17 septiembre 2008

Dramatis personae.

Cuando llegué a vivir a Guadalajara me pasaba la vida con los audífonos puestos y el reproductor continuamente tocando la música que los fines de semana adquiría a precio de ganga en el mercado de san juan de dios. Eran soluciones pragmáticas, pues los discos que compraba eran compilaciones en formato mp3 que incluían la discografía completa del artista o grupo que se me diera la gana y además de ahorrarme el trabajo de decidir entre un LP o el otro, me proporcionaba horas y horas de música interminable y siempre variopinta.

Recuerdo especialmente los primeros peregrinajes a la facultad, cuando aún no conocía de rutas de autobús ni tiempos de recorrido y me levantaba a las cinco de la mañana para no fallarle al horario, tomaba un 622 hasta el estadio Jalisco y escuchaba a los Red Hot Chilli Peppers durante todo el trayecto. Muy pronto empecé a medir los traslados en función de la canción que sonaba en mi cabeza. De la agencia Peugeot hasta el Jalisco era igual a decir de Aeroplane a Dani California. Del estadio Jalisco a la facultad era igual a decir de Give it away a Otherside. Los días que prefería escuchar Café Tacvba, medía los trayectos desde La negrita hasta El metro y luego desde Esa noche hasta Mediodía.

Me gustaba escuchar a Pastilla mientras comía en la cafetería por ahí de las once de la mañana y a Guitar Vader mientras esperaba la reta en las tercias de futbol del edificio Ñ. Ponía sin variaciones al Tri mientras llegaban mis instructores de laboratorio y a Jumbo -que por entonces era simplemente genial- cuando tenía caminatas largas frente a mis tenis.

Por aquellos días me gustaba una mujer cuya plática era absorbente y sus ojos vivos como carbones. Lamentablemente no podía gustarme y a mí me gustaba refugiarme en la música que sólo sonaba para mí para esquivar la conversación necesariamente incómoda con la susodicha. Recuerdo con claridad un par de ocasiones en las que me "regañó" por aislarme de los demás y perderme en los vericuetos de un Tom Morello virtuoso o un efusivo John Paul Jones y yo sólo sonreí para hacerle una seña de "no te escucho" con la mano derecha y la vi sonreír y me di cuenta cabal de cuánto me gustaba y cuánto no debía gustarme.

En el trayecto de regreso a casa generalmente tocaba algo más ambiental. A veces algo de música celta o piezas sueltas de jazz de Louis Armstrong, a veces Manu Chao o lo más viejito de Chabela Vargas.

Pero había malos días en que olvidaba mi reproductor y debía vérmelas con el mundo refugiado por lo general en el libro de turno y más ocasionalmente con la pantalla siempre móvil de las ventanas del ruletero. Justamente era uno de esos días aquél en el que llegué a la parada del 258 y mientras pensaba en la estructura molecular de un polímero inestable cuyos enlaces polivalentes equivalieran a un aumento del 25% en la elasticidad total, atisbé sobre mis hombros en busca de un lugar dónde sentarme y me topé de frente con la sonrisa de la niña de la plática peligrosa.

Tomaba el mismo autobús y vivía más lejos que yo. Nunca me la había encontrado hasta ese día, precisamente el día que no llevaba mi burbuja individual de acordes y retumbos para guarecerme. Y habló y habló y habló durante media hora y mientras ella parloteaba yo sólo me maldecía interiormente por haber salido aprisa de mi casa y haber dejado sobre la cama mi dotación de rocanrol.

Me bajé seis cuadras antes de mi casa. Nunca volví a olvidar mi reproductor.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Jsjsjs eres musicalmente ecléctico, como yo, saludos ;D

monitor dijo...

Ya sé, la verdad se vuelve complicado a la hora de comprar un disco de a deveras o escoger la siguiente rola del reproductor.

Salud!

Char dijo...

La música, una de las formas más efectivas de evasión, pero desde el día en que leí a Lipovetsky en la "Era del vacío" diciendo que en la actualidad somos adictos a la música porque sin estar en un ambiente "cerrado" no funcionamos dejé de andar por la vida con los audífonos pegados y comencé a escuchar conversaciones ajenas.

monitor dijo...

Lamentablemente soy un prejuicioso irredento y las charlas de otros suelen ponerme de pésimo humor. Ojalá la gente tuviera botones de REW/FFW.

PatitO™ dijo...

¿Hubieras preferido que se quedara callada?