nada, recibiendo y dando un poco cuando tenías, casi nunca, no importaba, siempre había alguien que tampoco tenía pero sabía dónde conseguir.
Las mañanas olían a mujer tibia, adormilada y feliz. Una mujer satisfecha es el olor más dulce que uno puede aspirar, con sus ínfimos méritos de pobre diablo irredento, al abrir los ojos en la mañana y encontrarse ese otro cuerpo junto al cuerpo, los muslos suaves triangulándose con las piernas, los pequeños dedos de los pies, los pechos desnudos y enarbolando una firmeza prometedora en los pezones ya despiertos antes que ella, el cabello suelto. No hay sudor en el cuerpo, pero sí está el recuerdo del sudor que hubo, que existió por momentos cada vez más largos anoche, que recorrió los pliegues de su cuello, que mojó sin pudor la conjunción de sus ingles, que nuestra lengua lamió sedienta de ese elíxir salobre y embrujante y es el recuerdo olfativo de ese sudor lo que despertaba entonces al cuerpo animal, segundos antes de que despertara el cuerpo humano, justo a tiempo para condimentar con palabras y besos y caricias el apareamiento sin misericordias que la juventud y el ímpetu y, en fin, el deseo, ya se prodigaba.
Uno podía alimentarse de lo que fuera, gastarse las pocas monedas en un bocado que cumpliera su función energética, no importaba mientras se comiera en buena o compañía, o mejor aún, absolutamente solo y armado de una lectura suficiente para abstraerse del mundo. Podría hablar hasta el cansancio de días que comí sin saber lo que me llevaba a la boca y que bebí sin poder recordar más tarde el sabor del líquido, o su color, inmerso de plano en las palabras de alguien probablemente vivo, probablemente muerto, que muchos o pocos años antes y sin conocer en absoluto mi nombre o la posibilidad de mi existencia, se sentó día tras día, en horas sueltas o de corrido, a escribir una historia para que yo la leyera y entendiera, sin comas ya un espacio, que la historia decía más cuando él se guardaba las palabras.
Uno caminaba sin mucha idea de si los pies llevaban un rumbo verdadero o si el cuerpo tan sólo expresaba su necesidad de oxigenarse, de llevar a los ojos hacia donde hubiera algo que valiera la pena ver y a los ojos casi todo parecía valerles la pena. Encontraban la sonrisa del anciano desdentado, cuyo cuerpo sin piernas se deslizaba en un carrito de madera, impulsado por dos brazos enjutos y curtidos por la intemperie; encontraban las gotas de agua que formaban esferas perfectas en la punta afilada de miles de briznas de pasto a las seis y media de la mañana, minutos antes de que el sol se las comiera; encontraban los largos tapetes de colores donde hombres de cabellos largos y mujeres delgadas y de miradas sutiles ofrecían collares y pulseras, libros y cristales, esencias y artesanías; los ojos ofrecían al alma las posibilidades y ésta se enroscaba sobre sí misma y percibía el placer de estar viviendo. Era fácil que el alma decidiera crear, arrojarse hacia dentro y compactarse en una semillita germinal. Era fácil que el alma pensara en retoñar en lienzos y en cuerdas de guitarra y en grandes bloques de granito y en hojas de papel o en el suave balanceo y la armonía del danzante. Era grato crear, ser un pedacito de lo que se gestaba, no importaba lo que fuese o si tenía un nombre. Uno buscaba la trascendencia mediante la fugacidad y en esa paradoja estaba oculto el pólen de la felicidad verdadera.
Pero en algún momento perdimos el sendero.
Aquello era la esperanza. Era caminar sin pensar mucho por jardineras que no parecían tener fin, sintiendo en el rostro y en la piel de todo el cuerpo los agradabilísimos escalofríos que un viento cada vez más invernal –era noviembre- se complacía en inflingirnos. Más bien aquello era la libertad. Era el saberse sin horarios, o mejor aún, con horarios que se sabían fáciles de resquebrajar, irrespetables, sueltos; era saberse sin ninguna obligación distinta de la vida, era el cabello desordenado y un poco polvoriento, eran los escasos e hirsutos pelillos de una barba que pretendía ser rebelde y los destellos acerados de los aretes en cejas y labios y lengua. Era el morral y las pulseras de cuero, el churrito quemándose en las manos de otro y casi mirándote con la coquetería que parecía decirte Ahí te voy, chiquito, no desesperes, y tú no desesperabas, ni siquiera sabías como, no conocías otro estar que ese, tranquilo, esperando nada, recibiendo y dando un poco cuando tenías, casi nunca, no importaba, siempre había alguien que tampoco tenía pero sabía dónde conseguir.
Las mañanas olían a mujer tibia, adormilada y feliz. Una mujer satisfecha es el olor más dulce que uno puede aspirar, con sus ínfimos méritos de pobre diablo irredento, al abrir los ojos en la mañana y encontrarse ese otro cuerpo junto al cuerpo, los muslos suaves triangulándose con las piernas, los pequeños dedos de los pies, los pechos desnudos y enarbolando una firmeza prometedora en los pezones ya despiertos antes que ella, el cabello suelto. No hay sudor en el cuerpo, pero sí está el recuerdo del sudor que hubo, que existió por momentos cada vez más largos anoche, que recorrió los pliegues de su cuello, que mojó sin pudor la conjunción de sus ingles, que nuestra lengua lamió sedienta de ese elíxir salobre y embrujante y es el recuerdo olfativo de ese sudor lo que despertaba entonces al cuerpo animal, segundos antes de que despertara el cuerpo humano, justo a tiempo para condimentar con palabras y besos y caricias el apareamiento sin misericordias que la juventud y el ímpetu y, en fin, el deseo, ya se prodigaba.
Uno podía alimentarse de lo que fuera, gastarse las pocas monedas en un bocado que cumpliera su función energética, no importaba mientras se comiera en buena o compañía, o mejor aún, absolutamente solo y armado de una lectura suficiente para abstraerse del mundo. Podría hablar hasta el cansancio de días que comí sin saber lo que me llevaba a la boca y que bebí sin poder recordar más tarde el sabor del líquido, o su color, inmerso de plano en las palabras de alguien probablemente vivo, probablemente muerto, que muchos o pocos años antes y sin conocer en absoluto mi nombre o la posibilidad de mi existencia, se sentó día tras día, en horas sueltas o de corrido, a escribir una historia para que yo la leyera y entendiera, sin comas ya un espacio, que la historia decía más cuando él se guardaba las palabras.
Uno caminaba sin mucha idea de si los pies llevaban un rumbo verdadero o si el cuerpo tan sólo expresaba su necesidad de oxigenarse, de llevar a los ojos hacia donde hubiera algo que valiera la pena ver y a los ojos casi todo parecía valerles la pena. Encontraban la sonrisa del anciano desdentado, cuyo cuerpo sin piernas se deslizaba en un carrito de madera, impulsado por dos brazos enjutos y curtidos por la intemperie; encontraban las gotas de agua que formaban esferas perfectas en la punta afilada de miles de briznas de pasto a las seis y media de la mañana, minutos antes de que el sol se las comiera; encontraban los largos tapetes de colores donde hombres de cabellos largos y mujeres delgadas y de miradas sutiles ofrecían collares y pulseras, libros y cristales, esencias y artesanías; los ojos ofrecían al alma las posibilidades y ésta se enroscaba sobre sí misma y percibía el placer de estar viviendo. Era fácil que el alma decidiera crear, arrojarse hacia dentro y compactarse en una semillita germinal. Era fácil que el alma pensara en retoñar en lienzos y en cuerdas de guitarra y en grandes bloques de granito y en hojas de papel o en el suave balanceo y la armonía del danzante. Era grato crear, ser un pedacito de lo que se gestaba, no importaba lo que fuese o si tenía un nombre. Uno buscaba la trascendencia mediante la fugacidad y en esa paradoja estaba oculto el pólen de la felicidad verdadera.
