02 septiembre 2008

Update.

Volví a las tres con quince minutos y la bendita dependiente me recibió con la sonrisa más estúpida que pudo esbozar y me salió con que "siempre no" habían vuelto los repartidores de la ruta y que no volverían sino hasta las siete de la tarde, pero sólo para cerrar inventario y blarablá, en realidad no dijo blarablá sino muchas tonterías que no tiene caso reseñar.

Yo, por supuesto, siendo el tipo comprensivo y humano que soy, le hice un reclamo estratosférico por haberme hecho dar dos vueltas dos hasta su sucursal en el meritito casa de chingasatumadre de Hermosillo para decirme dos veces dos que mi famoso sobrecito nomás no estaba y no iba a estar sino hasta mañana que vuelvan a abrir. La mujer, ruborizada y creo que sinceramente arrepentida de su falla, se comprometió a que no volvería a pasar algo así y a tener mi paquete pasara lo que pasara mañana a las ocho a.m. Así que ya veremos si entonces me entero de lo que es y quién lo envía. Esperen noticias.

A menos que en efecto sea la millonaria herencia que imagino, en ese caso no esperen volver a saber jamás de mí, a menos que...

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