Pero en algún momento perdimos el sendero.
11 septiembre 2007
Ahora es tu turno de beber mi silencio
a gotas mudas
como supongo que se bebe la sangre.
Hunde tus dientes aquí,
en este silencio que ya late y crepita
como una yugular tensa de ausencias
y bebe.
Languidecerán mis párpados,
mi silencio va dejando el cuerpo,
llenando tu boca
de la líbido prófuga
de un fellatio simulado.
Sobre, lame, chupa lentamente ste cálido silencio,
esta fruta de pulpa caliente,
tritura la fibra de mis huesos
clava los colmillos en mi sexo
abre la garganta y siente
cómo derramo en ella este silencio.
Ahora es tu turno de beber mi silencio,
de mojarte los labios con su almíbar,
nacarar tu piel con el pólen
intacto e impoluto de los míos.
Bébelo.
Bébeme.
Percibe en tu lengua la amargura
de un silencio añejo y seco
fermentado en el tiempo ya difunto
de siete otoños inconclusos tras sus ecos.
Atrapa en su vuelo este silencio,
rómpele las alas
¿Quién coño se ha creído?
Silencio herético
soberbio
Blasfemo silencio.
Duelen tus dientes en mi cuello
mi pulso desfallece
mi carne se macera al sol y yo estoy muerto
pero tú no te apures
aun hay silencio para ti
en la respiración mohosa del cadáver
en el ascenso lento de la esencia
en la sangre menos tibia
el labio más blanco.
Bésame muerte,
Bésame muerto,
Bebe despacio mi silencio,
limpio de miedos y rencores,
purificado de pecados y nostalgias
mi silencio líquen,
impávido y voraz,
prehistórico,
futuro,
mi silencio germen,
semilla y tormenta.
a gotas mudas
como supongo que se bebe la sangre.
Hunde tus dientes aquí,
en este silencio que ya late y crepita
como una yugular tensa de ausencias
y bebe.
Languidecerán mis párpados,
mi silencio va dejando el cuerpo,
llenando tu boca
de la líbido prófuga
de un fellatio simulado.
Sobre, lame, chupa lentamente ste cálido silencio,
esta fruta de pulpa caliente,
tritura la fibra de mis huesos
clava los colmillos en mi sexo
abre la garganta y siente
cómo derramo en ella este silencio.
Ahora es tu turno de beber mi silencio,
de mojarte los labios con su almíbar,
nacarar tu piel con el pólen
intacto e impoluto de los míos.
Bébelo.
Bébeme.
Percibe en tu lengua la amargura
de un silencio añejo y seco
fermentado en el tiempo ya difunto
de siete otoños inconclusos tras sus ecos.
Atrapa en su vuelo este silencio,
rómpele las alas
¿Quién coño se ha creído?
Silencio herético
soberbio
Blasfemo silencio.
Duelen tus dientes en mi cuello
mi pulso desfallece
mi carne se macera al sol y yo estoy muerto
pero tú no te apures
aun hay silencio para ti
en la respiración mohosa del cadáver
en el ascenso lento de la esencia
en la sangre menos tibia
el labio más blanco.
Bésame muerte,
Bésame muerto,
Bebe despacio mi silencio,
limpio de miedos y rencores,
purificado de pecados y nostalgias
mi silencio líquen,
impávido y voraz,
prehistórico,
futuro,
mi silencio germen,
semilla y tormenta.
04 septiembre 2007
Blame it all on me.
Yo podría ser declarado culpable de muchas cosas.
Podrían, por ejemplo, acusarme de mentiroso. Y me declararía culpable.
Podrían, también, acusarme de neurótico. Y tras gritar como loco y darles unos buenos madrazos, lo reconocería.
Podrían, en la misma nota, acusarme de ser un tipo lleno de inseguridades, temeroso de mis fallos, insensible a la crítica (y peor aún, a la autocrítica), despilfarrador, irresponsable, indisciplinado, abstemio, amargado, prejuzgador por antonomasia y gustoso de la broma pesada y el humor negro. Y yo firmaría al calce de esa cuartilla de improperios, dándome por enterado y manifestando mi acuerdo.
Sin embargo, nadie me puede acusar de ser una mala persona. Soy tonto y me da mucha pena serlo. Lo siento. No es mi culpa que en mi familia sólo haya aprendido el lado rosa de la vida. Mis padres no me prepararon para el mal y a la hora de topármelo de frente es posible que lo haya dejado mancharme un poco. Pero no soy un mal tipo, ni quiero serlo.
La etapa que corre actualmente por las ventanillas del tren de mi vida se ha ido llenando de una paz de esas que lo envuelven todo como el sopor anterior al sueño. Mis días, mis risas, mis errores, el diario acontecer, los sobresaltos y corajes repentinos, se han ido cubriendo desde las orillas de una blanquecina capa de olvido, dejándome a mi del otro lado del río y entre los árboles, como buen título Hemmingwayano.
El momento de dejar ir. He recibido golpes bien duros y bien abajo del cinturón. Los he dado. Me he mordido la lengua y tragado la sangre para no gritar que se me ha hecho añicos el alma más de una vez y que por más que la he pegado de seguro algún pedacito se ha quedado para siempre separado. He demolido todo lo que fui y ahora, de pie frente al escombro, dudo sobre los nuevos planos de lo que he de ser.
Y si quieren soundtrack para esa trama, pónganse cualquier Adagio de esos belicosos, estilo Mozart en sus ratos neurasténicos. Así sonará.
Podrían, por ejemplo, acusarme de mentiroso. Y me declararía culpable.
Podrían, también, acusarme de neurótico. Y tras gritar como loco y darles unos buenos madrazos, lo reconocería.
Podrían, en la misma nota, acusarme de ser un tipo lleno de inseguridades, temeroso de mis fallos, insensible a la crítica (y peor aún, a la autocrítica), despilfarrador, irresponsable, indisciplinado, abstemio, amargado, prejuzgador por antonomasia y gustoso de la broma pesada y el humor negro. Y yo firmaría al calce de esa cuartilla de improperios, dándome por enterado y manifestando mi acuerdo.
Sin embargo, nadie me puede acusar de ser una mala persona. Soy tonto y me da mucha pena serlo. Lo siento. No es mi culpa que en mi familia sólo haya aprendido el lado rosa de la vida. Mis padres no me prepararon para el mal y a la hora de topármelo de frente es posible que lo haya dejado mancharme un poco. Pero no soy un mal tipo, ni quiero serlo.
La etapa que corre actualmente por las ventanillas del tren de mi vida se ha ido llenando de una paz de esas que lo envuelven todo como el sopor anterior al sueño. Mis días, mis risas, mis errores, el diario acontecer, los sobresaltos y corajes repentinos, se han ido cubriendo desde las orillas de una blanquecina capa de olvido, dejándome a mi del otro lado del río y entre los árboles, como buen título Hemmingwayano.
El momento de dejar ir. He recibido golpes bien duros y bien abajo del cinturón. Los he dado. Me he mordido la lengua y tragado la sangre para no gritar que se me ha hecho añicos el alma más de una vez y que por más que la he pegado de seguro algún pedacito se ha quedado para siempre separado. He demolido todo lo que fui y ahora, de pie frente al escombro, dudo sobre los nuevos planos de lo que he de ser.
Y si quieren soundtrack para esa trama, pónganse cualquier Adagio de esos belicosos, estilo Mozart en sus ratos neurasténicos. Así sonará.
22 agosto 2007
No brain...
No puedo negar que me dan mucha risa cosas que nadie entiende, y que eso me gusta mucho mas que reirme. Es como reirme dos veces.
No se que tan malo de mi parte sea el reirme tanto de la gente. No es que me burle, en realidad no me considero burlesco, pero por azares del hado siempre estoy en el lugar y momento exacto en que a le gtente se le van las cabras al monte y suelta comentarios bien pendejos.
Normalmente aqui debiera ir una anecdota con el caso mas reciente, pero la verdad es que han sido tantos en dos dias que ya me dan hueva. Solo para ilustrar, resulta que Tomas Alva Edison invento la luz (si, Edison estuvo ahi durante el primer dia de la creacion, dandole toques en las bolas al recien creado mundo con un cable pelado). Resulta tambien que Australia es un pais de Europa, famoso por su coro infantil que realiza giras internacionales (probablemente montados en canguros).
En fin, lo bueno que mi risa es muy discreta y siempre puedo aparentar que sonrio por amabilidad.
No se que tan malo de mi parte sea el reirme tanto de la gente. No es que me burle, en realidad no me considero burlesco, pero por azares del hado siempre estoy en el lugar y momento exacto en que a le gtente se le van las cabras al monte y suelta comentarios bien pendejos.
Normalmente aqui debiera ir una anecdota con el caso mas reciente, pero la verdad es que han sido tantos en dos dias que ya me dan hueva. Solo para ilustrar, resulta que Tomas Alva Edison invento la luz (si, Edison estuvo ahi durante el primer dia de la creacion, dandole toques en las bolas al recien creado mundo con un cable pelado). Resulta tambien que Australia es un pais de Europa, famoso por su coro infantil que realiza giras internacionales (probablemente montados en canguros).
En fin, lo bueno que mi risa es muy discreta y siempre puedo aparentar que sonrio por amabilidad.
20 agosto 2007
that thing you do
Solo tu sabes bien hasta que altura curvar la sonrisa para que yo sepa que no estas riendo, sino coqueteando (conmigo).
Solo tu sabes que a veces cuando guardas silencio yo se que me estas diciendo algo (generalmente algo que no quiero saber).
Solo tu escuchas las cosas que no digo cuando hablo (porque no quieres escucharlas).
Solo tu sabes terminar mis oraciones, no como yo las terminaria, sino como debiera terminarlas (y eso me gusta y me rompe las pelotas al mismo tiempo).
Solo tu sabes existir en el momento preciso.
Solo tu sabes que cuando yo quiero hacer una locura, adoro que la hagas conmigo.
Solo tu sabes que cuando tu quieras hacer una locura, te voy a sermonear, pero terminare haciendola contigo. Solo porque si.
Solo tu eres tu, por eso pienso que si... despues de todo.
19 agosto 2007
how to hate a city in three easy steps
1.Mudese a un lugar que reuna las caracteristicas siguientes, un clima que detestes, el tipo de gente que mas te moleste, que tenga frontera para que haya mucha droga y criminalidad y prostitucion, etc.
2.Dedica los dias a comprobar que por mas que intentes abstraerte, la ciudad te absorbe a su rutina y te hace parte de ella, contiagiandote de acentos, modismos, cotidianeidades y temores propios de sus nativos.
3.Siente en carne propia la mierda de ser un citadino mas de la ciudad que empezaste detestando y que ahora ya no puedes ni ver.
En resumen, ya odiaba el maldito calor que hace aqui, me cagaba sobremanera la rutina de la gente, no me cabia en la cabeza la ausencia de lugares tranquilos donde uno pudiera pasarse un buen rato leyendo y tomandose un cafe al son de unas buenas rolas. Pero hoy fue el acabose. Llegue al trabajo, a la hora y media mi companero de departamento llama a la oficina para comunicarme que dos minutos antes habia llegado y habia encontrado la puerta abierta, se habian llevado la television, mi lap top, y hasta un puto reno navideno que estaba por ahi desde el diciembre pasado.
Ya en otra ocasion publique sobre la furia descontrolada que provoca en mi sistema neural el hecho de que me roben algo, pero creanme que esta vez fueron mucho mas lejos, siento que me dieron una docena de putazis en el higado y se me doblan las piernas del coraje. Se los juro, estoy muy encabronado.
Y ya, espero que caigan un chingo de rayos y el suelo de abra y mexicali se hunda a la mierda. Al cabo que ya en dos dias me voy. PUtos.
14 agosto 2007
Y era una mujer de esas, de las que uno no puede evitar pensar que se ve mas desnuda cuando te mira que cuando se desprende de sus ropas.
Y yo no pude evitarlo y la mire. Entonces me di cuenta que tambien yo estaba desnudo.
Quise disimular, pero ya no tenia caso.
Mejor comenzamos, lenta, ceremonialmente, a quitarnos la ropa, para desembarazar a aquellas dos desnudeces tan honradas del impudico resquicio del vestuario.
Y yo no pude evitarlo y la mire. Entonces me di cuenta que tambien yo estaba desnudo.
Quise disimular, pero ya no tenia caso.
Mejor comenzamos, lenta, ceremonialmente, a quitarnos la ropa, para desembarazar a aquellas dos desnudeces tan honradas del impudico resquicio del vestuario.
de la vida y sus impertinencias
Cuando era mas joven creia a ciegas en el escepticismo. Creia en No creer, para decirlo con un juego de palabras que me haga sonar mas filosofico. Cuando era mas joven aun, y mi familia se complacia en acercarme a la religion, creia en el Creer, como un medio de empoderamiento de los deseos. Creer en Dios para asegurarme felicidad en esta vida y en la otra, creer en santoclos para tener regalos, creer en el coco para ser mejor portado, creer, creer y creer.
Con la edad vienen las malas ideas, y en el pasado mas cercano, el agnosticismo, el ateismo, el escepticismo, surgieron como boyas en un embravecido aluvion de ideas encontradas. Dios no estaba, ni contestaba en ninguna de sus lineas, santoclos habia dejado dellegar desde hacia bastante tiempo y ahora uno se encontraba en las tiendas comprando los regalos de los lepes de la familia, con un cierto sospechosismo de que ese trabajo le tocaba a alguien mas. Del coco ni hablamos, por mas tarde que uno se quedara a esperarlo, no lo encontrabas mas que en las galletas arcoiris y en las tiendas de dulces tipicos. Y no daba miedo.
Ahora, despues de haber doblado tantas esquinas en la vida, uno se encuentra con que ya no quedan perspectivas, no hay plan C, no se sabe si creer en algo, dudar de todo, renunciar a los propositos o de plano mudarse a Indonesia y maquilar tenis nike.
Por lo pronto me voy a tomar estos dias para vivir despacito, casi de puntitas. No sea que la vida se de cuenta y venga a joder.
Con la edad vienen las malas ideas, y en el pasado mas cercano, el agnosticismo, el ateismo, el escepticismo, surgieron como boyas en un embravecido aluvion de ideas encontradas. Dios no estaba, ni contestaba en ninguna de sus lineas, santoclos habia dejado dellegar desde hacia bastante tiempo y ahora uno se encontraba en las tiendas comprando los regalos de los lepes de la familia, con un cierto sospechosismo de que ese trabajo le tocaba a alguien mas. Del coco ni hablamos, por mas tarde que uno se quedara a esperarlo, no lo encontrabas mas que en las galletas arcoiris y en las tiendas de dulces tipicos. Y no daba miedo.
Ahora, despues de haber doblado tantas esquinas en la vida, uno se encuentra con que ya no quedan perspectivas, no hay plan C, no se sabe si creer en algo, dudar de todo, renunciar a los propositos o de plano mudarse a Indonesia y maquilar tenis nike.
Por lo pronto me voy a tomar estos dias para vivir despacito, casi de puntitas. No sea que la vida se de cuenta y venga a joder.
11 agosto 2007
sabias palabras en sabios momentos
Es impresionante la capacidad del mundo para sorprender a un esceptico por conveniencia como este que escribe y su continua animadversion contra lo cotidiano, contra todo aquello que por canon uno aguarda que suceda. Comento lo anterior porque, a raiz de una serie continuada de disgustos via internet, me deje envolver en una trama realmente novelesca -de una novela pesimamente escrita, pero novelesca al fin- y permiti el desgaste mental al que, aunque me confieso acostumbrado, jamas ha dejado de ser tan incomodo y molesto como un dolor de colon. Y he aqui que maese manuel lomeli -chango100, en el bajo mundillo de los blogger- tuvo a bien elaborar un post despotricando contra esta costumbre insana de publicar los sentimientos via electronica y hacer con ello participe de eventos que solo importan a unos pocos involucrados a toda una comunidad afecta al recorrido insomne de estos tugurios llamados bitacora personal.
Desde la perspectiva muy humilde del que ahora reflexiona, no habria necesidad de tanta alharaca. Mierda eres y en mierda te convertiras. No veo la complicacion. Si has decidido darle senda patada en el culo a tu pareja en turno, calzate tus mejores botas y dasela de una vez, pero no cacarees en cada sitio del que dispongas sobre tus miles de falsos motivos y tus azotes histrionicos. El drama no adereza, ni endulza, ni cambia de manera alguna la naturaleza esencial de tu bajeza. A nadie deberian importar tus devaneos, ni los alardes de honradez y misericordia con los que tratas de edulcorar tu gran complejo de culpa.
En este link puedes leer el sesudo digesto de maese lomeli.
Tengo muchas ganas de escribir sobre la serie de eventos desafortunados que, en este instante preciso, me tienen muy mermado. Jamas habia aprendido tanto sobre la esencia de las personas como en estos ultimos tres dias. Sin embargo aun no tengo los animos y no me da ninguna pena confesar que estoy partido en muchos pedacitos. Tan pronto sane lo hare, y sera algo para recordar.
Salud.
09 agosto 2007
Puño a tierra.
Se siente bien ser el villano, lo se muy bien. Yo que tantas veces he rechazado el papel de protagonista puedo decir mejor que nadie que ser el malo de la pelicula tiene sus ventajas. Cierto status, cierto glamour.
Pero no te dejes llevar. No hay mejor papel que el anti heroe. No es malo, ni es bueno, y ademas de hacer justicia, tiene permitido matar a quien se le atraviese.
El antiheroe es el papel al que hay que aspirar.
Pero no te dejes llevar. No hay mejor papel que el anti heroe. No es malo, ni es bueno, y ademas de hacer justicia, tiene permitido matar a quien se le atraviese.
El antiheroe es el papel al que hay que aspirar.
08 agosto 2007
22 julio 2007
Oh descubrimiento.
En Mexicali hace un calor de la chingada. No es hipótesis, ni es la revelación científica del año, tan sólo es una queja de alguien que odia con todas sus fuerzas las temperaturas superiores a los 33 grados.
He decidido que no saldré del depa si no es para dirigirme al trabajo. Mis compras las haré en la madrugada, saliendo de la chamba, en cualquier AM/PM que se preste para el efecto. Así sirve que gasto menos y junto para el jeep que se me ha negado por años.
Extraño a mi hijo. También extraño a las musas que me tienen muy abandonado. Ni un renglón aprovechable en seis meses. Preocupante.
He decidido que no saldré del depa si no es para dirigirme al trabajo. Mis compras las haré en la madrugada, saliendo de la chamba, en cualquier AM/PM que se preste para el efecto. Así sirve que gasto menos y junto para el jeep que se me ha negado por años.
Extraño a mi hijo. También extraño a las musas que me tienen muy abandonado. Ni un renglón aprovechable en seis meses. Preocupante.
12 julio 2007
Ires. Venires. Zigzags y otras rectas trastornadas.
Hoy es un día de esos extrañamente comunes. Amaneció nublado, lo cual es quizá lo menos común cuando uno vive en Hermosillo y el sol es la más fiel de las certezas. Anoche llovió un rato, bastante fuerte al inicio, luego el común chipi-chipi que es a lo más que aspiran las calles y los edificios de la urbe solar donde habitamos. La consecuencia es que hoy hay nubosidad en cada punto del firmamento y el día tiene un color gris naranja muy apropiado para los estados de ánimo como el del que escribe en este momento.
Gris, porque no es ciertamente mi momento más feliz, las cosas se han complicado mucho en todos sentidos, en menos de un día he perdido esperanzas de muchas cosas, perdí para siempre a alguien a quien creí mi amigo, perdí la confianza en alguien a quien creía uno de los mejores, si no es que el mejor, perdí la fé y no creo ni quiero recuperarla, si es que alguna vez la tuve, hay que decirlo, no estoy muy seguro de no haber sido agnóstico o por lo menos escéptico desde el comienzo. Mis proyectos en el futuro cercano se han visto trastocados, vuelto a acomodar y vuelto a trastocar en un lapso de tiempo más breve que el más breve de los parpadeos y ahora, en este mismo instante, me siento parado en la bifurcación de los caminos, sabiendo el que voy a tomar, pero contemplando al otro con añoranza.
Naranja, porque a pesar de todo me siento muy fuerte, me siento tan sólido sobre mis pies que sé, mejor de lo que lo he sabido jamás, que soy imposible de mantener en el suelo, caigo, es cierto, me derrumban, quizá, pero siempre me pongo de pie, continúo, el camino es mi amigo y me gusta caminarlo, aunque tenga que ser solo, aunque sea, como es el caso, acompañado de una persona lindísima. Hay dos cosas que evitan que me quiebre, la primera y más fuerte es un ser de muy pequeño tamaño aún, pero de inmensa significación y presencia, tiene el nombre de lo que representa: Ángel, y es mi hermoso hijo unigénito. Por él me siento invencible, irrompible, blindado contra todo, por él recuerdo siempre que el amor es una verdad innegable, nada distinto de eso puedo sentir hacia mi pequeñito. La segunda es un orgullo muy bien entendido, una cierta sed, o hambre, no sé cómo manifestarlo, de trascendencia. Sé que lo voy a lograr, no estoy seguro de cuándo, pero voy a ser ese que quiero, y esa realidad es naranja, como la luz del sol que tímidamente cruza en este momento entre las nubes de un cielo que no se cansa de reflejarme por fuera.
Por ahora todo sigue avanzando muy rápido. Tengo un juego nuevo de maletas ya llenas de ropa y aun tengo ropa sin maleta donde dormir. Ya le di servicio a mi coche, está a un 95% de su capacidad, pero necesita unos leves ajustes en el sistema de escape (un moflero, pues) y estará perfecto para emprender mi más largo viaje de toda la vida. No sé si saldrá bien, no sé llegar a donde voy, no sé manejar en carretera más de cinco horas sin desfallecer de sueño, no sé si estaré vivo para platicarles de esta travesía transpeninsular, pero hay en mi vientre una emoción vibrante que me avisa que mejor apriete los puños y haga crujir mi mandíbula, el sudor está garantizado.
Lo voy a hacer, voy a estar bien. Siempre lo estoy. Después de todo, tengo un Ángel.
Gris, porque no es ciertamente mi momento más feliz, las cosas se han complicado mucho en todos sentidos, en menos de un día he perdido esperanzas de muchas cosas, perdí para siempre a alguien a quien creí mi amigo, perdí la confianza en alguien a quien creía uno de los mejores, si no es que el mejor, perdí la fé y no creo ni quiero recuperarla, si es que alguna vez la tuve, hay que decirlo, no estoy muy seguro de no haber sido agnóstico o por lo menos escéptico desde el comienzo. Mis proyectos en el futuro cercano se han visto trastocados, vuelto a acomodar y vuelto a trastocar en un lapso de tiempo más breve que el más breve de los parpadeos y ahora, en este mismo instante, me siento parado en la bifurcación de los caminos, sabiendo el que voy a tomar, pero contemplando al otro con añoranza.
Naranja, porque a pesar de todo me siento muy fuerte, me siento tan sólido sobre mis pies que sé, mejor de lo que lo he sabido jamás, que soy imposible de mantener en el suelo, caigo, es cierto, me derrumban, quizá, pero siempre me pongo de pie, continúo, el camino es mi amigo y me gusta caminarlo, aunque tenga que ser solo, aunque sea, como es el caso, acompañado de una persona lindísima. Hay dos cosas que evitan que me quiebre, la primera y más fuerte es un ser de muy pequeño tamaño aún, pero de inmensa significación y presencia, tiene el nombre de lo que representa: Ángel, y es mi hermoso hijo unigénito. Por él me siento invencible, irrompible, blindado contra todo, por él recuerdo siempre que el amor es una verdad innegable, nada distinto de eso puedo sentir hacia mi pequeñito. La segunda es un orgullo muy bien entendido, una cierta sed, o hambre, no sé cómo manifestarlo, de trascendencia. Sé que lo voy a lograr, no estoy seguro de cuándo, pero voy a ser ese que quiero, y esa realidad es naranja, como la luz del sol que tímidamente cruza en este momento entre las nubes de un cielo que no se cansa de reflejarme por fuera.
Por ahora todo sigue avanzando muy rápido. Tengo un juego nuevo de maletas ya llenas de ropa y aun tengo ropa sin maleta donde dormir. Ya le di servicio a mi coche, está a un 95% de su capacidad, pero necesita unos leves ajustes en el sistema de escape (un moflero, pues) y estará perfecto para emprender mi más largo viaje de toda la vida. No sé si saldrá bien, no sé llegar a donde voy, no sé manejar en carretera más de cinco horas sin desfallecer de sueño, no sé si estaré vivo para platicarles de esta travesía transpeninsular, pero hay en mi vientre una emoción vibrante que me avisa que mejor apriete los puños y haga crujir mi mandíbula, el sudor está garantizado.
Lo voy a hacer, voy a estar bien. Siempre lo estoy. Después de todo, tengo un Ángel.
13 junio 2007
caminar se ha vuelto peligroso
Camino y a mi rededor todo camina en sentido contrario. Aparece a lo lejos pero cada vez más cerca el perfil de un viejo edificio, la silueta de gente hermosa y lista para ser olvidada, parvadas de aves que mendigan migajas en los corredores de los muchos parques que me caminan los pies y comienzan en ese mismo momento a perderse en un pasado nemogeográfico. No me importa conjugar los muchos tiempos verbales de este avanzar por el puro placer de irme perdiendo por las calles que reconozco como nuevas, como llenas de aromas y colores y personas y cosas que por primera vez bañan mi vista, queman sus contornos en mi mente y van quedándose grabados, a veces con fidelidad y a veces con licencia poética.
Me causa placer este caminar sin ir pensando, o pensando si acaso en la forma como irían apareciendo estas letras delgadas en el monitor si estuviera escribiéndolas ahora en lugar de tan sólo estarlas pensando. Recordar mi vieja manía de caminar con el grabador de reportero y hablar a voces, como un demente, grabando las ideas que se me cruzaban por la calle, que chocaban conmigo, me pasaban al lado o se detenían a mirar las vitrinas, recordar me hace sonreír con sutileza. Era curioso ese hábito ya empolvado de ir cazando las ideas como insectos de lluvia en cajitas de cerillos y pretender después arrancarles las alas frente a páginas o pantallas en blanco, por lo general descubriendo que eran insectos sin alas desde el principio.
Camino, respiro, las manos a los bolsillos para ocultarlas de esa brisa muy fría que dobla la esquina de enfrente y viene a saludar. Un ligero levantar las cejas para saludar al músico eterno de la tercera banca de la izquierda en la plaza de armas, quien sin dejar de soplar su armónica levanta las cejas un poquito menos para regresar el saludo. Catorce monedas en el viejo sombrero me hablan de su talento. Huele al agua siempre móvil de la fuente a unos metros, al dulce de las frutas rabiosamente coloridas de la carreta de todos los martes y los viernes, a banquetas apenas calientes y a una vida distinta con cada paso.
Camino por muchos minutos, paladeando el sabor entre amargo y fresco de no tener un rumbo cierto, ni un destino. Los pasos se dan solos, sin pensar. La proyección es siempre cambiante en el domo de mi visión, el mundo cambia a cada metro que me alejo de un centro inexistente. A lo lejos se aprecia el mercado gigantesco con sus cuatro niveles de vendimia, con una multitud mucho más tumultuosa de golpes a los sentidos, con su mar de gente, una colmena en plena ebullición. No lo esquivo, me hundo de lleno en ese organismo colosal y soy también parte de la conciencia masiva, soy otro de los marchantes, un paseante con algo de dinero para gastar y mucho de curiosidad para invertir. Miro un poco aquí y allá, hablo con la gente que no está interesada en venderme algo. Disfruto de sus entonaciones tan distintas, entrando de pronto en un pequeño Babel de muchos y muy distintos castellanos. Encuentro el desaliento tomado de la mano con el buen humor, la esperanza y el desánimo bebiendo juntos de una horchata en un cántaro de barro. Un mundo que funciona contra todas las leyes de la física y la naturaleza en general.
Despierto y ya no estoy ahí. El entorno cambia y no deseo que mis pasos se sucedan en el contexto. Las aceras hierven, las construcciones se vuelven esa monotonía impersonal, una modernidad sin historia. Bajo un camellón arbolado encuentro el único resquicio donde hallar un referente al otro entorno. Mediodía.
Me causa placer este caminar sin ir pensando, o pensando si acaso en la forma como irían apareciendo estas letras delgadas en el monitor si estuviera escribiéndolas ahora en lugar de tan sólo estarlas pensando. Recordar mi vieja manía de caminar con el grabador de reportero y hablar a voces, como un demente, grabando las ideas que se me cruzaban por la calle, que chocaban conmigo, me pasaban al lado o se detenían a mirar las vitrinas, recordar me hace sonreír con sutileza. Era curioso ese hábito ya empolvado de ir cazando las ideas como insectos de lluvia en cajitas de cerillos y pretender después arrancarles las alas frente a páginas o pantallas en blanco, por lo general descubriendo que eran insectos sin alas desde el principio.
Camino, respiro, las manos a los bolsillos para ocultarlas de esa brisa muy fría que dobla la esquina de enfrente y viene a saludar. Un ligero levantar las cejas para saludar al músico eterno de la tercera banca de la izquierda en la plaza de armas, quien sin dejar de soplar su armónica levanta las cejas un poquito menos para regresar el saludo. Catorce monedas en el viejo sombrero me hablan de su talento. Huele al agua siempre móvil de la fuente a unos metros, al dulce de las frutas rabiosamente coloridas de la carreta de todos los martes y los viernes, a banquetas apenas calientes y a una vida distinta con cada paso.
Camino por muchos minutos, paladeando el sabor entre amargo y fresco de no tener un rumbo cierto, ni un destino. Los pasos se dan solos, sin pensar. La proyección es siempre cambiante en el domo de mi visión, el mundo cambia a cada metro que me alejo de un centro inexistente. A lo lejos se aprecia el mercado gigantesco con sus cuatro niveles de vendimia, con una multitud mucho más tumultuosa de golpes a los sentidos, con su mar de gente, una colmena en plena ebullición. No lo esquivo, me hundo de lleno en ese organismo colosal y soy también parte de la conciencia masiva, soy otro de los marchantes, un paseante con algo de dinero para gastar y mucho de curiosidad para invertir. Miro un poco aquí y allá, hablo con la gente que no está interesada en venderme algo. Disfruto de sus entonaciones tan distintas, entrando de pronto en un pequeño Babel de muchos y muy distintos castellanos. Encuentro el desaliento tomado de la mano con el buen humor, la esperanza y el desánimo bebiendo juntos de una horchata en un cántaro de barro. Un mundo que funciona contra todas las leyes de la física y la naturaleza en general.
Despierto y ya no estoy ahí. El entorno cambia y no deseo que mis pasos se sucedan en el contexto. Las aceras hierven, las construcciones se vuelven esa monotonía impersonal, una modernidad sin historia. Bajo un camellón arbolado encuentro el único resquicio donde hallar un referente al otro entorno. Mediodía.
01 junio 2007
Vuelta a la perla.
Estoy en la terraza de un café, cuya vista da directo a la rotonda de los ilustres jalisciences, el costado de la catedral metropolitana, la avenida Alcalde y un cachito de la plaza de armas, pensando en esta ciudad y en lo distinta que es la vida en cada lugar donde uno la pasa. Guadalajara tiene la extraña cualidad de ser una ciudad llena de construcciones antiguas, comercio en ebullición, mucha gente en todas partes y sin embargo siempre parece estática. He vivido aquí más de un año, la he visitado con frecuencia desde que tenía catorce y la ciudad me sigue pareciendo la misma desde entonces. Cada rincón, cada aroma, cada sabor, cada rostro, parece ser igual y estar donde mismo aunque pasen meses, años, vidas.
Viviendo aquí he sentido la soledad en su máxima expresión, he sabido lo que es realmente no estar cerca de nadie que me conozca un poquito, he conocido la nostalgia de mi tierra de playas vírgenes y de aguas mansas, de calores infernales y gentes de bien. Aquí fue donde descubrí que jamás voy a ser un hombre feliz. Aquí escribí las partes más graves de mi única novela, tuve mi primer dolor de cabeza, me hice adicto a caminar solo y a todas horas distancias kilométricas pensando en nada.
Guadalajara es esa ciudad de la que me supe enamorado desde el principio, pero que, como los matrimonios viejos, termina siendo un cariño reposado, fundado más en los silencios, en la presencia pasiva, incluso en calladas recriminaciones por motivos varios. Ya no vivo aquí, no sé si volveré a vivir alguna vez, mi vida ahora es demasiado parecida a un temblor de tierra para atreverme a apostar por algo, sin embargo estoy seguro de que ya tengo en el alma huellas indelebles de esta ciudad, y que las he de portar y padecer en cualquier otra ciudad del mundo, sin importar si es Guanajuato o Milán, París o Colima, esta ciudad, Guadalajara, será mi referente. Así de adentro se me ha quedado.
Viviendo aquí he sentido la soledad en su máxima expresión, he sabido lo que es realmente no estar cerca de nadie que me conozca un poquito, he conocido la nostalgia de mi tierra de playas vírgenes y de aguas mansas, de calores infernales y gentes de bien. Aquí fue donde descubrí que jamás voy a ser un hombre feliz. Aquí escribí las partes más graves de mi única novela, tuve mi primer dolor de cabeza, me hice adicto a caminar solo y a todas horas distancias kilométricas pensando en nada.
Guadalajara es esa ciudad de la que me supe enamorado desde el principio, pero que, como los matrimonios viejos, termina siendo un cariño reposado, fundado más en los silencios, en la presencia pasiva, incluso en calladas recriminaciones por motivos varios. Ya no vivo aquí, no sé si volveré a vivir alguna vez, mi vida ahora es demasiado parecida a un temblor de tierra para atreverme a apostar por algo, sin embargo estoy seguro de que ya tengo en el alma huellas indelebles de esta ciudad, y que las he de portar y padecer en cualquier otra ciudad del mundo, sin importar si es Guanajuato o Milán, París o Colima, esta ciudad, Guadalajara, será mi referente. Así de adentro se me ha quedado.
18 mayo 2007
Raro? Raro tú.
Todos aquellos que me conocen desde hace al menos un par de meses saben muy bien que no tengo ningún vicio de los considerados nocivos. Jamás me fumo un cigarrillo, en toda mi vida no he consumido ni un litro de alcohol, y eso sumando todos los tragos de más de seis años, incluídos brindis navideños y vino de consagrar. No consumo cafeína (casi) ni tampoco he probado nunca un red bull, monster, o cualesquier otra bebida energizante cargada de taurina.
Como lo más balanceado posible, tres veces al día cuando menos, tengo por lo menos siete meses que abandoné el hábito de las frituras, pastelillos y otras delicias para sustituir a las comidas verdaderas. Hago bastante ejercicio, de hecho mi cuerpo es muy delgado y lo ha sido siempre, pero es un cuerpo muy sano, con un índice bajísimo de grasa corporal, músculos fuertes, ni gastritis, agruras, dolores de cabeza, problemas de presión o estrés, ni nada de esas "enfermedades de la vida moderna". Me hago análisis de todo cada seis meses y siempre tengo una hemoglobina envidiable, unos triglicéridos de niño de diez años, menos azúcar que un limón, en fin, un tipo sano.
Puedo correr 6 kilómetros diarios sin experimentar fatiga muscular o sentir que mi estómago escala para salir por mi boca, jugar dos o tres partidos continuos de futbol soccer a un ritmo muy intenso, sostener tres encuentros sexuales por noche con resultados que los pondrían verdes de envidia o trabajar jornadas de 16 a 18 horas con cuatro de sueño durante dos meses sin morirme. Eso habla de que no tengo una mala condición física.
Leo dos libros a la semana, cuando no lo hago me enojo o siento que fue una semana desperdiciada. En mi vida he leído casi quinientos de diferentes autores y temas, pero todos de literatura, le pierdo muy rápido el interés a los textos científicos o técnicos. Puedo sin muchos problemas sostener una conversación de cualquier autor medianamente conocido, con excepción de Capote, Dos Passos, Wolff, o cualquier norteamericano que no se apellide Hemmingway o Faulkner, no sé por qué rara coincidencia he dijo dejando a EUA a lo último de mi lista.
Me cuesta trabajo recordar la última vez que fui a un antro, no sé si alguna vez fui a más de dos fiestas en el mismo mes, mi lista de amigos cabe en un post it, la mayoría de mis conocidos me considera huraño, antisocial, aburrido o algo parecido. Sin embargo soy muy feliz a mi manera, con este estilo de vida que quizá pueda parecer raro, pero es el único que me hace sentir cómodo conmigo mismo y a veces incluso, sentir un poco de pena por los demás.
Son tan aburridos.
Como lo más balanceado posible, tres veces al día cuando menos, tengo por lo menos siete meses que abandoné el hábito de las frituras, pastelillos y otras delicias para sustituir a las comidas verdaderas. Hago bastante ejercicio, de hecho mi cuerpo es muy delgado y lo ha sido siempre, pero es un cuerpo muy sano, con un índice bajísimo de grasa corporal, músculos fuertes, ni gastritis, agruras, dolores de cabeza, problemas de presión o estrés, ni nada de esas "enfermedades de la vida moderna". Me hago análisis de todo cada seis meses y siempre tengo una hemoglobina envidiable, unos triglicéridos de niño de diez años, menos azúcar que un limón, en fin, un tipo sano.
Puedo correr 6 kilómetros diarios sin experimentar fatiga muscular o sentir que mi estómago escala para salir por mi boca, jugar dos o tres partidos continuos de futbol soccer a un ritmo muy intenso, sostener tres encuentros sexuales por noche con resultados que los pondrían verdes de envidia o trabajar jornadas de 16 a 18 horas con cuatro de sueño durante dos meses sin morirme. Eso habla de que no tengo una mala condición física.
Leo dos libros a la semana, cuando no lo hago me enojo o siento que fue una semana desperdiciada. En mi vida he leído casi quinientos de diferentes autores y temas, pero todos de literatura, le pierdo muy rápido el interés a los textos científicos o técnicos. Puedo sin muchos problemas sostener una conversación de cualquier autor medianamente conocido, con excepción de Capote, Dos Passos, Wolff, o cualquier norteamericano que no se apellide Hemmingway o Faulkner, no sé por qué rara coincidencia he dijo dejando a EUA a lo último de mi lista.
Me cuesta trabajo recordar la última vez que fui a un antro, no sé si alguna vez fui a más de dos fiestas en el mismo mes, mi lista de amigos cabe en un post it, la mayoría de mis conocidos me considera huraño, antisocial, aburrido o algo parecido. Sin embargo soy muy feliz a mi manera, con este estilo de vida que quizá pueda parecer raro, pero es el único que me hace sentir cómodo conmigo mismo y a veces incluso, sentir un poco de pena por los demás.
Son tan aburridos.
17 mayo 2007
Grroogle...
¿Por qué cornos nadie se tomó la molestia de avisar que con la absorción de blogger por parte de google había que "recuperar" los blogs?
O bueno, al menos yo no lo sabía y como soy un perezoso de excelencia, en cuanto blogger me negaba el acceso con mi viejo username, pues decía "otro día posteo".
Han ocurrido cosas muy malas en este laaargo tiempo de ausencia. Una de las que me parecen más trágicas ha sido la decisión de maese huevo, mente siniestra detrás de huevotopia, de postear mucho menos en su blog... cuya lectura me causaba un placer insano y ahora me preocupa. Sobre todo porque es difícil saber cuando este cabrón bromea y cuando habla en serio. Espero que la actual sea una broma muy pesada y muy prolongada, de todos modos va un saludo con mucho aprecio al queretano más amargo que pueda haber.
¿Qué más? Bueno, las cosas no parecen pintar tan bien para este culo de ciudad infernal llamado Hermosillo. El problema del agua que se suponía resuelto para la zona poniente de la ciudad (o sea donde yo vivo, o sea la única que me importa), no estaba tan resuelto como se creía, o sea que será otro verano de tandeos, de agua a deshoras y de corajes, malhumor y problemas variopintos para ducharse, lavar, e incluso evacuar a gusto. Estaba leyendo hace unos días en El Imparcial, una columna acerca de lo inviable que resulta en realidad la vida en Hermosillo. Oscar Romo, creo, pero me puedo equivocar, hizo una reseña histórica bien interesante de los motivos de aquella colonización jesuita, la posterior fundación de San Pedro del Pitic (que a la postre sería Hermosillo) en un área casi totalmente desértica, relativamente cerca de un caudal que obviamente no resistiría la explotación de una población de algunas decenas de miles de habitantes y con temperaturas sobre los cuarenta grados en el verano.
En un medio tan hostil, era por lo menos sensato reconsiderar la construcción de una ciudad. Sin embargo por ahi se cuelan siempre intereses económicos, políticos, gachitos, pues, y la ciudad aquí está, tan campante, con sus aceras ardientes, su agua seis horas al día y sus ricas coyotas de piloncillo. Lo de las coyotas no tiene nada qué ver, pero la neta sí están muy buenas.
El caso es que gracias a esto, y a que somos capital del estado, pues ahora hay toneladas de gente viviendo en áreas donde llevar el agua sale carísimo, en parte por lo inhóspito del terreno y en mayor parte porque no hay mucha agua para llevar. Simples reglas físicas nos indican que no es posible distribuir más allá de lo que se tiene.
Y ya, la verdad es que no voy a aportar nada nuevo al debate sobre el agua, su escasez, los vicios de la comisión encargada de llevarla, cobrarla y robarla, simplemente me quería quejar de este asuntito que, aunado al calor insoportable y a la mentalidad en extremo ranchera de esta urbe, me vuelven la vida muy difícil de disfrutar.
O bueno, al menos yo no lo sabía y como soy un perezoso de excelencia, en cuanto blogger me negaba el acceso con mi viejo username, pues decía "otro día posteo".
Han ocurrido cosas muy malas en este laaargo tiempo de ausencia. Una de las que me parecen más trágicas ha sido la decisión de maese huevo, mente siniestra detrás de huevotopia, de postear mucho menos en su blog... cuya lectura me causaba un placer insano y ahora me preocupa. Sobre todo porque es difícil saber cuando este cabrón bromea y cuando habla en serio. Espero que la actual sea una broma muy pesada y muy prolongada, de todos modos va un saludo con mucho aprecio al queretano más amargo que pueda haber.
¿Qué más? Bueno, las cosas no parecen pintar tan bien para este culo de ciudad infernal llamado Hermosillo. El problema del agua que se suponía resuelto para la zona poniente de la ciudad (o sea donde yo vivo, o sea la única que me importa), no estaba tan resuelto como se creía, o sea que será otro verano de tandeos, de agua a deshoras y de corajes, malhumor y problemas variopintos para ducharse, lavar, e incluso evacuar a gusto. Estaba leyendo hace unos días en El Imparcial, una columna acerca de lo inviable que resulta en realidad la vida en Hermosillo. Oscar Romo, creo, pero me puedo equivocar, hizo una reseña histórica bien interesante de los motivos de aquella colonización jesuita, la posterior fundación de San Pedro del Pitic (que a la postre sería Hermosillo) en un área casi totalmente desértica, relativamente cerca de un caudal que obviamente no resistiría la explotación de una población de algunas decenas de miles de habitantes y con temperaturas sobre los cuarenta grados en el verano.
En un medio tan hostil, era por lo menos sensato reconsiderar la construcción de una ciudad. Sin embargo por ahi se cuelan siempre intereses económicos, políticos, gachitos, pues, y la ciudad aquí está, tan campante, con sus aceras ardientes, su agua seis horas al día y sus ricas coyotas de piloncillo. Lo de las coyotas no tiene nada qué ver, pero la neta sí están muy buenas.
El caso es que gracias a esto, y a que somos capital del estado, pues ahora hay toneladas de gente viviendo en áreas donde llevar el agua sale carísimo, en parte por lo inhóspito del terreno y en mayor parte porque no hay mucha agua para llevar. Simples reglas físicas nos indican que no es posible distribuir más allá de lo que se tiene.
Y ya, la verdad es que no voy a aportar nada nuevo al debate sobre el agua, su escasez, los vicios de la comisión encargada de llevarla, cobrarla y robarla, simplemente me quería quejar de este asuntito que, aunado al calor insoportable y a la mentalidad en extremo ranchera de esta urbe, me vuelven la vida muy difícil de disfrutar.
06 febrero 2007
Alternativas.
Ayer, durante una charla más o menos amena, más o menos cortada y en fin, más o menos charla, cometí el harakiri emocional de repasar lo que alguna vez fue mi plan de vida. Hablo de una época digamos plenamente colegial, quizá el tercer o cuarto semestre de mi preparatoria, cuando, puesto en la disyuntiva de proponerme un futuro a cinco, diez, quince años de distancia, tracé algunas directrices. Lo que recuerdo de aquello es lo siguiente:
-Ser pediatra recibido y en pleno ejercicio.
Edad: Exactamente la que tengo ahora, 24 años, esto basado, claro, en que terminaría la preparatoria de 17 años, tomaría cinco para ser médico general y dos más para la especialidad en pediatría. Un plan certero, lógico, cien por ciento realizable.
-Ser padre de dos hijos, preferentemente uno de cada género, y estar casado con una excelente mujer, con la que permanecería unido para siempre.
Edad: 28 años. Es decir, que planeaba casarme durante mi especialización, mantener a mi primer hijo con mis ganancias como médico general en algún hospital, darle tres o cuatro años de ventaja a mi primogénito para crecer y luego ir por el o la segunda heredero (a) del imperio. Un plan coherente, estudiado, realizable.
-Metas materiales: Una casa propia que me llenara de orgullo, un coche de modelo muy reciente que no tuviera fallas mecánicas, uno mejor que el mío para mi esposa y alguna propiedad para vacacionar, ya fuera un condominio en la playa o una triste cabaña en un lago montañoso.
Edad: 35 años. Un sueño guajiro, por decir lo menos, pero se han visto cosas más raras.
Ahora bien. ¿Quién soy a los 24 años, casi 25?
Mi familia: Un hijo al que adoro y una mujer que ya no me quiere a su lado.
Mi trabajo: Mesero.
Mis propiedades: Un automóvil Sentra '96. Ningún inmueble.
Mis ganancias mensuales: Diez mil pesos. De los cuales gasto cuatro mil en necesidades básicas y seis mil en cosas innecesarias. Ahorro mensual: Nulo.
Mis logros profesionales: Ninguno.
Mi carrera: Licenciado en Derecho sin título.
Mis logros literarios: Un premio estatal de Novela.
Mis perspectivas a futuro: Llevo dos semestres de medicina, de salir todo bien podría terminarla a los 29 años, algo tarde según mis planes originales. Pero al menos ya sé que efectivamente eso es lo que debí estudiar siempre.
En mi seudo empleo asciendo como un maldito Challenger (en parte porque me rompo la madre como un maldito desesperado, y lo soy, en parte porque hago amistad con los altos mandos -Vivir fuera del presupuesto es vivir en el error-)Pero al tiempo soy consciente de lo nimio que es laborar en eso, de lo pasajero y poco prometedor que parece mi futuro aún llegando a los puestos de la cúpula de la franquicia y de lo indigno que se ve desde afuera que alguien que siempre fue considerado el talentoso y genial de la familia se desempeñe como eso, un maldito mesero, servil, movidito, educado, pero al fin mesero, listo para recibir órdenes, acatar pedidos, sonreír forzadamente, festejar las nada graciosas ocurrencias de los clientes. Es deleznable. ¿Cómo lo resisto? Fácil, contando el dinero al final de la noche. Es asqueroso hasta para mí justificarme con eso, pero es así de fácil. Gano mejor que muchos de mis amigos que tienen trabajos "presumibles". Por supuesto, también gano peor que algunos, entonces, el justo medio.
En fin, este post no tenía objetivo, sólo estoy tratando de situarme, libre de parcialidad, en el punto exacto de mi mapa temporal. Proyectos hay, siempre, a corto y largo plazo. Pero es momento de concretizar. Se viene un trabajo que implica viaje y también implica una muy buena plata extra, espero utilizarla sabiamente y comenzar a afianzar un futuro no para mí, yo realmente ya no me intereso mucho, sino por Ángel, por él vale la pena cada una de las desveladas, las falsas sonrisas, los dolores de espalda y cada una de las concesiones. Por su presente y por su futuro, he de seguir dándome en la madre por los siglos de los siglos. El amor es así.
Pd: Ya sé que sólo posteo cuando me da la gana. Lo seguiré haciendo igual. Pero aquellos de ustedes que de vez en cuando se den la vuelta por acá, dejen aunque sea una mentada en los comentarios. Un abrazo.
-Ser pediatra recibido y en pleno ejercicio.
Edad: Exactamente la que tengo ahora, 24 años, esto basado, claro, en que terminaría la preparatoria de 17 años, tomaría cinco para ser médico general y dos más para la especialidad en pediatría. Un plan certero, lógico, cien por ciento realizable.
-Ser padre de dos hijos, preferentemente uno de cada género, y estar casado con una excelente mujer, con la que permanecería unido para siempre.
Edad: 28 años. Es decir, que planeaba casarme durante mi especialización, mantener a mi primer hijo con mis ganancias como médico general en algún hospital, darle tres o cuatro años de ventaja a mi primogénito para crecer y luego ir por el o la segunda heredero (a) del imperio. Un plan coherente, estudiado, realizable.
-Metas materiales: Una casa propia que me llenara de orgullo, un coche de modelo muy reciente que no tuviera fallas mecánicas, uno mejor que el mío para mi esposa y alguna propiedad para vacacionar, ya fuera un condominio en la playa o una triste cabaña en un lago montañoso.
Edad: 35 años. Un sueño guajiro, por decir lo menos, pero se han visto cosas más raras.
Ahora bien. ¿Quién soy a los 24 años, casi 25?
Mi familia: Un hijo al que adoro y una mujer que ya no me quiere a su lado.
Mi trabajo: Mesero.
Mis propiedades: Un automóvil Sentra '96. Ningún inmueble.
Mis ganancias mensuales: Diez mil pesos. De los cuales gasto cuatro mil en necesidades básicas y seis mil en cosas innecesarias. Ahorro mensual: Nulo.
Mis logros profesionales: Ninguno.
Mi carrera: Licenciado en Derecho sin título.
Mis logros literarios: Un premio estatal de Novela.
Mis perspectivas a futuro: Llevo dos semestres de medicina, de salir todo bien podría terminarla a los 29 años, algo tarde según mis planes originales. Pero al menos ya sé que efectivamente eso es lo que debí estudiar siempre.
En mi seudo empleo asciendo como un maldito Challenger (en parte porque me rompo la madre como un maldito desesperado, y lo soy, en parte porque hago amistad con los altos mandos -Vivir fuera del presupuesto es vivir en el error-)Pero al tiempo soy consciente de lo nimio que es laborar en eso, de lo pasajero y poco prometedor que parece mi futuro aún llegando a los puestos de la cúpula de la franquicia y de lo indigno que se ve desde afuera que alguien que siempre fue considerado el talentoso y genial de la familia se desempeñe como eso, un maldito mesero, servil, movidito, educado, pero al fin mesero, listo para recibir órdenes, acatar pedidos, sonreír forzadamente, festejar las nada graciosas ocurrencias de los clientes. Es deleznable. ¿Cómo lo resisto? Fácil, contando el dinero al final de la noche. Es asqueroso hasta para mí justificarme con eso, pero es así de fácil. Gano mejor que muchos de mis amigos que tienen trabajos "presumibles". Por supuesto, también gano peor que algunos, entonces, el justo medio.
En fin, este post no tenía objetivo, sólo estoy tratando de situarme, libre de parcialidad, en el punto exacto de mi mapa temporal. Proyectos hay, siempre, a corto y largo plazo. Pero es momento de concretizar. Se viene un trabajo que implica viaje y también implica una muy buena plata extra, espero utilizarla sabiamente y comenzar a afianzar un futuro no para mí, yo realmente ya no me intereso mucho, sino por Ángel, por él vale la pena cada una de las desveladas, las falsas sonrisas, los dolores de espalda y cada una de las concesiones. Por su presente y por su futuro, he de seguir dándome en la madre por los siglos de los siglos. El amor es así.
Pd: Ya sé que sólo posteo cuando me da la gana. Lo seguiré haciendo igual. Pero aquellos de ustedes que de vez en cuando se den la vuelta por acá, dejen aunque sea una mentada en los comentarios. Un abrazo.
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